Juan y Santi: padre e hijo conectados a través de los pedales de una bici tándem

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Juan Zemborain tiene 51 años, y junto a su hijo Santiago llevan más de 25 mil kilómetros recorridos en una bicicleta tándem. Han pedaleado por todos los paisajes de Argentina, desde la playa a la montaña y se definen como “un equipo”.

Santiago recibió su diagnóstico de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) alrededor de los tres años, luego de un largo recorrido.

“El primer año de vida fue muy difícil porque la pediatra lo veía como un cabrón. Yo vivía en las guardias con Santi durante su primer año, sentía que tenía acidez y nos decían que no tenía reflujo. A los 10 meses mi hermana me dice ”vemos con mamá que no mira a los ojos, que no se sienta” y me manda a un pediatra amigo de la familia con mucha experiencia”, contó Juan.

Allí recibieron un primer diagnóstico de hipotonía muscular y retraso madurativo. Frente a esto comenzaron las terapias y la estimulación temprana hasta confirmar el diagnóstico de TGD.

“Para todo el mundo recibir un diagnóstico es como un simbronazo, para nosotros fue ponerle nombre y apellido porque ya sabíamos que estábamos haciendo esto y era lo correcto”, reflexionó.

Ante esto Juan asegura que decidió que la situación iba a sacar lo mejor de él para sí mismo y para su hijo y así fue como encararon la vida.

Lo primero que hizo fue comprar un triciclo para que Santi pudiera trabajar la hipotonía muscular. “Dije hay que entrenar y ahí largamos y Santi le dio duro al triciclo, no paraba de pedalear nunca”, destacó.

Después del triciclo pasaron a la bici con rueditas, luego al karting. Pero, Santi no podía largarse solo y para Juan la situación se empezaba a poner difícil. En un ataque de optimismo le dijo a su hijo que tenía que practicar para que a los 15 años pudieran cruzar juntos los Andes.

Al mismo Juan la idea le pareció una locura, pero en el fondo pensó “¿por qué no?”. Fue así que Santi siguió practicando y a los 12 años ya andaba solo con un pequeño inconveniente: no podía frenar.

Un día de casualidad un guía de turismo le comentó que andaba en tándem con una persona ciega. Fue entonces, que a las vacaciones siguientes, Juan y su familia fueron a Miramar y alquilaron una bici tándem. Se la pasaron andando y ahí cambió absolutamente todo.

Juntos a la par

Comenzaron a buscar donde comprar una, hasta que lograron dar con un fabricante y entonces comenzaron esta aventura juntos.

“Un día llegamos a 40 km destrozados y yo le dije el día que hagamos 80 km por fin de semana vamos a llegar a los Andes”, se entusiasmó Juan.

Comenzaron a entrenar y así fueron por la costa con carpas y alforjas. Después de esa aventura uno de los desafíos era trepar y decidieron experimentar en las sierras de Olavarría y la Quebrada de Huamahuaca.

En ese entonces, la conexión a través de los pedales fue plena. Y Juan define esta experiencia como “la felicidad absoluta”.

A los 30 /40 km Santi ponía los brazos en mi espalda y empezaba a cantar ‘do, re, mi fa’ o a contar y con carcajadas. Era cuando ya la conexión era total

Es tanto el tiempo que pasan juntos arriba de la bicicleta que Juan se da cuenta a través de los pedales si Santi esta contento, entusiasmado o distraído. Arriba del tándem pasan por todos los estados “menos enojo”, asegura, porque arriba de la bici es todo felicidad.

Encontramos lo que tanto pedía en su infancia de cómo me iba a divertir con él el resto de su vida

Empujando Límites

Lo que para ambos era un hobbie y tiempo compartido de calidad entre padre e hijo, se convertiría en una historia de inspiración y empuje para otros.

La hermana de Juan fue quien lo incentivó a contar esto que hacía con Santi: salir a pedalear juntos y recorrer el país. Así surgió Empujando Límites.

“Un día salíamos de misa, después de haber pedaleado como 40 kilómetros y yo iba atrás de él y lo venía empujando para que se apure, y él frenaba. Miraba para atrás y se mataba de risa y me gustó esa sensación. Yo lo empujaba y él se reía de esa sensación de seguridad, amor y así son los límites”, reflexionó.

Juntos a la par

Después de muchas aventuras juntas que Juan comenzó a contar en su Facebook la historia de ambos se hizo viral y fue entonces que decidió ir más allá y aportar su granito de arena para cambiar la realidad de otros.

Para eso, se embarcó en el desafío de crear una Asociación Civil “Empujando Límites” para personas con discapacidad a través del ciclismo en tándem.

“Lo que promovimos fue buscar bicicletas y los primeros años de pandemia fue todo organización y aprender. Logramos que empresas nos ayudaran a importar los tándem y el año pasado llegaron los primeros 30 que donamos con cargo”, explicó.

La idea fue que esas bicicletas lleguen a personas que adquirieran un compromiso, que la usen con casco para disfrutar y compartir. Por eso cada vez que se bajan de pedalear, en la página de la asociación tienen que cargar quien fue su guía, el protagonista y la cantidad de kilómetros realizados.

Donamos los tándem en todo el país que hacen milagro

Desde la asociación realizan clínicas, carreras, charlas en escuelas secundarias para hablar de inclusión y para que prueben este deporte. Se potencia el cicloturismo y la variedad de actividades. Se trabaja con terapeutas, centros de día, grupos de ciclismo y familias. Todos unidos bajo la vocación de compartir.

“Buscamos que las familias se animen y salgan a vivir la vida”, asegura Juan

“Para muchos tener un hijo con discapacidad termina encerrándote porque la gente te mira raro y la sociedad no están preparada para recibirlos. La única manera es si te conocen porque saben cómo vas a reaccionar y yo con Santi voy a todos lados desde chiquito”, explicó.

Juan es un convencido de que visibilizar cambia la mirada y la actitud de las personas frente a la discapacidad.

“Si yo voy, la gente ve que te podés hacer cargo de un hijo y solucionar un tema más allá de que sea difícil y te miran más que con aprehensión con admiración y eso cambia la mirada y actitud frente a las personas con discapacidad”, indicó.

Padre e hijo, un equipo

“Con Santi somos equipo y esa es la manera en la que llevamos todo adelante, lo que le pasa a él me pasa a mí y lo que me pasa a mí, le pasa a él y así todo en familia”, asegura.

Así funciona su familia y Empujando Límites, todos tiran para el mismo lado.

Por ejemplo, como Santi no le puede avisar a Juan si tiene frío o calor, él se viste igual, entonces si se pone una remera, una camisa leñadora, lo mismo viste Santi. Al igual que la ropa deportiva de ciclista. “Nos vestimos como equipo”, resume.

Andar en tándem es algo que disfrutan un montón, los conecta y les permite vivir la vida juntos. “A veces cuando vamos trepando y veo que va aflojando le pego un grito y ahí acelera”, dice entre risas.

“La gente baja del auto y ya lo conoce y le dice ‘Vamos Santi’ y él infla el pecho y es muy lindo y disfrutamos un montón”, resumió.

Cuándo le preguntan si él de atrás pedalea, Juan responde: “Ya hizo 25.000 kilómetros pedaleando”.

Fuente: Cadena 3

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