No hay forma de poner en palabras la complejidad y la sofisticación del trabajo de Jo Vera. Sus prendas tienen algo taxidérmico, biológico, son obras de una arquitectura orgánica, incluso molecular. Como si fuera el encuentro entre el mundo precolombino y Alexander McQueen: sus paletas ocres y siluetas cortesanas tienen un espíritu oculto, oscuro, transgresor.
Tal vez sea por los materiales que emplea que sus diseños parecen vivos. Sin ir mas lejos, todas sus prendas nacen de recortes de descarte o piezas sin uso ya que cree que al “con pequeñas partes hacer tus propias texturas, tu propio textil, podes comunicar otras cosas y darle más identidad a la marca”. Entreteje recuerdos de otros en nuevos géneros y, a partir de allí, empieza a crear.
Este sistema no les ajeno ya que su padre, tapicero, siempre le traía recortes de tela a casa con los que aprendió a construir nuevas texturas a partir de lo existente. Hoy en día recibe, con frecuencia, mensajes por Instagram de personas que quieren regalarle prendas antiguas que no necesitan más para que les una de nueva vida. El ciclo se repite, lo viejo se reinventa.
Su proceso de descubrimiento textil comenzó mientras estudiaba Diseño de Indumentaria en la sede cordobesa de la Universidad de Morón y se intensificó cuando se mudó a Buenos Aires, donde, gracias a becas del gobierno, aprendió de marroquinería, producción de materiales, bordado y moda sustentable en la Escuela Argentina de Moda y el Centro Metropolitano de Diseño y, también, tomó un curso de Vestuario de Época en el Teatro Colón. Hoy, además de armar sus propias telas, experimenta con nuevos materiales como el plástico biodegradable que hace a partir de maicena, vinagre, gelatina, hilos y hojas secas.
“Yo creo que la sustentabilidad debe ser un tema principal a la hora de crear una marca y estaría buenísimo que todo sea sostenible”, dice, y considera que “no hace falta seguir produciendo, seguir comprando materiales, como diseñadores tenemos que trabajar con lo que ya tenemos”. Por su parte, también quiere que se genere un cambio en la variedad de talles y en los tipos de cuerpos que se emplean en el mundo de la moda ya que la ropa, en su mirada, no es más que libertad.
Tiene una relación compleja con las tendencias. Cree que se trata de un concepto muy viejo, que el imperativo ahora es poder usar lo a que uno le guste. Su respuesta para la pregunta ¿para qué sirve la moda? es que no sirve para nada. Este costado editorial y anti-comercial le ganó un lugar en Vogue Italia con una producción de aires carnavalescos titulada “Muses in Spring”, con fotografía de Agostina Valle Saggio (@fendromena), que recuerda como uno de sus mejores trabajos.
Sus diseños tienen una fuerte impronta experimental y es por ello que siempre sintió la tensión entre lo artístico y lo comercial. Entiende, sin embargo, que bajar los conceptos a producto es algo fundamental para que “más personas puedan acceder a esos diseños y que tengan la ocasión para poder usarlos”. Hoy tiene algunas prendas a la venta en Roomie, una tienda conceptual de diseño, pero, por lo general, trabaja por encargo.
Jo Vera nos muestra el ejemplo perfecto de la moda del futuro: sin tendencias, sustentable y basada en la libertad. A través de sus diseños dibuja un camino para el diseño argentino cargado de referencias y de la incertidumbre y la flexibilidad de la indefinición. Esculturas para usar, armaduras hechas de despojos, sin género, sin temporada, imbuidas únicamente.
FUENTE: INFOBAE