POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Hablar con Gabriel Miremont de museos es hablar de una experiencia. Es hablar de arte, de historia, de enseñanza, pero también de un lugar donde la cultura se combina con recursos didácticos y lúdicos. En el Día Internacional de los Museos, Gabriel nos abre las puertas a este mágico mundo, y que mejor que ser conducidos por uno de los diseñadores y realizadores más importantes de Argentina.
-Hoy es un día muy especial…
El Día de los Museos es un día que destaca la actividad por la cual vivo y pienso todo el año. No es una efeméride más. En lo personal me hace siempre pensar y reflexionar un poquito sobre todo lo que hago por inercia, y ya tengo incorporado. Es como una revisión.
-¿Cómo se hace un gran museo?
Primero debería definir qué es para mí un “Gran Museo”. Y para mí es un museo donde va mucha gente, donde esa misma gente lo recomienda para que otras personas tengan el deseo de asistir. No me parece que un gran museo esté determinado por la cantidad de piezas que tenga o por la gran cantidad de metros cuadrados, sino que tiene que ser útil para la sociedad. Y desde ahí el público lo sentirá como un espacio donde poder identificarse con su patrimonio, con sus orígenes, con su cultura.
-La tecnología, ¿cambió todo?
Hoy en día es un gran complemento, y sin dudas que llegó para quedarse. Es importante comprender que el trabajo de un museo es comunicar un guión, una idea, a través de los objetos. Y los objetos por sí solos no pueden expresarse, entonces la teconología ayuda muchísimo para generar un contexto. El objeto necesita que le pongan información alrededor para poder contarnos algo. Por otra parte, la tecnología está siendo importantísima también para conservar los objetos de mejor manera, para documentarlos con más certeza, y por sobre todas las cosas, para difundirlos. El avance de la tecnología está en esas tres patas, en lo que tiene que ver con nosotros.
-¿Cuáles son los trabajos que más te gustaron?
La verdad que desde el gusto, me gustaron todos. Me gusta mucho participar desde el diseño al montaje; algo tan simple y bello como colgar un cuadro, ubicar un objeto, o dirigir la luz para que se sienta mejor ante la mirada del público. Tengo la suerte de pasarla bien en mi trabajo. Algunos trabajos que disfruté mucho son el Museo de Alta Montaña en Salta, el de Malvinas en Buenos Aires, el de Automovilismo en Tucumán. Disfruto de todos los desafíos que van apareciendo. Llevándolo al plano personal, el Museo del Holocausto es la obra más grande y desafiante que hice. Primero porque es un tema sensible y particular en lo personal, y también el gran desafío de encontrar una nueva mirada sobre el tema y poder hacer algo más actual, con mucha más información y más vivencias. Aunque suene raro asociar la palabra Holocausto con “disfrute”, fue una experiencia maravillosa, y supe disfrutar formar parte de un equipo enorme de profesionales que cada uno en su área aportó para que se haya llegado al mejor resultado. Creo que a pesar del horror de lo que ocurrió, supimos sacar un aprendizaje o alerta para el día hoy. Y esa es la verdadera función del museo.
-¿Actualmente están trabajando para el nuevo Mercado Municipal de Tafi Viejo?
No solamente en ese, pero sí reconozco que el “Museo de la Industria del Limón” en Tafí Viejo (Tucumán) es lo que más me está entusiasmando últimamente. Es un museo muy diferente porque vamos a contar la historia del limón desde la gente. El limón que llega a tu casa, con su gran cadena de quehaceres y sabores.
-Algo que nos quieras dejar en este día tan especial.
El Día de los Museos es para reflexionar sobre algo que nos pasa todo el año. Son espacios de la sociedad. Y la sociedad es la que elige qué objetos van a parar a los museos. Es la sociedad la que selecciona un objeto para ser guardado, custodiado, y exhibido. Y la idea es saber o tener en cuenta que los museos son espacios de educación, de comunicación, de reflexión, y de memoria. Y esa memoria, es la que nos ayuda a construir el futuro.
