Fernanda Coronel, la pilota de Aerolíneas que trae vacunas de China y Rusia

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De chica, lloraba cuando tenía que subir a un avión. Ahora, comanda los vuelos que aterrizan en Ezeiza con Sputnik V.

María Fernanda “la tana” Coronel, es pilota de avión desde hace 27 años y lleva 13 en Aerolíneas Argentinas. Tiene en sus manos el comando para que lleguen a la Argentina las 800 mil dosis de vacunas Sputnik V que aterrizarán en Ezeiza desde Moscú, junto a una tripulación especial.

Se trata del decimosegundo vuelo de Aerolíneas que traerá dosis de vacunas desde Rusia o insumos médicos desde China. En esos viajes, participó “la Tana” Coronel, pilota que cuando era chica, lloraba cuando se subía a un avión porque le temía.

El año pasado, en diálogo con Luciana Geuna, para su programa radial “La edad de los por qué”, contó más detalles de sus inicios y también de cómo es el nuevo paradigma de volar en medio del escenario de pandemia en todo el mundo. Por ejemplo, narró cuando participó para traer insumos desde China: “Al ser un vuelo de tantas horas con demanda de regreso inmediata, los descansos se hacen en el mismo vuelo y en las escalas”, contó.

“Vamos con excepciones. No podemos quedarnos en ningún país, somos muchos equipos los que hacemos estos vuelos. A aquel viaje a China, fuimos 4 tripulaciones técnicas: 12 pilotos, tripulación de cabina de pasajeros, mecánicos y un despachante que prepara el plan de vuelo y el peso y balanceo del avión. Mucha gente…”

En torno a los que trabajan en el mundo aerocomercial, dijo que muchos colegas suyos que se han ido a volar a otra líneas en Europa y otros países “se tuvieron que volver porque los suspendieron o los echaron. Todo es pura incertidumbre”.

Coronel dice que su profesión la apasiona. “No era una carrera que yo tenía en vista cuando era chica. Mi papá me acercó a la aviación. Yo quería ser abogada pero después decidí volar”, señaló y agregó: “Esta carrera es difícil para hombres y para mujeres, por los cupos. A mí me llevó 15 años ingresar a Aerolíneas. Estoy feliz de estar donde estoy.”

“Por eso cuido el trabajo que tengo y por eso quise ser voluntaria: para intentar devolver todo esto que me dieron. Todo comenzó cuando mi papá me llevó a Don Torcuato (la terminal aérea). Él es piloto privado, también lo era mi abuelo que fue militar, piloto de la Fuerza Aérea y después de Alas y de Austral”, reveló.

También reconoció: “A mí, no me subías a un avión ni loca. Cuando era chica, lloraba arriba de los aviones, de las motos, de las lanchas… Ahora, no me bajás más”.

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