Fabrican pilas con mascarillas usadas

Salud y medio ambiente Slider costado

Investigadores rusos han desarrollado un proceso de reciclaje para fabricar baterías flexibles con el procesado de desechos médicos como las mascarillas.

La vuelta de la mascarilla en exteriores en España disoaró el consumo de este elemento. Su uso es crucial en muchos ambientes para frenar el avance de las nuevas variantes, pero también supone un peligro para el medioambiente. Por eso están surgiendo proyectos que investigan formas de reutilizarlas, convirtiéndolas en material para impresión 3D o transformándolas en pilas para una lámpara.

Muchas de las mascarillas que se están usando contra la pandemia están acabando en el mar y, junto a otros residuos plásticos, son uno de los grandes enemigos del medioambiente y los animales. Al quemar estos residuos médicos para deshacerse de ellos se expulsan gases tóxicos, por lo que dar una segunda vida a muchos de esos desechos médicos empieza a ser una prioridad.

Científicos de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología de Rusia (NUST MISIS) persiguen eliminar desechos de mascarillas, también aprovechan los blísteres de los medicamentos, es decir, el plástico y aluminio en el que suelen guardar las pastillas, y con todo ello, están creando pilas para dispositivos como un reloj, aunque su objetivo a largo plazo son máquinas de mayor tamaño.

El proceso

En anteriores intentos, los científicos probaron con otros materiales antes de dar con las mascarillas. Probaron primero con desechos orgánicos como cáscaras de coco, cáscaras de arroz, o desechos de periódicos, incluso, llegaron a probar con llantas de automóviles. Sin embargo, explica la universidad, que todos estos materiales implican un paso de cocción a mucha temperatura en hornos especiales, carbonización lo llaman.

En su lugar, las mascarillas que los ciudadanos llevan por las calles en muchos países y en interiores, han resultado ser un material más fácil de procesar, con un coste más bajo. Solo con saturar la mezcla en grafeno se consigue dotarlas de propiedades únicas que permiten obtener unas baterías de un rendimiento óptimo.

Lo primero que el proceso de reciclaje exige es la desinfección de los residuos, en este caso, los investigadores eliminan los posibles gérmenes que haya en las mascarillas usada con ultrasonido y las sumergen en “tinta” hecha de grafeno, la cual satura la mascarilla, tal y como lo explica el profesor Anvar Zakhidov, director científico del proyecto en el NUST MISIS.

Posteriormente, la masa de las mascarillas se comprime y se calienta hasta los 140ºC con el objetivo de conseguir unos gránulos que sirvan de electrodos en la batería. El proceso tradicional para fabricar las baterías de supercondensadores exige temperaturas mucho más altas, entre 1.000 y 1.300 ºC, pero este nuevo proceso ha conseguido reducir ese consumo de energía en un factor de 10.

Los electrodos, en un siguiente paso, se recubren con una capa de aislante, que también es resultado del reciclaje de las mascarillas usadas. En último lugar, se sumerge el material obtenido en electrolitos y se envuelve en caparazones hechos de los blísteres de medicamentos desechados, como el paracetamol.

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