Esquina Libertad: la cooperativa que fue creada desde el penal de Villa Devoto y hoy emplea a 45 personas

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Fue creada desde el encierro con el objetivo de lograr una reinserción social y laboral efectiva para quienes nunca antes la habían tenido. Allí funciona una editorial, hacen trabajos en serigrafía, video, fotografía y edición de audio. También ofrecen talleres de administración y de género

Todo comenzó en el Centro Universitario del Penal N° 2 de Devoto. Allí, un grupo de personas privadas de la libertad comenzó a imaginar qué harían afuera, cómo sería la vida cuando pudieran respirar otro aire. Y lo más importante: se prometieron no volver a caer en el delito aunque las cosas para ellos se pusieran difíciles.

En ese mundo nació “Esquina Libertad”, la que hoy definen como algo que va más de una cooperativa de artes gráficas y productora audiovisual. Para ellos es la materialización del deseo de libertad que los une, la promesa de no regresar a aquel lugar de encierro y, además, la nueva fuente de trabajo en la que empelan a sus familiares.

La historia

El Penal de Devoto es una de los que ofrece a sus detenidos la posibilidad de estudiar en el Centro Universitarios Devoto (CUD), que depende de UBA XXII, el programa de la Universidad de Buenos Aires que lleva las distintas facultades a las cárceles de argentina y además tiene programas de talleres de reinserción.

En 2010, un grupo de 15 personas que allí cumplía condena, junto a sus familiares, comenzó a idear un proyecto laboral que pudieran iniciar estando en la cárcel, pero que continuara afuera. Aprovecharon que entre ellos había detenidos que cursaban las carreras de Administración de Empresas y Abogacía y analizaron los recursos que disponían y el tipo de emprendimiento que podrían conformar. No tardaron en pensar en una cooperativa autogestionada y a desarrollarla desde la solidaridad y con perspectiva de inserción laboral y social.

El primer trabajo fue el diseño de cuadernos reciclando todo lo que encontraban en la cárcel como telas y revistas: ellos los confeccionaban y sus familiares los vendían en las ferias. Con esas primeras ventas, lograron reunir dinero para comprar insumos, continuar capacitándose, seguir produciendo y siempre evaluando qué productos se vendían mejor.

Para 2014, se instalan en el edificio de la Mutual Sentimiento, en Chacarita, desarrollan conocimientos en las áreas de salud y legales con el objetivo de “acompañar a las familias y a los detenidos” y con la idea de que la reinserción laboral es más efectiva si el trabajo llega pronto.

En 2020, la cooperativa accedió a su primera licitación pública del Gobierno de la Ciudad y la ganaron: debieron producir 2 mil juegos infantiles. Al poco tiempo, los motores de aquel sueño se pusieron en marcha. “Estamos muy contentos porque pudimos cumplir con un pedido grande, importante, en calidad y tiempo. Es lo que necesitamos y queremos: ¡trabajar! Poder ofrecer nuestros productos donde podamos”, dice emocionado Martín Luna, un fotógrafo que se sumó hace cuatro años.

Actualmente, encuadernación es para ellos el área más fuerte de trabajo, pero también los talleres que ofrecen para quienes están dentro y fuera de la cárcel.

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