Desde tapas de revista hasta un alambrado con bijouterie dorada: una artista hace obras con objetos recuperados

Historias para contar Slider costado

Ella es Elisa Insua, una artista plástica argentina que actualmente está viviendo en Nueva York invitada a exhibir sus obras. Sus cuadros, objetos y murales están realizados con objetos de descartes y muchos de ellos fueron donados. Infobae dialogó con ella

Elisa Insua nació en Buenos Aires en 1990. Su título profesional es la licenciatura en Economía y Negocios otorgado por la Universidad Torcuato Di Tella, pero a sus dieciséis años inició su práctica como artista autodidacta, creando ensamblajes y esculturas con materiales desechados, siendo esta una de sus verdaderas pasiones.

“Siempre tuve una fuerte inclinación hacia las artes y una necesidad irrefrenable de crear. A partir de los dieciséis años, empecé a crear ensamblajes con los objetos que iba encontrando y a los veinte años empecé a participar en exposiciones, obviamente, en espacios bastante under y fuera del circuito legitimado de arte”, cuenta Elisa y agrega que, “Después de haber trabajado un año y medio en relación a la economía y la administración de empresas, cambié mi rumbo definitivamente. Si bien ese ámbito me resultaba interesante, yo sabía que no era lo que había venido a hacer al mundo”.

Con una apuesta a la sustentabilidad y a repensar los hábitos de consumo, el trabajo de Elisa Insua, esta artista que cambió radicalmente su carrera, transformó conceptualmente sus obras para mostrarle al mundo que con lo que ellos desechan se puede volver a hacer grandes obras de arte.

 “Creo que los materiales que desechamos dicen mucho de la vida contemporánea. Son restos arqueológicos del hoy y del pasado cercano. Aglomerados en grandes cantidades, explican nuestro sistema económico, nuestra relación con los objetos que nos rodean, nuestros intereses y nuestras necesidades. Generan así una suerte de retrato colectivo. Cada objeto tiene su historia y su valor afectivo, dándole así a la pieza final cierta carga emocional”, explica sobre la decisión de haber apostado materiales de descarte para sus obras.

Elisa cuenta que su trabajo habla del origen de nuestros deseos y del exceso de abundancia en el capitalismo tardío, el ascenso social, el Sueño Americano, la desigualdad económica, el consumismo irresponsable y la degradación medioambiental también son elementos recurrentes. “Creo que el material de descarte logra reunir en gran medida todos estos conceptos”, apunta.

Cada objeto que utiliza Elisa tiene su historia y su valor afectivo, dándole así a la pieza final cierta carga emocional (PH Natalia Panczuch)

Con más de 15 años dedicándose al arte, esta artista joven y contemporánea confiesa que al momento de iniciarse en este mundo sus creaciones eran muy “precarias e ingenuas”. Ante la consulta de Infobae sobre cuál había sido su primera obra, Elisa prefiere hablar de “arte” que fue a partir del año 2013 cuando comenzó a fusionar los conceptos económicos con el collage y fue entonces cuando su trabajo tomó una intención y un mensaje más claro de lo que quería. Ese año hizo una enorme escultura de dos metros de alto con forma de helado en cucurucho, titulada “La Gran Tentación” (en relación a la famosa obra de Antonio Berni). Fue invitada a exponer en una feria y materializó la escultura utilizando perlas, monedas, envoltorios de golosinas y billetes.

Coloridas y llamativas son sus obras de arte. Quien descubre su cuenta de Instagram, @elisainsua no puede dejar de ver el detalle con qué material está hecho cada obra y observar imagen por imagen la dedicación con la cual Eli le destina parte de su tiempo a cada una de ellas. Allí acumula unos más de 46 mil seguidores y comparte ahí todos sus diseños. “Una serie de obras que más repercusión tuvo en las redes fueron las tapas de revista: Gente y Caras. Eran parte de una serie llamada “Vanitas Virtual” y las hice específicamente para exponerlas en la Usina del Arte en 2019″, cuenta sobre las obras que más “likes y comentarios” tuvieron.

“Se trataba de enormes tapas de revista, con sus títulos e imágenes originales, realizadas íntegramente con residuos. Tituladas “Consumo Cultural Descartable” I y II, hablaban de la cantidad de información descartable e intrascendente que consumimos diariamente, tanto en los medios como en las redes. Reflejaba cómo tras una noticia impresa que tuvo cierta relevancia una semana, la semana siguiente usamos ese papel para limpiar la parrilla o envolver un vaso. Este concepto se extrapola a la virtualidad: el volumen bestial de imágenes que hay archivadas en la nube o subidas a las redes ilustrando desayunos, chicas en bikini o tutoriales de maquillaje. Un enorme basural digital”, explica sobre la obra en cuestión y agrega, “Resulta casi irónico que esas piezas que critican nuestra forma de usar las redes, fueran justamente las más compartidas en ese ámbito. Pienso que tiene que ver con que retrataba una imagen muy icónica, que todos conocemos, con cierta ironía y sentido del humor; ilustrando, casi al pasar, el machismo argentino”.

Los materiales, su recolección y cómo piensa sus obras

Elisa cuenta que los materiales con los que trabaja son donaciones de amigos, conocidos, familiares o seguidores que separan estos objetos y se los acercan a su taller de las cuales muchas veces son cosas difíciles o imposibles de reciclar. “También tengo algunas empresas que me han donado cajas con remanentes de productos rotos o fallados. Al considerar las distintas procedencias de cada una de estas piezas, mis trabajos se convierten en trabajos colaborativos en los que cientos de personas se ven reflejadas”.

La tapa de Gente, la obra de Elisa que formó parte de su proyecto  “Vanitas Virtual”  expuesto en la Usina del Arte en 2019. Se tituló “Consumo Cultural Descartable” I y II

Al ser donados, cada objeto tiene una historia detrás, y la artista cuenta una para Infobae: “La más impresionante fue hace el año pasado, cuando alguien (nunca supe quién) me había dejado una bolsa con objetos de descarte para usar en mis trabajos. Estábamos haciendo una primera clasificación con mi madre y entre las cosas encontramos una estampita de comunión bellísima, super antigua. Cuando la dimos vuelta, leímos: Ricardo Alberto Barreda, 1945, La Plata. Mi madre se metió en Wikipedia para ver si las fechas coincidían y nos dio escalofríos enterarnos que era la estampita de comunión del femicida. Es una historia siniestra pero quizás la más impactante acerca de los objetos variadísimos que me llegan”.

Cuenta Elisa que las ideas que disparan sus obras pueden tener varios orígenes: una conversación, una frase de un libro, una película, una imagen que ve en la calle. Tiene varios cuadernos donde va anotando ideas, pensamientos y bocetos. “Al fin y al cabo, toda creación es un gran remix o collage de referencias anteriores”, dice. Explicó también que el lenguaje visual con el que trabaja viene de fuentes súper variadas: desde el rap norteamericano con su estética del “bling”, las iglesias barrocas, la cultura pop japonesa (kawaii) hasta la vestimenta de los carnavales (tanto los de nuestra mesopotamia como los de Venecia o Jujuy), la moda (las últimas colecciones de Balmain por Olivier Rousteing), algunas ciudades particulares en donde estalla la ostentación (como Miami y Dubai) y la estética de la publicidad (los colores saturados, las grandes dimensiones, el brillo y las imágenes explícitas).

Como toda obra de arte lleva su tiempo crearla. Para cada pieza la producción es de 1 mes y contó a Infobae que realiza sólo una obra a la vez y lo hace sobre una gran mesa escuchando música o radio. “Paso muchísimas horas por día en el taller, es un espacio compartido con otras artistas a las que adoro y admiro. Ellas hacen que toda la experiencia sea mucho más placentera y estimulante”.

 (PH Natalia Panczuch)

Una expositora argentina en el mundo

Tiene un gran CV de haber pasado por grandes lugares donde pudieron ver sus mejores obras. Desde provincias de nuestro país, Europa y la última donde está actualmente en Nueva York por cuatro meses hasta septiembre la cual fue invitada por la institución Materials for the Arts, que es parte de la secretaría de cultura de la ciudad.

Elisa en 2014 tuvo su primera exposición individual, “Stairway to Heaven” en Plataforma (Córdoba, Argentina), seguida de “More is More” en Espacio Modos (Buenos Aires, 2016) y “Quid Pro Quo” en APPA (Madrid, 2018). En 2019 tuvo su espectáculo más grande hasta la fecha, “Virtual Vanitas” en Usina del Arte (Buenos Aires, Argentina). Formó parte de diversas muestras colectivas en Sudamérica y Europa, entre ellas “Ludica” en MACSur (Museo de Arte Contemporáneo del Sur, Buenos Aires, 2018), “Memento Mons” en el Museo Beaux Arts Mons (Mons, Bélgica, 2019), “Slight Omission” en Cerquone Projects (Madrid, 2018) y “Proyecto Vergel” en María Casado HG (Buenos Aires, 2016).

 “Me resulta interesante poder compartir mi obra con diferentes públicos y ver cómo la respuesta del público cambia según el país o la ciudad. Eso es lo bueno de las artes visuales: son un lenguaje internacional que no necesita traducción. Creo que al fin y al cabo, los artistas materializamos nuestras obras para compartirlas con un otrx (de lo contrario, nos contentaríamos con sólo imaginarlas). Para mí, el hecho de poder exponerlas es realmente fundamental: de alguna manera, esta mirada ajena completa la obra”, dice orgullosa.

QR Code por Elisa Insua, una de sus obras

Sobre la muestra que está en Nueva York, la exposición “The Path of Least Resistance”, inauguró la semana pasada y queda montada hasta fines de septiembre, ésta explora cómo las estructuras o normas socioeconómicas abstractas modifican nuestro comportamiento. Así como las puertas, las rejas y los alambrados direccionan nuestro movimiento en el plano físico, también las reglas de la economía modifican nuestra conducta.

Fue así que Elisa la seleccionaron para ser la encargada de diseñar la pieza principal de la muestra. Titulada “Exclusiva Exclusión”, es una gran instalación de 5,5 metros de ancho y 2 metros de alto, y cuenta ella misma de qué es: “Se trata de una representación de un alambrado hecho íntegramente con bijouterie dorada: cadenas, dijes, llaves, aros, medallas, etcétera. La pieza atraviesa la sala de pared a pared y tiene un gran agujero en el medio. Esto último propone un quiebre y abre la interpretación a varias posibilidades: cómo romper las estructuras que están en pie para reformular el sistema económico y migrarlo hacia uno más ético, justo y responsable”.

La obra es una reflexión acerca de la creciente desigualdad económica, no solo entre personas y clases sociales, sino también entre naciones desarrolladas y en vías de desarrollo. Si no se corrige el problema, el tejido social podría romperse, como sugiere el agujero. “Aquí en Estados Unidos el público instantáneamente relaciona la instalación con el problema migratorio, y esa lectura, que quizás en Argentina nos es un poco mas ajena, me resulta también enormemente valiosa”, finaliza la creativa artista plástica Elisa Insua.

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