Conocé la historia del Shrek solidario de México

Historias para contar Slider costado

Desde hace una década se caracteriza como el ogro de la famosa película y una parte de lo que recauda lo destina a los más necesitados. 

Hugo García, un hombre oriundo de Tijuana, México, decidió caracterizarse cómo Shrek, el famoso personaje animado para poder, en un principio, juntar dinero y pagar el tratamiento oncológico de su esposa. El gesto trascendió las fronteras, se viralizó y se ganó el corazón de todos.

Hugo García contó en diálogo con TN que hace 10 años a su pareja, Martha Beatriz Vázquez Ballesteros, le diagnosticaron cáncer de mama: “Yo era soldador y tuve que dejar mi trabajo para atenderla porque una vez que el enemigo entró a casa, es decir la enfermedad, es algo muy duro, doloroso y caro. Me levantaba a las 3 de la madrugada para conseguir los turnos médicos y en un momento me encontré en bancarrota porque ya había vendido mi coche y mis herramientas para pagar el tratamiento”.

En ese sentido recordó que una noche, sobrepasado por los problemas económicos y el complejo cuadro de salud de Martha, le pidió a Dios una señal: “Le dije que me iluminara y marcara el camino para salir adelante y en un sueño se me apareció Shrek. Nunca en mi vida me había pasado algo así. Entonces me rapé el cabello, me saqué la barba y el bigote y me convertí en alguien más amoroso y comprensible”.

Gracias a algunas prendas que le donaron, pudo conseguir el look del famoso ogro, y comenzar a recorrer las calles de Tijuana entreteniendo a chicos y grandes a cambio de dinero o donaciones.

Bautizado como el “El Shrek de Tijuana”, la gente se familiarizó con él y comenzó a ayudarlo: “Una vez que supieron cuál era mi objetivo, me apoyaron. Ahora me invitan a animar fiestas, a las escuelas para hablar en contra del bullying, a bodas, divorcios y hasta funerales”.

Pero, mientras comenzó a hacerse popular, la salud de su esposa se complicó y en una de las sesiones de quimioterapia a la que la acompañó pasó algo que se materializó en un gran acto de solidaridad.

“Entré en una sala donde había 50 mujeres esperando para ser atendidas y cuyos maridos las habían abandonado al saber que tenían cáncer. Era el único hombre ahí y todas agradecieron mi presencia. Ahí empecé a sentir más de cerca el dolor de los demás, la tristeza y las necesidades. Por eso comencé a llevarles mantas y comida para ellas y para algunos familiares que las esperaban afuera del hospital, abajo de la lluvia y con frío”, relató. La ayuda no fue solo para pacientes oncológicos y sus familias sino que se extendió a orfanatos y residencias de adultos mayores: “Llevo cajas de alimentos y aunque a veces en mi casa me falta, Dios me da fuerza para ayudar a los demás con lo poquito que puedo”.

Como en la película, Hugo anhela con superar este mal momento y poder ser feliz con su hija Jacqueline, de 12 años, y su esposa: “Ella es como mi princesa Fiona, mi más puro amor. Esto es parte de la historia de mi personaje; detrás de la sonrisa hay un dolor y una gran tristeza dentro mío. La fe es lo que me hace salir día a día a la calle y traer comida y comprar medicamentos a mi esposa”, concluye.

Suscribite
Notificarme de
guest
0 Comentario
Ver todos los comentarios