“Cuando nos damos cuenta que nuestra intervención genera algún tipo de transformación social, más entusiasmo tenemos en seguir haciendo este laburo”
Grupo Tateti
POR FERNANDA DI BENEDETTO
Las escuelas rurales de Argentina albergan a niños, niñas y adolescentes que residen en pequeños parajes o pueblos alejados de las ciudades y ligados a las actividades agropecuarias. Muchos de estos alumnos pasan el día entero en las escuelas, incluso algunos residen en ellas.
En la Argentina, unas 15.000 escuelas rurales reciben entre 10 y 150 alumnos que, en muchas ocasiones, comparten la sala en un plurigrado donde un docente imparte clases en varios niveles y áreas. Durante la pandemia, este número se redujo notablemente, ante los problemas económicos que sufrió el rubro agro y la escasa conectividad a internet de las zonas, muchos alumnos vieron complicada la tarea de cumplir con los planes de estudio.
Esto provocó que personas ligadas a estos establecimientos tomaran medidas, como por ejemplo Ricardo Periga, director de una escuela rural de La Pampa, quien durante el aislamiento, recorrió más de 250 km cada quince días para entregar a sus alumnos materiales didácticos, un bolsón de alimento y las computadoras que usaban durante clases.
Existen también organizaciones enteras dedicadas a colaborar con el mantenimiento de la escolaridad rural, asistiendo tanto a los alumnos como al personal, que vienen hace varios años trabajando en pos de generar proyectos sociales que favorezcan las condiciones en las que se dan las clases pero que, a su vez, llevan el compromiso más allá de las aulas.
El Grupo Tateti es una de estas organizaciones. Conformada por 7 integrantes y más de 30 voluntarios, surgió en el año 2014 con el objetivo de unificar y desarrollar proyectos sociales escolares en los que este grupo de amigos venía trabajando. Luego de ponerse en contacto con APAER, una ONG dedicada a apadrinar escuelas rurales en Argentina, decidieron emprender el mismo camino y hoy, tras 7 años de compromiso y dedicación, apadrinan 4 escuelas, 3 de Chaco y una de Santa Fe, que engloban a aproximadamente 80 niños y niñas y sus familias.
“Nuestro deseo es seguir creciendo y lograr expandirnos hacia más escuelas tanto del interior del país como dentro de la provincia de Buenos Aires”, comentan desde la ONG. Entre sus principales tareas, se encuentran la de mantener una comunicación fluida con las comunidades, de manera virtual o presencial, y el armado de encomiendas dirigidas a las escuelas con alimentos, útiles, elementos de higiene personal y limpieza, y artículos para que los maestros puedan celebrar días festivos. Además, realizan también actividades para fomentar estas tareas, desde colectas y proyectos, hasta campañas en redes sociales.
Es por esto que su labor no se limita pura y exclusivamente a la escolaridad, si no que también se preocupan por lo que pasa fuera del establecimiento: “Somos un grupo que busca acompañar la trayectoria educativa de los niños y niñas que viven en comunidades rurales, por esto, las actividades que proponemos están vinculadas a fin de acompañar su crecimiento y desarrollo”, explican.
Poner el cuerpo en el apadrinaje es otra de las cosas que caracteriza a Tateti. Interviniendo en el territorio y conociendo a los y las chicas, realizan actividades orientadas siempre a mejorar la perspectiva. “Nuestras intervenciones tienen que ver con actividades como llevar tachos de pintura y ponernos a pintar la fachada de la escuela, hasta llevar a distintos profesionales para que brinden charlas de salud, psicología, de educación dental, etcétera”, cuentan, y añaden que en Chaco se suma también la colaboración en problemáticas propias del espacio que habitan. “Estamos involucrados con la problemática del agua que ataca directamente a la provincia. (…) Hace unos años pudimos realizar la compra de un filtro potabilizador de agua a partir de un vínculo estrecho con la fundación Agua Segura, y actualmente estamos trabajando para poder envíar otro filtro a una escuela más”, agregan.
Contando con una constante comunicación, cada integrante de Tateti sabe lo que estas escuelas necesitan muchas veces directo de la boca de quienes las habitan a diario. Mediante diálogos telefónicos o presenciales, se hacen eco de las necesidades y actúan, a veces de inmediato, y otras veces con una planificación acorde para asegurarse de cubrirlo todo. Aseguran, como equipo, que “No queremos que el proyecto se estanque en esto de los envíos y nada más, queremos que nos conozcan y conocerlos, queremos saber sus nombres y ver sus caras, queremos saber qué cosas les gusta hacer y jugar con ellos”.
Como proyección a futuro, Tateti espera incursionar en la educación sexual integral a través de charlas con profesionales o el armado de material pedagógico, para que los maestros puedan tener las herramientas necesarias a la hora de hablar de esta temática en clase.
Más allá de que sea un apadrinaje de escuelas, la labor de Tateti, como evidencia esta nota, va mucho más allá de el aprendizaje. Está plasmada también en las casas de los y las alumnas, en sus familias, en la preocupación por cubrir y erradicar cada problemática que se presente. “Nuestra mayor motivación es que algún día no tengamos que apadrinar más escuelas porque ya no existan niños y niñas con necesidades básicas sin cumplir. Creo que es a partir de este deseo que le ponemos garra al trabajo que hacemos y festejamos como pequeños logros cada vez que cumplimos alguno de los objetivos que nos vamos proponiendo”, concluyen.