Amor en tiempos de COVID: la historia de Gustavo y Adriana

Historias para contar

Dos cordobeses que compartieron el amor por ellos y por su profesión hasta el final.


Gustavo Salemme y Adriana Cheble se conocieron hace 40 años, cuando ambos eran adolescentes. Decidieron emprender juntos la carrera de medicina, en la que se acompañaron siendo amigos, compañeros de estudio y amantes a la vez. Al recibirse, él se orientó hacia el diagnóstico por imágenes y médico laboral, mientras que ella optó por ser médica clínica y auditora médica.

Tal era la vocación de ambos por la medicina, que cuando fue el brote de cólera a principio de los 90, partieron hacia el norte, filmando todo el recorrido y su labor médica paso a paso para crear un documental.

En 40 años de relación, Gustavo y Adriana no solo formaron una carrera juntos. Formaron una familia conformada por tres hijos, la cual siempre fue muy unida. Cuenta su hijo Matías en diálogo con Ser Argentino: “Mis papás estaban en su mejor momento: viajaban, compartían tiempo con nosotros y estaban muy ilusionados esperando a su primer nieto”, haciendo referencia al embarazo de su hermana.

Al estallar la pandemia por COVID-19, la pareja tuvo que ponerse al pie del cañón con la altísima demanda en los hospitales. Ambos sabían que esto significaba estar muy expuestos al contagio, pero la vocación era más fuerte que ellos.

Cuando se contagiaron, Matías fue el único que no se tuvo que aislar, dado que su hermana estaba embarazada y su hermano menor vivía con los padres. Encargado de las compras y el apoyo moral a su familia, vio cómo de pronto todo se desmoronaba. Los dos médicos tuvieron que ser hospitalizados, agravando su estado hasta requerir cuidados intensivos. 

“Mis viejos estaban casados hace 40 años. Nacieron para estar juntos, y se fueron juntos”, relata Matías, contando que recibió una infinidad de mensajes de personas que habían trabajado con ellos. “Vos no me conocés, pero tu papá fue mi jefe en el Hospital Pediátrico durante muchos años: lo apreciaba muchísimo”, cuenta uno. “Trabajé muchos años con tu mamá en el Hospital Provincial. Compartí con ella muchas horas y, fiel a su estilo noble y de buen corazón, forjamos una amistad”, concluye. 

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