Una apuesta por la sustentabilidad y la inclusión

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A veces, la moda pareciera pecar por fría y distante. Inalcanzable. Incomprensible. Vana. Creadora de un régimen exclusivo y excluyente que, en su afán por diferenciar, solo logra distanciar. Sin embargo, los tiempos cambian y, como fiel reflejo de su época, esta se actualiza y se despide de esa faceta solemne y altiva para dar lugar al optimismo y a la alegría, fundamentales en un mundo que todavía transita, quizá con un poco más de esperanza, un período de oscuridad.

Víctima del cliché más lindo del mundo, Brasil es sinónimo de felicidad y diversión. Una imagen mística, rehogada en una nostalgia dulce y veraniega, color y ritmo. La música se imprime en sus palabras, que se envuelven en la boca y se enroscan en la lengua, víctimas de un ritmo obligado. A.rolê, a la rolê, gola rolê. “El nombre proviene de mi pieza favorita, la polera, que en Brasil se dice gola rolê”, comenta Luiza Gil, fundadora de A.rolê, durante una entrevista.

Nacida en San Pablo y criada en Porto Alegre, a los 18 años se mudó a Buenos Aires para estudiar Producción de Moda en la Universidad de Palermo. “Siempre me encantaron la ropa y las imágenes. Mi abuela era costurera y los mejores días que recuerdo eran cuando hacía la ropa para mis muñecas”, rememora. Al retornar a su país natal, Gil trabajó como productora para Yasmin Sterea, la entonces editora de moda de Vogue Brasil. A partir de esa puerta que se abrió, pudo colaborar con grandes marcas y artistas, como Anitta, la cantante pop brasileña, además de otras producciones freelance.

En este contexto fue que surgió la idea de crear una marca. “Para una publicidad, me pidieron que saliera a la calle a encontrar guantes y, en ese momento, me di cuenta de que el mercado no contaba con esas piezas; solo encontraba guantes vintage en negocios de segunda mano”. Su fascinación por estos accesorios proviene, además, de su infancia. “Fui criada en el sur, con la familia de mi mamá, donde hacía mucho frío. Mi abuela tenía un cajón de guantes, cortos, largos, de cuero, de lana. En ese momento, me enamoré de ellos y comprendí que eran accesorios democráticos que no tienen talle ni género”.

Imagen de campaña para la colección de verano Brasil Delírio de A.rolê en Río de Janeiro

El concepto inicial de la marca fue unir sus dos prendas favoritas, las poleras y los guantes, y darles un nuevo giro para inferir en algo tan doméstico y reservado el ruidoso espíritu brasileño. La fuerza democratizante de estas piezas, uno de los aspectos que resonó en Gil al encontrarse con los guantes, también se refleja en la imagen de A.rolê. “Siempre buscamos traer distintos tipos de cuerpos, etnias y géneros en nuestras campañas, haciendo que más personas se sientan representadas y e identificadas con la marca”, asegura. En definitiva, el objetivo es producir prendas que hagan que los clientes “se sientan únicos y especiales, que sea una experiencia de libertad”.

Con una estética retrofuturista; chic, pero no protocolar, A.rolê extrae lo moderno de lo mundano a través de un giro conceptual imbuido en la emoción, la alegría y la soltura y privado de reglas. Parte de este carácter de vanguardia se evidencia en su naturaleza sustentable. “Todas nuestras piezas son hechas a mano en nuestro atelier en Brasil, los pedidos son confeccionados apenas son realizados y así evitamos el desperdicio de materia prima y mano de obra”, menciona Gil. “Deseo que haya concientización, que se valore la producción nacional y la mano de obra como arte y no como un servicio. No todo es lucro: conocer de dónde viene tu materia prima, las personas que hacen las prendas y saber que tienen condiciones dignas de trabajo hace que la marca tenga más fuerza. Antes todos compraban fast fashion por los precios, hoy algunos eligen el slow fashion por la ética”, agrega.

Una postura desafiante a la manera de obrar de las grandes casas de moda es común entre estas pequeñas realidades, quienes se encargan de elevar un reclamo de responsabilidad y valorización que es cada vez más frecuente entre los consumidores. Parte de esta demanda proviene de un redescubrimiento de la herencia cultural, estética y artesanal sudamericana, cuyo valor es ignorado por la mirada eurocentrista del estilo.

La moda brasileña está llena de posibilidades. Lo que falta es inversión porque el potencial y el talento lo tenemos. Los trabajos manuales están muy presentes en la moda nacional, como el encaje y el corchet que son texturas muy buscadas internacionalmente y por las que muchas marcas cobran precios muy altos”, sostiene Gil. Este movimiento es, sencillamente, un llamado de atención a los diseñadores locales para que dirijan su mirada hacia adentro y exploren, exploten y exporten el realismo mágico sudamericano. El mundo está listo.

FUENTE: INFOBAE

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