Por un mundo en paz: el ejemplo de quienes le ponen el cuerpo

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Cuando miramos un avión, sin duda alguna, nuestra imaginación nos lleva a pensar en distancias. En puentes, caminos y rutas  en el aire que no vemos pero que sabemos están allí para unirnos, para acercarnos.

También, al pensar en la solidaridad nos ocurre lo mismo.  Sabemos y sentimos de afectos y acciones que nos encuentran y aúnan.

Los misterios de la vida, quizás no tan misteriosos, hicieron que converjan el avión y la solidaridad para dar forma a una historia humanitaria que nos conmueve hasta las lágrimas.

Dos guerras en tiempos distintos, Vietnam y Ucrania. La locura de la muerte, la tragedia de los desplazados. El drama de los niños al frente de todo.

Una foto que atormentó al mundo pacifista revelando la crudeza en toda su magnitud que se convirtió en símbolo y alerta, hoy es bandera.

Es imposible no emocionarse y sentirse chiquito ante tanto altruismo.

Es necesario dejarse sacudir por el ejemplo de quienes ponen el cuerpo y el alma ante la barbarie rusa para mitigar el sufrimiento ucranio.

No se puede permanecer indiferente ante tanta grandeza de una acción hecha desde la humildad con el solo propósito de brindar ayuda. Tender la mano.

Una vez más y como siempre las historias de vida que la gente escribe se tornan en enseñanzas, en ejemplos: Kim Phuc con su fortaleza y coraje, Enrique Piñeyro con su decisión y sensibilidad.

Ellos nos confrontan con las enormes posibilidades y aptitudes que cada día los seres humanos tenemos para hacer el bien, a cada instante, de mil formas.

Aristoteles se preguntó: ¿Cuál es la esencia de la vida? Y respondió: “Servir a otros y hacer el bien”.


Por Claudio Avruj
Director de Optimism

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