POR SEBASTIAN SAAVEDRA
Delia Sisro es licenciada en comunicación y especialista en procesos educativos; escribió el libro “500 palabras. Miniaturas literarias”, es coautora de “Vidas pesadas”, y junto realizó a Waldo Wolff “Asesinaron al fiscal Nisman. Yo fui testigo”.
Ella se define como “una apasionada por las palabras justas que cree que muchas lecturas nos permiten pensar la realidad”.
En el marco del Día del Escritor, una charla apasionante con Delia.
-¿Cómo se inició tu pasión por la escritura?
Nació prematuramente en la primaria. En primer grado empecé a escribir poesía, y la verdad que todo lo que me daban para leer me encantaba, pero especialmente tenía debilidad por lo que rimaba. Luego, a los 11 años, mi primo me dio para leer muchos libros porque en mi casa no había, y ahí fue creciendo la pasión aún más.
-¿Cómo te enriquece escribir, y cómo creés que enriquece al lector?
A la hora de escribir es necesario tener los cinco sentidos bien alerta, oliendo, tocando las texturas, y tratando de escribirlas. Y no es fácil que un texto huela a algo. La manera de enriquecerse es mirar, escuchar conversaciones, observar, ver pequeños gestos y detalles que hacen las personas a la hora de hablar, o teniendo alguna reunión. Toda esa información enriquecedora la uso a la hora de escribir. Y creo que el lector se enriquece con el poder de síntesis que tiene la lectura, y la emoción que emerga de las palabras.
-¿Cómo definirías un buen libro?
Un buen texto es aquel que te hace pensar, que tiene la fuerza necesaria, que tiene potencia narrativa, que sentís que el personaje se te hace propio y que podés vivir a través del texto. Si te ponés a pensar nadie se olvida nunca lo que un texto le hizo sentir. Lo importante es el impacto que puede lograr. Un buen libro debe tener unidos la cabeza, el corazón, y la fuerza para conectar con lo escrito y la manera leída por sus lectores.
-De todos lo que has escrito, ¿cuál fue el que más te movilizó o te gustó hacer?
Bueno, los tres libros que escribí tienen distinta índole. El de Nisman con Waldo Wolff es un libro político y policial. Habla de realidad y tuvo el impacto de la investigación. La escritura tratamos que sea sencilla y directa por la necesidad de dejar un testimonio contando lo más objetivamente posible cómo se habían dado los hechos. El de vidas pesadas que escribí junto a una nutricionista son relatos inventados. Pero quizás el que más me movillizó, me gustó hacer y terminó siendo un ejercicio fue el de “500 palabras…”: No tenía tiempo para escribir algo largo, y me propuse hacer algo breve. Subía textos de 500 palabras en las redes, y empecé a contar historias, misceláneas, reflexiones; son bastante variadas, pero todas tenían la característica de conmover mucho a la gente, y era eso lo que el público me decía. Finalmente compilé las mejores 50 y las publiqué.
-¿Estás craneando algún proyecto actualmente? ¿Podés contarnos algo?
Siempre estoy escribiendo muchas cosas, pero ahora estoy puntualmente ocupada escribiendo una novela, y además un desafío que fue idea de mis hijas. El libro “500 palabras. Miniaturas literarias” lo publiqué cuando cumplí 45 años, así que iré subiendo 100 palabras por año hasta llegar a los 50 con 1000 palabras. Por ende, estoy escribiendo también el libro “600 palabras”. Siempre estoy pululando con nuevos proyectos, pero la energía está en este libro, y la novela.
-¿Querés agregar algo?
Quiero dejar una idea que me parece maravillosa, y la vengo trabajando hace muchos años, y con mucha gente: la ficción también permite resolver problemas. Si lees mucho, cuando te pase algo, o le pase algo a alguien, algo de eso sabés, o podés decir. Pero ojo, no para tener la arrogancia de los consejos, sino para poder ayudar a pensar, y me parece que en la ficción encontrás absolutamente de todo. De hecho, a veces relata mejor la verdad que una nota periodística, así que lo que recomiendo es que lean todo lo que puedan, quieran y les guste leer. Encontrarse con una visión permite maserar y pensar la realidad de otra manera.
