Hizo séptimo en pandemia después de empezar las clases en una escuela de Florencio Varela. De su grado, solo él aprobó. Aunque el trabajo lo obligó a posponer lo que siempre había anhelado, con esfuerzo y el apoyo de su familia pudo cumplirlo.
Roberto Vázquez nació en Garabato, Santa Fe, el 14 de noviembre de 1950. Hijo de madre soltera, fue el mayor de tres hermanos: “Mi padre vivía en el mismo pueblo, pero nunca se hizo cargo de nosotros”, cuenta a TN.com.ar.
“A los 6 años ‘me dieron’ a una tía para que me críe y me mande a la escuela. Como era bueno en matemáticas, me obligaron a ir trabajar y el estudio quedó como una cuenta pendiente”, explica Vázquez.
Al tiempo se mudó a Buenos Aires, y enseguida lo contrataron en una panadería. Allí conoció a María, se casaron, formaron una familia y tuvieron dos hijos: “Los años pasaron y de grande tuve la ilusión de hacer la secundaria”, relata en su casa en Florencio Varela.
Después de varios años de intentarlo y nunca decidirse, a principios de 2019, alentado por sus hijos, empezó a buscar lugares para concretarlo. Necesitaba un certificado de la primaria, pero cuando viajó a Garabato, descubrió que su escuela se había quemado y el fuego había arrasado con todos los registros. Sin que lo detuviera esa noticia, se presentó en la Escuela 70, anexo de la número 1 de Florencio Varela. “Ahí comencé a ir a clases los primeros días de marzo 2020. A las dos semanas, se decretó la cuarentena por la pandemia y continué estudiando por medio de internet. Mandando las respuestas y las tareas por WhatsApp”.
Según explica, fue algo nuevo y a su vez una tarea doble. “Era mucho muy fácil ir al colegio y poder consultar cualquier duda con la maestra. En mi caso, recurrí a Google, y así fui haciendo la tarea. Me llegaba todo lo que tenía que hacer por WhatsApp o PDF, tenía que copiarla, resolverla y mandarla”.
Muchas veces se los corregía la docente y le pedía que los entregara nuevamente, pero Roberto es constante y tenía en claro cuál era su objetivo: “Llegué a fin de año bien y pasé. Fui el único que promocionó de mi clase. En octubre me pidieron fotos para la promoción y los datos del documento. La directora me dijo ‘sos el único promocionado de la señorita Hada´, mi maestra”, dice orgulloso.
Pese al contexto, a haber tenido que dejar de trabajar y casi no salir de su casa, se siente realizado: “Fue una gran alegría sentir que había concluido algo en la vida. A su vez, ya siento que tengo esta base para comenzar lo que viene”.