Llegó desde Corrientes hasta la provincia de San Juan a mediados de septiembre de 2019. Fue en compañía de su esposa Florencia y sus dos pequeñas hijas, Martina y Olivia. Lo hicieron con el objetivo principal de que su pareja tuviera una oportunidad laboral indeclinable. Sin embargo, el hombre no se quedó atrás y comenzó a rebuscársela. De esa forma, se le ocurrió arrancar un emprendimiento de chipá, la delicia gastronómica del noreste argentino, la cual está hecha en base a diversos quesos y harina de mandioca.
Carlos se desempeñaba como guía de turismo, pero trabajó por 11 años en un servicio de emergencias médicas. No obstante, cuando decidieron mudarse recobró su amor por la cocina. Se trataba de una pasión que conservaba desde muy pequeño y que volvió al reapareció en su vida. Sumado a esto, contaba con el apoyo de su esposa, mientras él analizaba distintas opciones laborales. En este contexto, decidieron que el correntino iba a cuidar de sus hijas en los momentos que Florencia trabajara. Todo transcurrió hasta principios de este año, hasta que las niñas comiencen el jardín y él así pudiera retomar las propuestas laborales. Aunque la pandemia frustró sus planes, surgieron los chipás.
Ya con el COVID-19 haciendo estragos, el hombre empezó a pensar en qué hacer para subsistir. Fue así que los vecinos se reunieron de a poco en el barrio y las destrezas culinarias del emprendedor llamaron la atención de los presentes. En su heladera tenía masa que le había regalado su madre. Por lo que preparó algunos e inmediatamente enloqueció a la gente. Inclusive, una vecina llegó a decirle que si se dedicaba a eso, el barrio entero se los iba a comprar. Esa fue la frase disparadora del proyecto que hoy tanto le da.
El chipacero popular
El 21 de septiembre decidió animarse y darle inicio a su nuevo emprendimiento. Empezó con una producción pequeña de chipá, que en principio le costaba mucho dinero. Sucede que los materiales eran caros y no conseguía obtener una estandarización del producto. Pero como el que persevera triunfa, logró darle la vuelta de rosca y encausarse. Por lo que al cabo de algunas semanas le encontró la vuelta. Por supuesto, no hubiese sido posible sin el boca en y el apoyo de sus seres queridos. A los siempre los tiene en stock y los vende congelados. Asimismo, asegura que es una comida que se puede acompañar tanto en las picadas, como en el mate.
Carlos le dio su testimonio al Diario Huarpe y conversó sobre lo que para él significa su iniciativa. En este sentido, aseguró que intenta que las personas que prueben sus chipas conozcan los sabores de su tierra y de su infancia. Actualmente, está produciendo entre 8 a 10 kilos de chipás. Arranca los martes a planificar porque afirmó que el fin de semana se vende muy bien. Hoy, gracias a las redes sociales logró captar seguidores y no para de crecer. Nunca imaginó que San Juan le daría la oportunidad de concretar sus sueños, pero sigue firme en hacerlo. Su meta es no parar hasta que el negocio se expanda y pueda conquistar cada rincón provincial haciendo honor a su Corrientes natal.
FUENTE: SER ARGENTINO