Una historia de amor y fiel compañía es la que envuelve a Moly y Kala, dos perritas de Anisacate que se convirtieron en inseparables ante la dificultad de una de ellas. Ambas son las mascotas de Judith, una vecina que se ofreció a tener a Moly sólo por unos días y después terminó quedándosela.
“Rescaté a Moly en julio del 2021 por una llamada de unos vecinos que manifestaban que una perra andaba deambulando en Anisacate, pedía comida en todas las casas, más o menos durante una semana y no encontraban a los dueños”, recuerda Micaela Gómez, una proteccionista de la localidad.
Asegura que la perra tenía signos de haber sido atropellada, una quebradura y un ojo ciego. “Era super miedosa y siempre estaba dentro de una casa, pero salía a buscar comida. Averiguamos y resultó que ella vivía en ese domicilio efectivamente, que sus dueños se habían mudado y la habían dejado ahí abandonada”, cuenta.
En ese momento, una vecina se ofreció a tenerla provisoriamente, y comenzaron con la atención veterinaria para Moly. “La castramos y la operaron de la pata, que le quedó más cortita pero no le dolerá más adelante. También perdió el otro ojito, es algo congénito”, explicó.
En esa casa estaba Kala, una perrita que vivía hace muchos más años en el domicilio. “Se llevaban como ´perros y gatos´”, cuenta la proteccionista. Pero la ceguera de Moly hizo que ambas mascotas se unieran y Kala se convirtió en su guía inseparable. “Cómo son los animales, tan bondadosos. Siempre hacemos seguimiento pero ya sabemos la excelente vida que le depara a Moly”, cerró la proteccionista, contenta por conseguirle un hogar y una familia a Moly.
