Elvis Barrera es cocinero peruano. Durante 9 años trabajo en un restaurante exclusivo de Buenos Aires, donde aprendió a hacer sushi y platos gourmet. Un día decidió irse para inaugurar un restaurant de lujo para sus vecinos del barrio popular
Cuando Elvis Barrera García comenzó a trabajar de chef en un lujoso -y carísimo- restaurante de Palermo, no imaginaba lo iba a venir después. Durante nueve años conoció cada uno de los rincones de ese exclusivo lugar de sushi y comida fusión, y absorbió todos los secretos. Cómo hacer el picante justo, cuál es el mejor corte de pescado para las piezas de sushi y cuáles para el ceviche, cómo cortar la acidez de un plato, cómo resaltar los aromas…
No fue su única escuela: en su Perú natal ya había aprendido lo que era la buena comida -no por nada tienen probablemente la mejor gastronomía del continente-, y eso combinado con la experiencia laboral y los años de estudio que sumó después lo dejaron preparado para dirigir su propio restaurante exclusivo. Y lo hizo, pero no quiso replicar el segundo de los adjetivos. ¿Para qué hacer algo carísimos si podía hacer algo lujoso e inclusivo?
Juntó algo de plata y estableció su local: Peruvian Nikkei. No lo puso en Palermo sino en su propio barrio, en la Avenida España al 1800, exactamente en la casa 117 de la manzana 4 del barrio Rodrigo Bueno.
“Sinceramente, poner el restaurante en mi barrio fue una locura. No sé qué se me pasó por la cabeza. De hecho, me fue re mal cuando empecé porque no venía nadie: ¿quién va a comer sushi acá me decían? Y tenían razón, pero hoy te digo que valió la pena la apuesta”, dice.
En el 2015 se fue del restaurante donde aprendió todo, volvió a Perú, a su pequeño pueblo, Namballe, y recuperó muchos de los sabores que había perdido, como el plátano verde frito con carne seca macerada. Pensó y pensó, y finalmente tomó coraje y lo hizo: volvió a la Argentina en el 2018 y abrió el local, pero no se llamó Peruvian Nikkei desde el primero momento.
“Al principio se llamaba El Sabor del Pisco Fusión, hasta que me junté con un amigo especialista en marketing y me recomendó un nombre más corto: ahí lo cambié a Peruvian Nikkei”, recuerda. ¿Por qué en su barrio? Porque sí. Porque era más factible económicamente y porque confiaba en ello.
“Vivo en el barrio, se dio la oportunidad y la tomé. Poner un pequeño emprendimiento donde hacés sushi, comida que se vende en los mejores restaurantes, era raro. En el barrio se venden minutas, milanesas, empanadas, pizzas… Pero eso ya había, y yo quería diferenciarme. Me arriesgué bastante pero valió la pena”, dice, orgulloso.
Con el tiempo la gente lo fue conociendo, tanto dentro del barrio como afuera. Hoy su mayor clientela no son sus vecinos sino porteños que vienen de todas partes de la ciudad para probar su comida.
“Yo estoy al final del barrio, en la parte de la construcción nueva. Entrás por Costanera Sur, y la primera avenida en la entrada al barrio le pegás hasta el final. Es muy tranquilo y seguro, el barrio está más ordenado, más prolijo, así que todos pueden venir. Incluso llegan los turistas”, cuenta. Su local abre de doce del mediodía a diez de la noche.
Además, Elvis hoy se encuentra inscripto en el Registro de la Economía Popular y Social. Participa activamente de talleres organizados por el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, y accedió a asistencia financiera por parte de la Subsecretaria de Desarrollo del Potencial Humano para mejorar su emprendimiento a fines de 2021. Tiene un sueño: hacer que su local se convierta en una marca, y esa marca en una franquicia. “Quiero conquistar primero al paladar argentino, pero después salir al mundo, conquistar Estados Unidos, España… Me gustaría mucho poder viajar con mi trabajo”, dice.