Trabas, escasez y burocracia. Una paciente oncológica cuenta los porqués de su campaña solidaria para conseguir y donar medicamentos clave para las quimioterapias de los “olvidados”.
“En este último tiempo, me he transformado en un mendigo”, confesó con dolor René Favaloro en una de sus cartas de despedida. Esto que expresaba el inventor, educador y cardiocirujano argentino -reconocido en el mundo-, es algo que viven también a diario muchos pacientes oncológicos “olvidados”.
El reclamo por la escasez, las trabas y la burocracia para poder acceder a la medicación oncológica para la quimioterapia no es algo nuevo, pero sí se ha potenciado y ha empeorado con la pandemia, como un mal hábito que se está radicando en la Argentina.
Alejandra Machado, una mujer de Almirante Brown, diagnosticada en 2014 con cáncer de mamá bilateral (ambas mamas) y que, por suerte, no debió reclamar por su supervivencia, revela esta situación por ser testigo recurrente de decenas de casos que le piden ayuda.
Esta mujer, que afortunadamente hoy está bien de salud, afrontó sola una pelea contra un sistema que debería garantizarle a sus habitantes la medicación y los tratamientos necesarios. Encaró de corazón, y por su cuenta, lo que se supone que deberían hacer las prepagas, los hospitales y el Gobierno Nacional: ayudar y asistir a quienes más lo necesitan. Cuando le detectaron cáncer de mama bilateral, Alejandra quedó “shockeada”. Como la mayoría de las personas, ella tampoco esperaba eso en su vida.
“Ahí empezó toda la movida para hacerme atender en el Instituto de Oncología Ángel Roffo. Lógicamente, cuando me dieron la noticia de que tenía cáncer, quedé paralizada. Me atendieron ahí y me propuse enfrentar la enfermedad de la mejor manera: con optimismo y pensando que esta enfermedad no me iba a vencer”, contó.
Empezó el tratamiento, accedió a que los médicos le quitaran una mama “con un vaciamiento ganglionar” y, afortunadamente, pudo conservar el seno izquierdo, del que lograron extraer el tumor.
“Luego de recuperarme de la cirugía, empecé con la quimioterapia. La llevé bastante bien, sin inconvenientes. Además, yo tenía buena predisposición, iba alegre a las sesiones. El estado anímico acá es clave, así como la contención familiar. Después hice 33 sesiones de radioterapia, una por día. Ahora, estoy en el periodo que le llaman remisión, de ver si se puede hacer la reconstrucción mamaria con una prótesis”, reveló.
Todos los días, Alejandra iba al Roffo a hacerse el tratamiento indicado por sus médicos. Mientras esperaba ser atendida, observaba a la gente que estaba en su misma situación, en una sala de espera, pero con un diferencial: se los veía tristes, desamparados y angustiados.
“Algo me llamaba la atención. Siempre veía lo mismo: rostros de tristeza, desolación, miradas vacías, angustia y dolor. De a poco, me animé a hablar con algunos de esos pacientes que también esperaban a ser atendidos y la respuesta era siempre la misma: ´No recibo la medicación´; ´No pude hacerme la quimioterapia porque no llegó mi droga´; Mi obra social no me cubre la medicación oncológica´; ´El trámite está trabado´; ´El ministerio de Salud no me envió la droga´, entre otras declaraciones de desolación”, precisó.
Como ella estaba mejor a nivel salud y no tenía ese problema de acceso, pensó: “Tengo que hacer algo. Lo primero que hice fue armar un grupo de Whatsapp con algunos de esos pacientes oncológicos y recibíamos pedidos, pero no teníamos la medicación que necesitaban. Entonces, abrí una cuenta de Facebook y empecé a unirme a grupos de hospitales oncológicos donde la gente donaba medicación y comencé a hacer contactos”, señaló.
Con el tiempo y la confianza ganada, empezó a recibir donaciones: “Cuando un paciente necesitaba una droga que yo había conseguido, le daba la medicación. De a poco, se fue haciendo la rueda. Ahora, por suerte, ayudamos a muchos pacientes oncológicos”, contó.
Mientras aclara que no es una ONG, ni una fundación, Alejandra revela por qué nació -hace aproximadamente dos años- su iniciativa solidaria: “Hasta que a uno no le pasa, es imposible saber o entender lo que siente una persona que puede iniciar su quimioterapia. Es desastroso cómo está funcionando la salud, sin importar si tenés o no prepaga. Cada vez hay más demoras y trabas y por eso mucha gente se suma a esta campaña de ayuda”, dijo.
“Sé lo que es estar esperando la medicación, que llegue el día de la quimioterapia y no tenerla. A mí por suerte no me pasó, pero sí lo vivo a diario con otras personas”, concluyó.