POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Miriam Escandarani es profesora de educación física, baila tango, es escultora, y escenógrafa. Luego de hacer el curso de timonel, a los 50 años decidió regalarse un velero. Hoy en día recibe turistas de todo el mundo a los cuales les ofrece algo para compartir, disfrutar y generar un recuerdo imborrable.
En esta charla, navegamos mar adentro en la vida de Miriam, para conocer su historia y su capacidad de reinvención.
– Sos profe, bailás, sos escultora, escenógrafa y tenés un velero para salidas turísticas. ¿En qué lugar se unen todas esas actividades?
Lo que une a todas esas actividades es la docencia y la facilidad de relacionarme con la gente. Actualmente sigo dando clases de natación, de pintura y escultura (tuve una empresa de escenografía durante 10 años, e hice el curso en el teatro Colón). Hoy por hoy hago un chiste diciendo que estoy, o sumergida en el agua, o flotando en ella.
– ¿Y cómo surge la idea de MedioSiglo Velero?
A los 49 años hice el curso de timonel, algo me había quedado pendiente del profesorado de educación física especializado en deportes náuticos, así que después de casi 30 años, me anoté. Una vez que tuve el carnet de timonel habiendo navegado 8 meses en el curso, me di cuenta que no conocía a nadie que me pudiera invitar a navegar así que rompí el chanchito y me hice un regalo: un velero de 26 pies. Le puse de nombre MedioSiglo y lo estrené el día de mi cumpleaños número 50. Armé un Instagram y comencé con una bitácora digital, registrando fotos, número de salida y de tripulantes. Así invité a gente que conocía y que quería vivir la experiencia, ya sean amigos, familiares, y conocidos. En ese momento me di cuenta que me había regalado algo para compartir y disfrutar con otros. A los 6 meses, cuando ya todos habían venido, subí la experiencia en Airbnb y Trip Advisor y empecé a hacer paseos apuntando a que sea una forma de trabajo y de ayudar al mantenimiento del velero. La idea prendió inmediatamente con una propuesta “bien Argentina”: tangos, mate y choripán en la parrilla náutica. Vinieron turistas de un montón de lugares del mundo y dejaron hermosas reseñas y calificaciones del paseo.
Durante la pandemia estuve siete meses sin poder siquiera ver cómo estaba el velero, así que empecé a ofrecerlo al público local. A través de Bigbox, Fanbag y el Instagram que nunca dejó de crecer. Durante estos cuatro años organicé eventos de todo tipo: fotógrafos, instagramers, llegando a cruzar la línea de los 10.000 seguidores, casi 500 salidas y más de 1.500 tripulantes.
– ¿Cómo son las posibilidades y experiencias con los turistas?
Ofrezco paseos compartidos, privados, con o sin parrilla (pizzas o choris) o sushi. Opciones más largas de navegación, tirar el ancla y nadar en el río, salidas especiales de luna llena, amaneceres, propuestas de matrimonio o noviazgo, cumpleaños, aniversarios, recibimientos y me gustaría algún día que quieran venir a casarse al velero (el capitán tiene autoridad de juez de paz en su embarcación).
– Hay personas que se la pasan proyectando ideas que nunca cumplen, ¿alguna palabra para que puedan dar ese paso?
Me considero una emprendedora. Por ejemplo, con tan sólo 12 años pedí ser la profesora de patín en el club que iba cuando el profesor se fue. Después de recibirme de profesora de educación física trabajé muy poco en relación de dependencia; armé y lideré escuelas de natación, colonias de vacaciones y hasta una pequeña pyme en edificio con salón de usos múltiples en donde, junto con una socia, dábamos clases de arte y juego. Más tarde, y después de hacer el curso de escenografía en el Teatro Colón, armé una empresa de realización de escenografía durante 10 años. Consejo: anímense, den el primer paso y deséenlo.
– ¿Algo más que quieras agregar?
Síganme en @mediosiglovelero, no se pierdan de hacer esta hermosa experiencia que hago con tanta pasión y amor. Vengan a festejar todo y armen un paseo a su medida también.
