Yoyoca llegó por primera vez a Córdoba cuando tenía 11 años con el sueño de conseguir unas prótesis para estar de pie. Ahora, a sus 18 se anima a patear la pelota en el Club de Barrio Parque.
Una de las historias más increíbles sucedió en Córdoba: una joven llamada Yoyoca conquistó el corazón de todos los cordobeses, quienes hace años se sumaron a la campaña para conseguir sus prótesis. Ahora Yoyoca desde hace dos meses comenzó a jugar al fútbol en el Club Atlético de barrio Parque. Primero comenzó a entrenar para jugar hockey y ahora se animó a jugar al fútbol.
“Probé y por ahora me gusta. Al principio tenía miedo, no sabía patear la pelota y el equilibrio…pero nada es imposible”, contó. “Me siento bien, agradecida, por el estado que tengo y por poder caminar, por todo. No me hubiera imaginado yo jugando al fútbol ni caminar”, confesó.
La historia de Yoyoca
Yoyoca nació en Nachengue, un aldea rural de Mozambique. Al año y medio tuvo un accidente donde se quemó sus pies. En el dispensario local no tenían los recursos para atenderla por lo que se movilizaba de rodillas y como sus heridas no cicatrizaban, las infecciones se repetían permanentemente. En 2010 tuvo una infección tan grave que un sacerdote de la Misión Redentorista la llevó a la capital donde la trataron y decidieron amputarle los pies por encima de los tobillos. Aunque tenía una silla de ruedas, ella quiso continuar desplazándose de rodillas a las que intentaba proteger con un calzado.
Fue entonces cuando conoció a Silvia Susana Somaini e Irene Albrecht, dos mujeres que trabajan con la congregación Misioneros Redentoristas y quienes crearon la fundación “Yoyoca, África de Pie”, para que la pequeña pudiera volver a caminar de pie y desde donde trabajan por una sociedad justa y solidaria, que cuide y motive a sus niños para que se desarrollen plenamente y gocen de una vida digna, accediendo a los beneficios de una buena alimentación, salud y educación.
En 2014, Yoyoca llegó a Córdoba por primera vez. Si bien regresó a su país natal, en dos oportunidades tuvo que regresar para cambiar sus prótesis debido a su desarrollo, y en la última de ellas se acordó que se quedara en la ciudad para poder brindarle una asistencia periódica.