Olga estuvo un mes en terapia intensiva luchando por su vida a raíz del coronavirus. Se recuperó y su marido -que es albañil y tiene una constructora- puso en valor el centro de salud local pagando todo de su bolsillo: “Fue mi manera de devolver todo lo que hicieron por nosotros”.
A Olga, la esposa de Juan Carlos, la habían dado prácticamente por muerta luego pasar quince días en coma batallando contra el COVID-19. “El director del hospital de Chascomús vino a avisarme que me prepare para despedirme porque las chances de sobrevida eran muy pocas”, cuenta emocionado. Entonces, reunió a la familia. “Llamé a mis dos hijos, a mis nueras y a mis nietos, que viven en Ushuaia, para que estén cerca”, agrega.
Para los que creen en los milagros, algo de eso ocurrió. A los pocos días, Pastora Olga Almirón (60) revirtió su cuadro y le ganó al coronavirus. “Dios tenía otros planes para mí”, dice feliz desde su casa, donde aún continúa con el proceso de rehabilitación. Pero Juan Carlos, la interrumpe. “Sos una luchadora, negrita, y te salvaron la vida los médicos”.
El conmovedor gesto
En un conmovedor gesto de agradecimiento, Juan Carlos no dudó en hacer su aporte con la institución que cuidó de la salud de su esposa. “Noté que la fachada estaba algo deteriorada, entonces le propuse al director, el Doctor Rodriguez, donarle todos los trabajos de albañilería y pintura que necesitaba el edificio. Era mi modo de aportar mi granito de arena”.
Juan Carlos es dueño de una empresa constructora en Chascomús. Es albañil desde los 13 años, aprendió el oficio de su padre en el Paraguay. Emigró a la Argentina en busca de mejores condiciones de vida en 1982 con apenas un bolso. Desde cero fue ganando clientes.
Las tareas en el Hospital de Chascomús, recientemente ampliado con una sala de Pediatría, se iniciaron los primeros días de agosto. “Empezamos con la limpieza de las paredes del exterior usando la hidrolavadora. Después se pasó a las tareas de albañilería, de masillado de grietas y finalmente la pintura para devolverle el color. En total fueron casi cuatro semanas de jornadas de seis horas”, detalla.
La puesta en valor entre los materiales y de mano de obra tuvo un costo para Juan Carlos de 400.000 pesos. “Soy un tipo humilde. Todo lo que gané lo hice trabajando. No espero nada de nadie. En el hospital hicieron una tarea increíble, ahora me tocaba a mí”. El resultado fue celebrado tanto por el personal de salud como los vecinos y la municipalidad. Una vez en casa, Olga siguió de cerca las obras. “No me animo a bajar porque me moviliza visitar el hospital. Espero no tener que volver más. Así que le pase con el auto y vi que quedó hermoso”, resalta.