“Maxi” Espinillo viene de ser figura y mejor jugador del último torneo internacional de fútbol para ciegos. Antes de los Juegos Paralímpicos cuenta su increíble historia.
Vendía caramelos y chocolates en los colectivos con una sonrisa de oreja a oreja. Pero nunca dejó de lado su sueño: jugar a la pelota. Maximiliano Espinillo tiene una historia que vale la pena contar. Es el goleador y figura de los Murciélagos, la Selección Argentina de fútbol no vidente. A sus 27 años, tiene una historia pesada detrás. Sin lágrimas, sino con orgullo. Porque su historia tiene mucho de superación, de pelea y crecimiento.
Infancia
Actualmente vive en Santa Fe, donde defiende la camiseta del club Los Búhos, en la Liga Nacional de fútbol para ciegos. Y, claro, es jugador de Selección Argentina: hace ocho años es integrante de Los Murciélagos. Pero el trayecto hasta aquí no fue fácil. “Mi familia es toda de Argüello, están todos allá. Antes vivimos en Ampliación Cabildo y, hasta los 14 años, viví en Villa El Nylon. Ahí nos criamos. Mi papá y mi mamá (Silvia y Antonio) se encargaron de que no faltara nada y que viviéramos un infancia buena. Sobre todo en la villa, que era precario y la vida no era fácil. Después pudimos tener una casita en Ampliación Cabildo. Ya era un barrio, todo asfaltado, todo más normal”, recuerda Maxi.
A los cuatro años, lo que era su concepción de la vida cambió radicalmente. Quedó ciego y empezó transitar su infancia como un aprendizaje constante, día por día, junto a sus hermanos Natalia y Walter; y sus primos, en los potreros y campitos de Villa El Nylon.
Llegó el fútbol
“El fútbol me llega por mi papá y mi hermano. En Villa El Nylon empezamos a jugar con mis primos, con una pelota plástica con piedras adentro. Arranqué a los cinco, seis años. Yo quedé ciego a los cuatro y luego entré al instituto Hellen Keller (NdR: una institución que les brinda formación y contención a personas con discapacidad, ubicada en Ciudad Universitaria), donde hice la escuela primaria y conocí a todos mis compañeros. Ahí estaba todo el día con la pelota. Yo tuve un desprendimiento de retina a esa edad, por un virus. Se me hizo una presión ocular muy fuerte, me operaron y el nervio óptimo no aceptó la cirugía. Tengo un poquito de resto visual… luz, sombra, no alcanzo a distinguir colores, figuras. Es registro visual de luz, sé cuándo es de día o de noche, pero nada más”, cuenta.
En todo ese proceso, el fútbol fue un salvavidas. Fue su lugar. “Fue un proceso complicado, yo vivía en la villa, no nos sobraba nada. Ahí surge todo eso de inventar pelotas sonoras, con bolsas, con piedritas, con lo que sea, para desarrollarme e incluirme. Siempre fue mi sueño jugar a la pelota. Siempre me gustó el fútbol. Pero fue un proceso duro. Es complicado ser ciego en una familia porque todos deben aprender con vos. Ellos van entendiendo y uno va aceptando cosas”, recuerda Maxi.
Vendedor ambulante
Espinillo viaja cuando puede a Córdoba a visitar a su mamá Silvia. Allí recuerdan aquellos momentos. Hoy le falta su papá Antonio, quien falleció. Pero ellos eran vendedores ambulantes y ahí se crió Maxi, que se fue “haciendo” también en la calle, con ese oficio.
“Mis viejos eran vendedores ambulantes en el centro y nosotros vivíamos de eso. Empecé a laburar con ellos y, después, me fui a los colectivos. Es muy loco haber venido desde ahí y estar acá. Vendíamos pilas, relojes, un poco de todo. Yo laburaba con golosinas en los colectivos, chocolates, caramelos, alfajores. Trabajaba a la mañana, de 9 a 13. Me iba a casa, comía algo y después me iba a entrenar por mi sueño de dedicarme al fútbol. Eso fue hasta hace unos ocho años, cuando empiezo a ser jugador de selección. Siempre me tocó gente en el camino que me ayudó muchísimo. Una persona clave para mí fue Patricia Depiante, que fue mi entrenadora del 2012 al 2016. Fue mi segunda madre. Ella me cuidó, estuve bajo su ala. Me ayudó a llegar donde estoy hoy. Fue una de las personas que me dio una mano. Cuando uno llega no se tiene que olvidar de dónde viene y de dónde salió. Hay cosas que quizá uno no quisiera vivir o repetir. Pero no me arrepiento de haber vivido mi vida, ni de mis orígenes. Estoy orgulloso de todo lo que pasé. Si uno quiere llegar a algo, hay que ir para adelante, siempre hay un camino”.
Su actualidad
“Hoy me siento en un momento muy importante. Es el fruto del sacrificio que uno ha ido haciendo en todos estos años. Es un momento muy especial. Siempre trabajé y entrené para darle lo máximo a la selección. El reconocimiento es lindo, pero ahora queremos ganar la medalla de oro en los Juegos de Tokio 2020. Le tengo confianza al equipo, somos sólidos, tenemos delanteros muy buenos y potentes, como ‘Nico’ Veliz, que también es cordobés. Vamos a hacer un buen torneo”, se ilusiona.
En todo este camino, Espinillo arrancó jugando en la Unión Cordobesa de Ciegos. Luego, pasó por Los Leones de Bell Ville, Medea y, en 2012, lo citaron por primera vez para Los Murciélagos, donde poco a poco se fue transformando en un jugador clave.
“Al principio fue todo medio loco. Pasar de entrenar con un pebete y una Pritty, a ser jugador de selección, tener una beca para ayudar a mi familia. Tuve que empezar a cuidarme más, a entender que estoy representando a una selección. Fue un paso del deportista a amateur a vivir como profesional, diríamos. Córdoba es mi lugar en el mundo, pero hoy vivo en Santa Fe. Me gusta lo que elegí para hacer lo que uno ama de manera profesional. Fue un proyecto de vida, hace cuatro años que estoy de novio con María Victoria y estamos muy bien. Pero soy familiero y, cuando vuelvo, voy a la casa de mi vieja en Argüello. Siempre. Esos son mis orígenes y jamás lo voy a olvidar porque todo ese camino me llevó hasta acá”, cierra Maxi.
- Maxi Espinillo hace ya ocho años que forma parte del plantel de la selección. Es una fija.
- Maxi viene de ser goleador con seis tantos del último Gran Prix disputado en Japón con Los Murciélagos, una suerte de previa para el gran torneo que se viene. Allí lo eligieron como mejor jugador del certamen.
- Y, claro, ahora entrena con todo y se prepara para los Juegos Paralímpicos 2020, que se disputarán, en Tokio.
- La selección argentina enfrentará en el Grupo B a Marruecos, España y Tailandia. El certamen arrancará el 29 de agosto y concluirá el 2 de septiembre. En la Zona A, en tanto, competirán Brasil, China, Japón y Francia.
Sus títulos y medallas
Junto a Los Murciélagos, Maxi Espinillo obtuvo los siguientes logros en ocho años: medalla de plata Mundial 2014, campeones del Juego Itzza 2015, medalla de plata en el Panamericano 2015, medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos 2016, campeones de la Copa América 2017, medalla de plata en el Mundial 2018, medalla de plata en la Copa América 2019, medalla de plata en los Panamericanos 2019 en Lima (Perú), campeones del Grand Prix 2018, 2019 y 2021, en Japón.