Es el evento deportivo más importante en el mundo, es el que más público convoca y el que atrae la atención desde todos los confines del planeta.
Los Juegos Olímpicos fueron creciendo incesantemente inspirados en aquella frase acuñada como lema por Pierre de Coubertain en la creación del Comité Olímpico Internacional en 1894: “Cutis, Altius, Fortiusi” ¡Más rápido! ¡Más alto! ¡Mas fuerte!
Un mensaje que trasciende las épocas y que llega a nuestros días produciendo el mismo efecto motivador.
La propuesta de los Juegos Olímpicos, además de su atractivo intrínseco, atrae por los múltiples mensajes que expresa.
Esfuerzo, compromiso, entrega, respeto, solidaridad, disciplina, inclusión, diversidad, pluralismo, y trabajo en equipo son los valores que se ponen de manifiesto en cada competencia y en cada espacio compartido.
Como espectadores tenemos la oportunidad de ver un espectáculo multicolor único que dan los 200 países que participan. De emocionarnos con el sentimiento de los participantes, de imaginarnos haciendo eso que ellos lograron persiguiendo sueños, entregando tiempo y poniendo el cuerpo y el alma.
En el tiempo que vivimos, cada evento que nuclea gente es una buena noticia que disfrutamos. Que los Juegos Olímpicos finalmente se lleven a cabo lo es más aún.
Se corre el telón y el deporte del mundo se presenta dándole la oportunidad a miles de deportistas que se convierten en ejemplos para muchos. Que más allá de las medallas logradas, sin duda inspirarán a muchos jóvenes a comenzar sus caminos en el deporte.
Y es una vidriera importante para los países, para mostrar cuán seria es su apuesta por la actividad deportiva, y para aprender distintas experiencias y formas de llevar a cabo políticas públicas.
Sin duda, el mundo hoy comenzará a vivir una fiesta que además nos ayuda a seguir poniendo el pecho a los difíciles desafíos de nuestro tiempo a causa de la pandemia donde ponemos todo cada día. Igual que los deportistas en cada entrenamiento, en cada competencia.
Vivamos la fiesta. Bienvenidos Juegos Olímpicos.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism