POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Yossi Goldstein es historiador, educador, investigador especializado en el estudio y la transmisión de la Shoá/Holocausto y su impacto en nuestros días. Un viaje a la historia, y la realidad más auténtica sobre el Holocausto, los grupos negacionistas, los sobrevivientes, y cómo convive todo eso en la actualidad.
-¿Cuál es la importancia de tener una fecha en la que se recuerde el Holocausto como la que conmemoramos hace pocos días?
La memoria colectiva se expresa a través de sitios y rituales escogidos por la sociedad para resaltar valores y visiones, en base al pasado, pero mirando al futuro. Determinar una fecha de recordación es un resultado natural de este proceso de construcción y reconstrucción de la memoria colectiva. El Holocausto, Shoá según el término judío con referencias bíblicas, constituyó un fenómeno histórico central en el Siglo XX, y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Su recordación es un imperativo no sólo para el pueblo judío sino también para la humanidad.
-¿Cómo se decidió esta fecha?
El Estado de Israel fijó en la década de los años 1950 una fecha para recordar la Shoá: el día 27 del mes de Nisán según el calendario hebreo. Tomando como punto de referencia el día 19 de abril de 1943, víspera de Pésaj (la Pascua Judía o fiesta de la libertad) y comienzo de la destrucción definitiva del Gueto de Varsovia por parte de Alemania nazi, que dio inicio al levantamiento armado judío contra la política genocida nazi. El Parlamento israelí (Knéset) determinó que dado que no se puede fijar un día de duelo o recordación de los muertos en la Shoá en Pésaj, por lo cual lo decidió para unos días después de finalizada esa festividad judía, y próximo al día de celebración de la Independencia del Estado de Israel; convirtiéndose el 27 de Nisán en la fecha recordatoria. La conmemoración de la Shoá fue adoptada por muchos países como un paradigma de lucha contra la opresión y políticas genocidas. Un ejemplo fue la creación del Foro de Estocolmo en el año 2000, hoy convertido en la Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto (IHRA), compuesta por 35 países, siendo Argentina el único latinoamericano con membresía plena. Este marco internacional es en su mayor parte europeo a lo cual se sumaron democracias como Estados Unidos, Canadá, Australia e Israel. Los objetivos de esta Alianza son la recordación a través de la educación, sitios de memoria, y la investigación del Holocausto. Su lema central es: “Un mundo que recuerda el Holocausto. Un mundo sin Genocidio”. La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó como Día Internacional de Conmemoración de las víctimas del Holocausto el 27 de enero, recordando la fecha de la liberación del Campo de Concentración y Exterminio nazi, Auschwitz-Birkenau en 1945. Esta resolución fue adoptada casi por unanimidad el día 1 de noviembre 2005.
Recordar el Holocausto implica asumir un compromiso de lucha contra el antisemitismo, la negación del Holocausto, el racismo, la intolerancia, y la prevención de nuevos genocidos o masacres masivas.
-¿Cómo se trabaja hoy a nivel mundial para que no sigan apareciendo grupos negacionistas?
La negación del Holocausto es sólo una de las manifestaciones del antisemitismo, el neo-nazismo, el racismo y la intolerancia. La Alianza IHRA trabaja con ese fin a través de la adopción de una clara definición del término antisemitismo en 2016. La promoción de programas de estudio es un eje central tanto de IHRA como de la UNESCO, organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Museos del Holocausto en todo el mundo promueven el estudio del Holocausto y la lucha contra el negacionismo, por ejemplo Yad Vashem, el Centro Internacional de Conmemoiración del Holocausto en Jeruselén, o el Museo Federal del Holocausto en Washington DC. La base para la tarea educativa es el estudio y la investigación, de aquí la importancia de Archivos y Museos, que ofrecen al público documentación original de la época, que nos permite continuar investigando.
Pero el trabajo en contra de grupos negacionistas neo-nazis se debe llevar a cabo a su vez a través de la legislación, prohibición al uso público de símbolos nazis, o la negación del Holocausto, adoptadas por muchos países europeos y americanos, inclyendo Argentina. El negacionista inglés David Irving, intentó demostrar que Hitler no firmó una orden de exterminar a los judíos europeos, o que los campos de exterminio son una ficción. En su juicio contra la historiadora estadounidense Deborah Lipstadt en Londres en el año 2000 se demostró fehacientemente que negó la realidad histórica de la Shoá y fue condenado por ello.
-¿Cómo se trabaja en la memoria, ya que quedan cada vez menos sobrevivientes que lo hayan vivido en primera persona?
Los sobrevivientes del Holocausto constituyeron un eslabón esencial en la memoria de ese fenómeno histórico. Sus testimonios no siempre fueron públicos por diversas razones: muchos de ellos decidieron mantener el silencio para evitar tranmitir el trauma personal a sus hijos, o por la poca legitimidad que brindaban las sociedades a sus voces. Recién después del juicio contra Adolf Eichmann en Jerusalén en 1961, en el cual los testimonios de sobrevivietes fueron cruciales, y a partir del éxito de films como Shoah de Cluade Lanzmann (1985) o “La Lista de Schindler” (1993), comenzó la llamada “era de los testigos”, quienes irrumpieron en la arena pública a través de memorias personales, entrevistas, documentales y films. El Proyecto del cineasta Steven Spielberg, de Historia Visual del Holocausto, creado a partir del éxito de su película “La Lista de Schindler”, de recabación de más de 51 mil testimonios de sobrevivientes y su digitalización para el uso público, fue un hito importante en la recuperación de las voces de los sobrevivientes. Muchos de ellos publicaron sus memorias personales a partir de ese momento. Los testimonios filmados y documentados en Museos de todo el mundo son una pieza clave en la transmisión de estas voces en una época en la cual ya quedan pocos de ellos para brindar testimonio personal a diversos públicos.
-¿Cómo ve el impacto de nuevos grupos de extrema derecha y antisemitas en Europa ?
Por un lado el antisemitismo y el negacionismo de la Shoá está penado y prohibido en casi todas las democracias, por lo cual no resulta políticamente correcto el uso de estereotipos antisemitas o neo-nazis. Pero por el otro, la extrema derecha mundial sigue adoptando y utilizando imágenes antisemitas en sus discursos y acciones. Por ejemplo los grupos supremacistas blancos en Estados Unidos. El peligro radica en la creación de partidos de extrema derecha nacionalista en Europa que transitan desde los márgenes de la política hacia el centro de la misma, abandonando el discurso antisemita o suavizándolo para captar más votos. Esto se puede visualizar en el Frente Nacional en Francia, hoy en día partido de Reunión Nacional, liderado por Marine Le Pen, quien abandonó el discurso antisemita y negacionista de su padre, y se convirtió en una alternativa política central en Francia como lo demuestran las últimas elecciones presidenciales. Otro ejemplo es el partido Fidesz húngaro, liderado por el primer ministro Viktor Orban, que suele utilizar elementos antisemitas en sus discursos y campañas electorales, como ser la campaña contra el reconocido filántropo estadounidense de origen judeo-húngaro, George Soros. Lo cierto es que, para que estos partidos de extrema derecha se conviertan en una alternativa política deben adoptar discursos más moderados en los cuales el antisemitismo no se muestre ni se acentúe. En Alemania los grupos de extrema derecha han tenido éxito relativo en estos últimos años debido a la masiva inmigración de refugiados de Siria y otros países con predominancia islámica, pero partidos como el AfD (Alternativa para Alemania) en los cuales continúa un discurso antisemita y negacionista, crecen pero no se han convertido en alternativa para llegar al poder.
-¿Cuánto influye la política de extrema derecha en Europa ?
Su influencia puede resultar significativa, pero para tener éxito y captar más votos, deben adoptar un dicusro más moderado, tanto a nivel de antisemitismo como de ataques contra la Unión Europea. En Gran Bretaña, la influencia de estos sectores, fuera y dentro del partido conservador del primer ministro Boris Johnson, se notó en el resultado del plebiscito que definió el “Brexit”, o salida de Gran Bretania de la Unión Europea en el año 2020. La ola de inmigración masiva de países como Siria o Afganistán a partir de 2011 -inicio de la llamada “Primavera árabe” en el norte de África y el Medio Oriente- a Europa impactó en la vida política por la reacción que desencadenó a nivel de ascenso de partidos de extrema derecha, como en Alemania y Francia. Países que tradiconalmente se han opuesto a la inmigración de musulmanes, como Hungría y Polonia, permitieron que partidos de extrema derecha de conviertan en hegemónicos y se perpetúen en el poder, sin adoptar discursos antisemitas sistemáticos ni negacionismo del Holocausto.
-Se utilizó mucho lo que pasó en el Holocausto con lo que sucede entre Rusia y Ucrania. ¿Cuál es su visión de los dichos de ambos presidentes?
Rusia invocó la memoria del Holocausto y de la Segunda Guerra Mundial para justificar su invasión a Ucrania el pasado 24 de febrero, argumentando que su objetivo es la “desnazificación” de Ucrania. El líder ucraniano, Volodimir Zelensky, presidente democráticamente electo por más del 73% de los votos, hizo lo suyo al argumentar que Rusia es como la Alemania nazi, que Putin es como Hitler, y que el objetivo de esta sangrienta guerra es cometer un genocidio contra el pueblo ucraniano. Lo cierto es que ambas pares han incurrido en una banalización del Holocausto, equiparando lo que ocurre hoy con lo ocurrido en los años 1939-1945. La invasión rusa produjo consecuencias que rememoran algunos aspectos de la Segunda Guerra Mundial, como ser el bombardeo de objetivos civiles ucranianos, la destrucción masiva de infraestructuras y el desplazamiento de más de cinco millones de refugiados, y la muerte de miles de civiles debido a los feroces ataques de las fuerzas armadas rusas, o el rapto de niños y mujeres llevados a Rusia. Según los criterios de la Convención para la Prevención del Genocidio de las Naciones Unidas (adoptada en 1958), Rusia está cometiendo prácitcas genocidas, y Putin es responsable, como presidente de Rusia y principal promotor de esta guerra, de estos actos y prácticas, por lo cual está siendo invetigado y eventualmente será juzgado en La Haya, por la Corte Penal Internacional. Pero, en última instancia, debemos acentuar que esta guerra es ajena a los sucesos del Holocausto y de la política nazi impulsada por Hitler contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
-¿Qué cree que aprendió la sociedad con todo lo vivido?
Los historiadores tenemos ciertas dudas con respecto a la posibilidad de aprender las lecciones del pasado y de aprender a no repetir actos genocidas como la Shoá. El lema de la lucha armada clandestina judía en los guetos, del “Nunca Más”, no fue adoptado por el mundo de la posguerra, ni ha servido para garantizar un mundo sin genocidios ni masacres masivas. No obstante, aprender del pasado es un imperativo para asegurar una educación que impulse la tolerancia y el pluralismo. En todo caso, cada sociedad o país soberano han interpretado a su modo los sucesos del pasado, y al hablar de un aprendizaje debemos acentuar la necesidad de contextualizar toda mención de hechos históricos para justificar actos en el presente, tomando conciencia de que todo contexto nos llama a estudiar cada fenómeno en un tiempo determinado y en lugares específicos. Las comparaciones son importantes, pero sin caer en analogías o repeticiones de lemas que nada tienen que ver con el pasado histórico.
Excelente exposición del tema,