Tiempo atrás, recibí por las redes sociales un material desde el Uruguay, escrito por un Rabino que invitaba a pensar sobre la alegría y comenzaba con un viejo y conocido chiste que llamamos de salón o ingenuo;
Jaimito: ¿Querés escuchar un chiste al revés?
David: OK. Dale.
Jaimito: Bien. Empezá a reírte.
La ponencia del Rabino concluye dándole una interpretación o sentido al chiste.
“¿Qué aprendemos del chiste “al revés”?, que una de las maneras más eficaces de lograr la alegría personal es conectarse con ella. Reíte, y la alegría vendrá“.
Escribo esto hoy en el Día Mundial de la Alegría, una fecha incorporada en el calendario apenas hace 9 años. Surgió del pensamiento de Alfonso Becerra, de Colombia, que en un Congreso de Gestión Cultural celebrado en Chile planteó, inspirado en una mirada positiva y optimista, la necesidad de tener un día así, sencillo, claro y estimulante. Se trata de poder pensarnos en una convivencia alegre, de animarnos juntos a pensar, actuar y crear con alegría.
Nos ha tocado ser los protagonistas de un tiempo de excepción. La pandemia, impensada e inimaginada, nos trastocó planes y proyectos, trajo dolores profundos y ausencias para siempre. Nos trajo mucha angustia y tristeza.
La alegría que este día propone hoy no es falta de respeto a la pena de tantos y tantos en nuestro país y en el mundo, no es burla ni mucho menos indiferencia, es por el contrario, el llamado inspirador que nos empuja hacia adelante, que quiere impedir que nos quedemos frenados. Que nos obligue a llevar la carga de otra manera.
Necesitamos hacer las pases con la alegría, reencontrarla, celebrarla, dejarnos ganar por ella.
Que la reconozcamos nuevamente en la calle pudiendo volver a ver las sonrisas, descubrirla en lo que leemos, en las conversaciones, en los encuentros. Que sea la alegría lo que nos distinga.
La alegría contagia. Hoy el calendario nos dice que es el día de la Alegría, se trata de invitarnos a pensar en ella y también a intentar un cambio de actitud.
Es maravilloso que Becerra lo haya planteado en un Congreso de Gestión Cultural, no es una idea menor, fue una lectura profunda de nuestra cotidianeidad y de las necesidades que tenemos de disponemos mejor frente a la vida.
Becerra y los que lo acompañaron no imaginaron cuán valioso es este día en el presente.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism
