La inspiradora historia de María José Torrealba, una mujer que desafía todos los paradigmas
POR ALEXANDRA BARRETO
La noche del 12 julio del 2013, Majo, como la llaman cariñosamente sus afectos, se dirigía a la casa de un amigo para ver una película, se despidió de su mamá, y luego ocurrió el accidente automovilístico del cual María José tiene escasos recuerdos pero se entera de los detalles por sus allegados. En el momento de llegar a la clínica le comunicaron a sus padres que no sabían cuál sería el daño medular, lo primordial era salvarla porque esperaban descomprimir la médula y que sus pulmones estuviesen vitales.
Nacida en Caracas, hace 8 años goza de una transformación de vida que la llevó a convertirse en la inspiración de muchos, es por ello que en torno a su vida Gerhard Rodríguez dirigió y escribió un documental llamado ‘A single Step’, el cual se filmó el año pasado.
“La primera noche que estuve en terapia intensiva empecé a sentir un dolor de espalda, no sabía qué había pasado, no sentía las piernas, estaba sufriendo. Fueron los 21 días más difíciles. No dejé de llorar ningún día que estuve en el hospital, tenía rabia con Dios y con la vida”, explica.
Tuvo una compulsión, dos litros de sangre en un pulmón y tres en otro, le colocaron dos tubos en los pulmones, luego le quitaron el ventilador y le hicieron una traqueotomía.
“Viví un duelo de dos años, quería dormir, olvidarme de lo que había pasado. Después comencé terapia, básicamente trabajar emociones, usar herramientas de cómo superar cuando te sientes mal”, relata.
Después de lo ocurrido, estuvo tres meses internada. Su padre, el doctor Carlos Torrealba, se puso en contacto con la Fundación Fundarocura en Venezuela, cuyo objetivo es mejorar la condición de personas con discapacidad motora. Le hablaron sobre la posibilidad de que Majo se atendiera en Miami. “La decisión fue no sólo por las terapias que recibiría, sino por la vida que iba a tener en términos de ser independiente, capaz no se daría en mi país. El primer mes se fue mi papá para organizar todo, luego regresaba a Caracas y se turnaba con mi mamá. Hasta que viví sola seis años, y luego cuatro con mi novio, ahora esposo. El resto de mi familia se quedó en Caracas”, cuenta.
Instalada en Estados Unidos, durante la consulta con uno de los especialistas le indicaron que no volvería a caminar. “Estaba furiosa y respondí: ‘Yo voy a caminar’. Ahí empezó toda mi terapia. Me pararon por primera vez en unas paralelas, con ayuda, pero nada más el hecho de verme en vertical, no sentada, me daba ganas de caminar. A pesar de que me peleaba con la vida y con todo el mundo mis deseos estaban ahí. Los dos primeros años de rehabilitación fueron complicados, ponía todo de mí pero mi terapista no prestaba atención, sentía que no ponía el mismo entusiasmo. Lo más triste fue cuando me dijo que había llegado a un punto que no creía que avanzaría más. Ese ‘no puedes’ se transformó en una obsesión para mí, de revertirlo totalmente, sentía que estaba sola pues mi recuperación requiere de trabajo en equipo: entrenador, familia, amigos”, revela con firmeza.
Posteriormente encontró por Instagram a una chica llamada Kim Ochoa, que tenía la misma complejidad y posteaba videos de su rehabilitación, fue su fuente de inspiración, le pidió a su padre que la llevara a la clínica donde acudía ella.
“El dueño es el doctor Guy Romain, me hicieron la evaluación y recibí mucha motivación. Para mí fue como olvidarme de lo negativo que me habían dicho antes. A dos años de estar con Guy pude usar braces (tirantes), de esta manera tengo el control necesario para dar los pasos, al ponérmelos, sentía que era como magia, el sentimiento de ver como la pierna se bloqueaba y desbloqueaba era increíble pero siempre repetía: ‘Vamos por más’”, dice entusiasmada.
“Otra de las razones por las que me mudé a Miami fue porque quería conocer el Miami Project, un centro dedicado a la investigación de lesiones de la médula espinal. A lo largo de estos años, desde mi accidente, tuve la oportunidad de participar en uno de sus estudios. Todos los años, junto con The Marc Bouniconti, realizan una cena en Nueva York con el fin de recaudar fondos para continuar sus esfuerzos por encontrar la cura. En ese evento me invitaron a compartir mi historia.
Luego llegó algo extraordinario. En 2018 participó como embajadora de ‘Wings for life, World Run’. “La media maratón son 13 millas, nunca había caminado una milla, mi terapista me rodó las primeras doce, terminó en hora y media y caminé la ultima milla; tardé dos horas en hacerlo. Conseguí a un especialista que cree en mí, siempre usa la palabra: ‘Believe’ (creer). El cambio que tuve de alma, de mente, de corazón quiero que otras personas lo puedan tener, por eso cuento mi historia para ayudar a otros”.
CAMINAR AL AMOR
Víctor Gruber, un venezolano que vive hace 20 años en Miami, quedó cautivado al verla. “Nos conocimos en la boda de la mejor amiga de mi hermana, para ser sincera, pensé que jamás nadie se fijaría en mí por el hecho de usar silla de ruedas. Pasó un tiempo hasta que nos volvimos a ver, le di mi número de teléfono y comenzamos a hablar. Tenía mucho miedo porque cuando tienes un noviazgo esa persona tiene que entrar en tu vida, saber lo que hay detrás de la silla de ruedas- Después me di cuenta que tenía la disposición de aprender, de quererme. Lo evitaba, quería visitarme pero le decía que no porque estaba en pijama y respondía que podíamos hacer una pijama party. De a poco perdí ese miedo. Me fui sintiendo bien, reíamos, íbamos al cine, salíamos con su grupo de amigos. Abrí la puerta para que entrara a mi mundo, otra vez sentí mariposas en el estómago”.
Majo y Víctor no tardaron en convivir juntos. “Nos hizo muy bien, sabe mi rutina. Tuve tres cirugías en Estados Unidos y siempre estuvo conmigo. Estar unidos ayudó a crecer en todo sentido y decidimos casamos por civil en diciembre del 2019”.
Cuenta que desean tener hijos pero los planes se inclinan por la adopción o alquilar un vientre. “Fue lo primero que hablé y aceptó. Un embarazo sería complicado en mi situación”.
En cuanto a su formación educativa, María José cursaba la carrera de nutrición en Caracas pero se dio cuenta que no era lo que más la llenaba, por eso optó por diseño de mercadeo de moda que realizó en Miami. La conexión del mundo del coaching, oratoria y motivación se dio a raíz de que recibió la llamada de Maickel Melamed, conferencista venezolano, corredor de larga distancia, profesor de filosofía y psicoterapeuta. Al nacer le diagnosticaron retraso motor, pero decidió vivir derribando miedos, practicando deportes extremos como parapente, paracaidismo, buceo, montañismo y atletismo.
Melamed la motivó y obtuvo su título como “coach de vida”.
El manejo de redes sociales también le ha permitido tener un vínculo con la gente y allí muestra su faceta de oradora, motivando a las personas que han pasado por lo mismo, o simplemente a la gente que al seguirla, verla y escucharla, cambien su forma de ver la vida. “El feedback de las personas es tremendo. Me dirijo a cualquiera que le sirva mi testimonio. Soy feliz de darles ánimo. Siempre digo: Tú tienes el poder de reinventarte y mi propósito es acompañarte en el camino”.