Síndrome de Susac y un nuevo proyecto de vida

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Federico Segreti es ingeniero industrial especializado en alimentos, en el 2010 lo diagnosticaron con síndrome de Susac, una enfermedad que produce encefalopatía, pérdida auditiva neurosensorial y oclusión arterial retinal.

Su rápida detección le permitió acceder a un tratamiento adecuado y si bien logró recuperarse con el tiempo, la enfermedad le dejó como secuelas pérdida de la audición en ambos oídos y problemas en la visión.

“Era un síndrome muy raro, a mí me afectó la audición y la visión periférica, tuve varias crisis y provocaban pérdidas en ambos campos. Es autoinmune del sistema neurológico. Tuve suerte porque la enfermedad tiene casuística y te puede afectar a tener encefalopatías y pérdida de memoria a corto plazo”, explicó a Diversidad.

“Es algo que aparece y cuando me pasó había apenas 50 casos escritos en el mundo”, recordó.

Los episodios comenzaron con una crisis de vértigo, hasta que los especialistas lograron encontrar un tratamiento adecuado.

Toda esta situación lo hizo sensibilizarse con respecto a la inclusión y a la relación con el entorno. “Fueron muchos meses y estar inmunosuprimido por alrededor de 4 años”, contó pero asegura que en todo ese tiempo jamás dejó de trabajar, pese a que su tratamiento fue experiemental.

Los resultados afortunadamente fueron buenos y una vez recuperado decidió reinventarse en un nuevo proyecto y crear una fábrica de alimentos para personas con celiaquía y diabetes.

Su historia de vida y otras situaciones familiares como una tía con celiaquía, lo motivaron a unir su carrera con las posibilidades de crear un mundo más amigable. Así logró unir su carrera y su profesión con una propuesta de alimentación inclusiva.

“La enfermedad no me frenó y tampoco dejé que me frenara. Tenés que estar bien preparado mentalmente desde un ángulo positivo y con fe en que te vas a recuperar”, completó.

“Happy Food empezó en una cocina tratando de lograr la calidad de productos para los que no podían consumir gluten. El objetivo era generar una situación de felicidad y de que ellos puedan compartir alimentos con todo el mundo”, explicó.

“La inclusión para mí es algo importantísimo y algo que tenemos todo el tiempo presente. Es lindo ver que el trabajo que uno hace tiene sus frutos y genera una cuota extra a través de la alimentación”, concluyó.

Aproximadamente el 1% de la población tiene celiaquía, y se estima que más de 360 millones de personas tendrán diabetes en el año 2030. No obstante, también están quienes son intolerantes a la harina de trigo, las personas alérgicas y otros tantos subdiagnosticados.

A dos años de la inauguración de su propia planta, Happy Food concretó su primera exportación a Chile este año, con una línea de alfajores, y trabaja para insertarse en otros países de la región y EEUU.

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