Ramiro Lezcano: “El mundo necesita más arte para rescatar lo poco que nos queda de humanidad, y tratar construir una nueva conciencia ambiental”

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POR SEBASTIÁN SAAVEDRA

“Doy clases de música en escuelas rurales donde no existe el cargo de profesor de música. Hace 6 años en esas escuelas nos dimos cuenta que estábamos padeciendo muchas problemáticas ambientales en nuestro ámbito cercano, desmontes, fumigaciones con agrotóxicos. Pensando un poco les propuse a mis alumnos transformar esa angustia en arte para que pudiéramos compartir nuestro sentir y poder reflexionar sobre lo que estaba sucediendo. De este modo, nos propusimos escribir una canción que hablara sobre lo que nos pasaba”, esa frase es de Ramiro Lezcano, a quien vamos a conocer mucho más en este encuentro con Optimism.

-¿Cuándo se despertó tu pasión por la música?
La música siempre ha ocupado un lugar importante en mi vida, de niño escuchaba en el tocadiscos de mi familia discos de The Beatles, Vox Dei, Creedence Clearwater Revival, con la fascinación de descubrir esos universos de 3 minutos, y sentir que esas canciones podían cambiar mi ánimo e invitarme a imaginar historias. Es tan así, que hoy me rehuso a traducir algunas canciones, temo que sus letras transiten lugares y sentires muy diferentes a los que yo construía escuchándolas.

Luego, el rock nacional empieza a tener mas protagonismo en el soundtrack de mi adolescencia, donde descubro a Serú Girán, Spinetta, Virus, Soda Stereo, Los Abuelos de la Nada, Charly García, Fito Páez, Andrés Calamaro y ahí se fue forjando mi deseo de componer.

En este movimiento aventuo que viví una verdadera educación estética que fue la base para poder pensarme como músico, docente, artista y activista. Paralelamente a esta pasión, pude estudiar el profesorado de ciencias de la educación, psicología y filosofía.

Luego llega la conformación y dirección de mi primer coro de niños y jóvenes con niñas y niños de diferentes pueblos, con los cuales comenzamos a abordar un repertorio de canciones de rock argentino, pero con la particularidad que no sólo cantábamos las canciones sino que también investigábamos sobre el autor y los contextos de producción de cada obra. Este proyecto me llevó a conocer personalmente muchos de los autores de las canciones, cosa que aún me parece increíble.

-¿Querés contarnos un poco el proyecto de “Canciones urgentes para mi Tierra”?
Es un proyecto artístico-educativo que nace en el seno de escuelas rurales de las provincias de Córdoba y Santa Fe, siendo sedes del proyecto San Marcos Sud, Saira y Bouquet. A partir de sensibilizarnos con problemáticas ambientales que nos rodean cotidianamente y con otras que, si bien no son próximas a nuestro ámbito, entendemos que tanto unas como otras son parte del mismo flagelo: el deterioro de nuestro hábitat por causa del accionar del ser humano.

Movilizados por esta realidad generamos un proyecto en el que, junto a mis alumnos, creamos canciones e invitamos a participar a artistas de los más variados géneros, disciplinas y latitudes. El principal objetivo de este trabajo es sumar y contribuir desde el arte a la construcción de una nueva conciencia ambiental y brindar nuevas herramientas pedagógicas de abordaje a esta temática. Mas de 400 músicos, 60 ilustradores, 55 editores, técnicos de sonido de Argentina, y de diversos países y culturas, escucharon nuestras voces y le sumaron arte y compromiso, incluso amplificándolas, para que sean testimonio de una nueva conciencia ambiental que nace hace cuatro años en “el interior del Interior”. Teniendo al arte en general y a la música en particular como ejes y motores de una educación plural, sólida en valores y transformadora por su magnitud, alcance, dinámica y finalidad, este proyecto no tiene antecedentes en nuestro país, y es el testimonio vivo y urgente de un sueño que estamos haciendo realidad. La utopía aún brilla en el horizonte, y hacia allí vamos.

-¿Qué pasó después de sentir la necesidad de hacer una canción que hablara de lo que pasaba?
Después que nos propusimos hacerla, surge “Juguemos en el campo mientras Monsanto no está”, canción que escribimos con mis alumnos en el hecho áulico y es un ejercicio de intertextualidad tomando como inspiración la invencible obra de Maria Elena Walsh y su “ Diablo, ¿estás?” del disco “Juguemos en el mundo”.

Después de haber escrito la letra en un trabajo colectivo comencé a trabajar en la música y cuando estaba terminada llevé mi estudio de grabación móvil a las escuelas rurales, y grabamos las voces de los alumnos y alumnas cantando el estribillo. Yo grabé la voz en las estrofas. El resultado nos gustó mucho, tanto que un niño de segundo grado, entusiasmado al escucharla me pregunta por qué no invitábamos a cantar en la canción a ese artista que les había hecho escuchar. Al pensar un poco recordé que había llevado un disco de Pablo Milanés, cayendo en cuenta de quién era el artista, inmediatamente le conteste que no podíamos invitarlo, pues Pablo es un compositor muy importante que vive en Cuba.

De regreso a mi casa pensaba que había cerrado abruptamente la posibilidad de pensar en lo que el niño había sugerido. Nosotros los adultos conocemos de “imposibles”, pero ellos por suerte no. Hicimos entonces una pancarta que decía “Pablo ayudanos, canta con nosotros”, y tomamos una fotografía sosteniéndola frente a la escuela y enviamos la foto canción, al único Facebook que encontramos del artista. La fortuna quiso que su esposa viera el mensaje y luego de unos días Pablo nos avisó que se sumaba a grabar su voz.

-¿Qué lugar ocupa la música en la vida de las personas? ¿Y en la tuya en particular?
El arte en general es un fin en sí mismo, pero también puede ser una poderosa herramienta de transformación social. Desde lo comunicativo, soporte de un mensaje, desde lo social, o eje de una acción humana. Pensándola en su dimensión de lenguaje, la música es parte de mi vida y una manera de comunicarme con el entorno desde un lugar sensible. Creo que el mundo necesita más arte para rescatar lo poco que nos queda de humanidad, y tratar construir una nueva conciencia ambiental.

Ramiro Lezcano junto a Abel Pintos

-¿Hay algún próximo objetivo en mente con el proyecto?
Pensando en objetivos y nuevas metas, tenemos un panorama lleno de posibilidades y sueños. Estamos terminando el segundo disco de “Canciones Urgentes para mi Tierra” en el cual se han sumado más de 200 artistas que incrementan la lista de invitados llegando a un numero aproximado de 450. En esta segunda etapa nos acompañan entre otros, León Gieco, Rubén Blades, Hugo Fatorusso, Alejandro Lerner, Abel Pintos, Patricia Sosa, Pedro Aznar, y Elena Roger. Hace un par de días también nos llegó la confirmación que se suma a esta nueva etapa Gustavo Santaolalla, así que pensando en esa participación, hemos trabajado la posibilidad de sumar una versión sinfónica de alguna de las obras; también estamos en contacto con dos orquestas europeas pensando en la posibilidad de grabarlas a principios del año próximo.

Estamos filmando nuestra historia con la productora Cactus Cine de Buenos Aires, quienes hace un año que viajan cada 15 días a seguir mi trabajo en las escuelas rurales, y todo este material formará parte del documental que cuenta nuestro pasado y presente. Este registro tiene el apoyo del INCAA.

Otra actividad que estamos desarrollando es la de socializar lo nuestro con otras realidades educativas de nuestro país, sumando nuevas miradas sobre la problemática ambiental, realizando charlas e invitando a escuelas, profesorados, universidades, a sumarse al proyecto.

-¿Querés dejarnos alguna reflexión?
Si existe la posibilidad de un cambio de rumbo en esta realidad que nos angustia sobre nuestra relación con la Pachamama, creo fervientemente que uno de los caminos es la eduación. Y hacerla desde un lugar sensible y comprometido, no replicando saberes y conceptos, sino construyéndolos y apropiándose de ellos para poder proyectarlos. Hoy las infancias nos enseñan una nueva mirada y nos proponen desafíos. Aquí vamos, con la utopía en el horizonte.

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