Rabino Zalmi Schvetz: “Lo que se nos dificulta en la vida, podemos superarlo potenciando nuestra luz interna”

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La comunidad judía transita la celebración de Jánuca, la fiesta de las luminarias, y el rabino Zalmi Schvetz, de la comunidad Jabad de Billinghurst, contó la significación de la fiesta y el motivo de los candelabros en las principales ciudades del mundo.

– La Ciudad de Buenos Aires, al igual que las principales del país y las capitales del mundo, lucen enormes candelabros de 8 brazos que nos indican que estamos en los días de la festividad de Janucá, la fiesta de las luminarias, ¿qué significado tiene la palabra Janucá, por qué un candelabro de ocho brazos y cuál es la forma de celebración y festejo?

Jánuca es conocida como “La fiesta de las luces” o “Fiesta de las luminarias”. La historia se remonta a la época en que los griegos intentaron helenizar a los Iehudim (judíos), alejándolos de sus costumbres, creencias, valores y tradiciones, tratando de abolir todas sus prácticas. Muchos de ellos, siguieron estas órdenes y los siguieron en sus decisiones. Es más, un líder griego llamado Apustomus quemó un rollo de la Torá y erigió una estatua de Zeus en el recinto del Templo. Para mostrar la supremacía griega, construyeron una ciudadela con vistas al Templo, conocida como Acra. Los griegos y sus colaboradores judíos deseaban destruir el espíritu del judaísmo, por lo que implementaron leyes que hacían ilegal su observancia. Celebrar Shabat o Rosh Jodesh (el nuevo mes), el Brit Milá (la circuncisión) eran punibles con la muerte. Estaba prohibido el estudio de la Torá. Quienes se mantuvieron fieles y comprometidos con el judaísmo pasaron a la clandestinidad. Se escondían en las colinas de Judea para estudiar Torá y seguir las tradiciones. Finalmente, la situación se volvió abrumadora. Pero hubo un grupo, los macabeos, liderado por Matitiau y su hijo Yehuda que con el deseo ferviente de no verse despojado de sus raíces y su judaísmo, armó una rebelión contra este imperio greco-sirio, logrando imponerse y salir victoriosos. Tomaron la ciudadela de Acra, y con ella el Monte del Templo. Destrozaron la estatua de Zeus y volvieron a introducir el servicio del Templo después de más de una década de inactividad. Claro, pero debían purificar este lugar sagrado, ahora tan vulnerado y maltratado. No querían usar aceite impuro para los rituales, habiendo sólo encontrado una cantidad de aceite puro, que supuestamente alcanzaría para que la menorá ardiera por un único día. Pero sucedió un milagro: ese aceite, persistió durante 8 jornadas, que es la cantidad de días que celebramos esta festividad, conmemorando ese milagro.

Hay una famosa discusión en la Torá, de cómo se debe encender la janukiá (el candelabro) que justamente viene a representar ese “nes” (milagro). ¿Deberían encenderse una vela más cada día hasta llegar al octavo o encender directamente 8 velas el primer día e ir quitando de a una vela cada noche? Y la conclusión de la Torá es que se debe comenzar encendiendo una la primera noche, dos la segunda, tres la tercera, y así sucesivamente hasta completar las 8. Porque el judaísmo nos enseña que en la vida, nunca hay que disminuir, siempre hay que saber aspirar, mirar para arriba y soñar, y esa es la llave para poder tener brajá (bendición), éxito y ser agradecido.

¿Cuáles son los mensajes que Janucá trae al mundo y cuáles los valores que nos transmite?

Somos parte de un mundo algo complejo. Nuestro día a día, nos presenta situaciones felices y deseadas, pero muchas veces nos encontramos frente a una realidad repleta de obstáculos, problemas, desafíos, oscuridad. La Torá nos enseña que la oscuridad es “falta de luz”, por eso, al encender una vela, automáticamente se ilumina todo lo que hay a nuestro alrededor, pudiendo percibir el brillo que nos circunda. Vinculado a esta manera de entender nuestro cotidiano, el mensaje de Jánuca, cuyo precepto es además, encender el candelabro de noche, es que a todo aquello que se nos dificulta en la vida, a nuestros inconvenientes en cualquier dominio, a nuestras angustias, dolores, frustraciones, podemos superarlos potenciando nuestra luz interna, y al mismo tiempo, es igual de importante, exteriorizar esa capacidad y ese brillo, compartiéndolo con el prójimo, con la sociedad de la cual formamos parte, con el mundo, con aquellos que nos rodean, transmitiendo mensajes vinculados con la paz, las mitzvot (buenas acciones) y los valores de vida, que son lo más importante.

– ¿Por qué a diferencia de cualquier otra fecha en el calendario judío, esta se comparte con toda la sociedad o mejor dicho se hace visible y universaliza?

Justamente, porque el mensaje poderoso de esta festividad, es la capacidad de “compartir nuestra luz” y ayudar a quienes nos observan y rodean, a sentir que podemos salir de la oscuridad y transitar lo que se nos presente, con la potencia que nos da aquella llama que encendemos.

– Nos cuenta acerca de Jabad Lubavitch, el movimiento al que usted pertenece dentro del mundo judío.

El pueblo judío ha puesto siempre a lo largo de la historia la educación y la transmisión como pilares fundamentales que permiten su trascendencia en el tiempo. Usted como Rabino que es un educador por, sobre todo, y que está al frente de proyectos educativos muy importantes y exitosos donde pone el énfasis en los jóvenes a la hora de enseñar, inspirar y marcar caminos.

En nuestra sociedad, los jóvenes quieren cambiar el mundo, revolucionarlo, aportar nuevas formas, ideas. Ese es un potencial que tenemos las nuevas generaciones, el deseo ferviente de reparar aquello que va en contra de evolucionar o que nos desvía como seres humanos y pensantes, de los valores genuinos. Esa capacidad, puede conducirnos hacia la revalorización de los pilares de la vida, de la familia, del trabajo, del respeto por el otro, del amor puro en todas sus formas, o puede conducirnos absolutamente por el camino opuesto.

Como educadores, nuestra función y deseo, es estimular esa capacidad individual, para ir por ese deseo genuino y desarrollar el potencial interno, que los conduzca hacia decisiones constructivas, sanas y positivas. Es allanar la posibilidad de que es esa “llama” de la que hablamos, los conduzca hacia los ideales, entendiendo que “sí se puede” y que está en cada uno la fuerza para lograrlo. Lo que nosotros estimulamos en los jóvenes, es que quieran ser personas de bien, emprendedoras, responsables y que valoren lo más importante: la familia y las amistades.

  • Podemos pedirle un cuento breve que nos ayude a disfrutar aún más estos días de fiesta.

Hay una famosa historia, que cuenta que un doctor le preguntó al Rebbe de Lubavich, líder de Jabad mundial: “Si en el judaísmo se marca constantemente que la derecha representa la vida, la bendición, la bondad, la alegría y la izquierda representa todo lo contario, ¿Por qué D´s nos puso el corazón del lado izquierdo?. Si es tan positivo todo lo que representa el lado diestro, cuál sería la razón por la cual ubicó al corazón –músculo que representa el sentir en toda su plenitud- del lado opuesto?.
Ante este planteo, el Rebbe se sonrió y respondió: “Cuando vos mirás a una persona de frente, tu corazón da al lado derecho del otro y el del otro, va a dar a tu corazón” D´s puso el corazón del lado izquierdo, para enseñarnos que en la vida, no debemos manejarnos con egoísmo, para que entendamos que compartimos este mundo con otros, que vivimos en sociedad y es nuestra misión, ser parte y dar todo de cada uno, para juntos construir un mundo donde el bien, sea protagonista.

Jánuca viene a decirte, que no hace falta que seas una biblioteca para iluminar. Lo mucho que sabes o lo poco que sabes, sirve para iluminar el mundo del que sos parte.

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