El trabajo de Eduardo Schaberger ha sido difundido en portales de la NASA y otras páginas científicas en países como Italia, Inglaterra o Rusia.
La astrofotografía maravilla a especialistas y aficionados con imágenes de la Vía Láctea, nebulosas o la Luna, pero unos pocos, entre ellos Eduardo Schaberger, eligen especializarse en la captura del Sol. En sus casi dos décadas dentro de esta trayectoria, sus fotos han conseguido el reconocimiento de la NASA y muchos portales científicos de distintos países del mundo han exhibido sus trabajos.
Fotografiar el Sol es una actividad realmente peligrosa si no se usan los filtros y el equipo adecuado. Existe un chiste habitual entre estos profesionales: con el Sol, solo se pueden cometer dos errores, cuando se pierde un ojo y cuando se pierde el otro. “La fotografía solar es una rama muy especializada. La luz es muy intensa, si la amplificas demasiado, puedes quedar ciego”, advirtió.
Schaberger tiene 48 años y es oriundo de Rafaela, provincia de Santa Fe. Se dedica a fotografiar bebés, chicos y familias, pero también es un astrofotógrafo autodidacta. Su pasión por el universo comenzó a los 10 años y la combinó con su profesión en 2007, cuando fotografió el paso del Cometa McNaught.
Él contó que decidió documentar la actividad del Sol desde 2017 -con mucha investigación de por medio- y aprovechó el aislamiento de 2020 para especializarse. A diferencia de la astrofotografía del cielo nocturno, no siempre tiene que recorrer largas distancias para lograr la mejor imagen; la mayor parte del tiempo trabaja desde el patio de su casa.
Cómo fotografiar el Sol
Conseguir una buena imagen requiere una mezcla de paciencia, precisión y suerte. Schaberger instala su equipo en las mañanas, cuando el Sol no está tan alto (en un ángulo de 35 o 40 grados) y no se ha calentado tanto la superficie del planeta.
La calidad de la imagen dependerá de la nubosidad y la turbulencia. Las capas de la atmósfera terrestre tienen distintas temperaturas. “Cuando el Sol empieza a calentar, hay una temperatura distinta según la altura y esto crea turbulencia”, detalló. Esto es el movimiento de masas de aire que hacen que se distorsione la imagen captada por la cámara.
Para contrarrestar los efectos de la turbulencia, los astrofotógrafos aplican la técnica lucky imaging, que podría traducirse como fotografía afortunada. Schaberger explicó que consiste en usar cámaras especiales que graban secuencias de 10 a 15 segundos con las que se obtienen miles de cuadros entre los que pueden encontrarse momentos en que la atmósfera está calma. Luego, un software analiza todas las imágenes y selecciona las más nítidas para procesarlas.
Otro dato que es necesario tener en cuenta: el Sol emite una enorme cantidad de energía. “Si apuntamos un telescopio hacia él, esa energía se multiplica y se torna muy peligrosa, no solo para nuestros ojos, sino para el propio equipo. Es por eso que se utilizan cámaras especiales instaladas en un telescopio que debe tener un filtro que bloquee todo el exceso de energía”, remarcó. La cámara se conecta a una computadora y, a través de esa pantalla, el astrofotógrafo puede observar la estrella, tal como muestra en el video que preparó para TN.
El fotógrafo rafaelino especificó que utiliza tres tipos de filtro. Cada uno capta una longitud de onda distinta y “rechaza” el resto de la energía. “El Sol se ve distinto en cada longitud de onda”, aclaró.
Con el filtro de luz blanca, se observan las manchas y la granulación de la superficie. El filtro H-alpha deja pasar la luz del hidrógeno -que es roja- para ver la cromosfera, donde se aprecian los remolinos de plasma, las prominencias (concentraciones de plasma sobre la superficie que tienen forma de bucles), los filamentos y espículas que se crean en esa capa de la atmósfera solar. También utiliza un filtro en calcio (CaK) que capta la luz ultravioleta -invisible para el ojo humano-. Este último es el más afectado por la turbulencia de la atmósfera terrestre, aunque facilita la vista de la zona intermedia entre la cromosfera y la capa inferior o fotosfera, donde también se ven manchas y celdas de supergranulación, pero la luz del Sol se ve un poco azulada.
Todos esos fenómenos incrementan su presencia durante el máximo solar (el próximo llegará entre 2024 o 2025), según detalló Schaberger. El Sol tiene ciclos de aproximadamente 11 años, con periodos de mínima y máxima actividad. En cada segmento, se pueden observar más o menos manchas, prominencias, filamentos o espículas. La actividad solar tiene impacto no solo en el clima de la Tierra, sino también en la tecnología, por lo que los científicos la monitorean constantemente.Play VideoCómo es el proceso para fotografiar el Sol. (Video: Cortesía de Eduardo Schaberger)
De allí proviene la fascinación de Schaberger, el Sol siempre está cambiando. “Una de las cosas apasionantes es que es una estrella, pero al estar tan cerca, podemos ver detalles de su superficie. He captado prominencias que a los 10 minutos no están más”, destacó.
Cuando las condiciones se prestan, puede invertir dos horas en una sesión y recopila hasta 350 gigas de información. Cada secuencia de video puede pesar hasta 11 gigas. Después debe procesar todo el material y le da el toque de color a la imagen final con Photoshop, ya que las cámaras solares son monocromáticas.
Reconocido por la NASA y portales científicos
En 2019, Eduardo Schaberger consiguió sus primeros reconocimientos de la NASA. Con solo 15 días de diferencia, el organismo estadounidense escogió dos de sus trabajos para difundirlos en su página web como Astronomy Picture Of The Day o APOD (Foto Astronómica del Día). Es el máximo galardón, es el Oscar de los astrofotógrafos.
“Las fotos publicadas son seleccionadas por dos astrofísicos de la NASA y la explicación de la imagen la realiza un astrónomo profesional. No solo se tiene en cuenta el aspecto estético, sino también el valor educativo de la fotografía”, indicó.
Su primera APOD muestra el tránsito en diagonal de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) frente al Sol, casi en el centro. No se ve ningún tipo de mancha o prominencia porque ocurrió durante un mínimo de actividad histórico. Tuvo que viajar 40 kilómetros desde su casa para llegar al punto exacto donde se iba a ver la estación.
La ubicación, la hora y duración del tránsito exactos los consiguió con la aplicación GPS Time, que sincroniza el celular con los satélites. “El tránsito dura de cinco a seis décimas de segundo nada más, es un instante, y hay que hacer toda una planificación previa, armar el equipo y poner todo a punto para estar esperando para disparar la fotografía”, remarcó.
La imagen es una secuencia, aclaró Schaberger. “Se capta un video, y cada estación que se ve que forma una cadena son los distintos fotogramas que se van colocando sobre la foto del Sol para que se vea toda la trayectoria que describió la estación espacial”.
Su segunda APOD de 2019 es una imagen lunar donde se ven dos de los cráteres más emblemáticos de la Luna: Langrenus y Petavius. La tercera y cuarta APOD se publicaron en 2021 y 2022 respectivamente. También son fotos del satélite natural donde aparecen los cráteres Tycho y Clavius.
Además de estos reconocimientos, su foto más reciente (9 de marzo) de una prominencia que se elevó 100.000 kilómetros sobre la superficie del Sol tuvo tanta repercusión que lo contactó el Observatorio Griffith en Los Ángeles, Estados Unidos, para estudiarla. Además, fue publicada en portales científicos de países como Italia e Inglaterra y en una página web reconocida en el ámbito llamada Space Weather, donde han aparecido 14 fotografías suyas.
Eduardo Schaberger también ha dictado charlas virtuales para público de Perú y México, y participó en un congreso de fotografía de paisaje astronómico en Villa la Angostura.
Otro de los reconocimientos que lo emocionan es el del Planetario Galileo Galilei de Buenos Aires: escogieron dos de sus imágenes solares para la exhibición “Argentina mira al cielo”. Es el único astrofotógrafo solar entre la selección de profesionales.
En el futuro cercano, Schaberger aspira a seguir aprendiendo y ya se está preparando para el próximo pico de actividad solar, que ocurrirá en 2024 o 2025.
FUENTE TN