POR FERNANDA DI BENEDETTO
El mono carayá es la especie de primate más austral de todos los monos. Es nativo del centro de América del Sur. Su distribución en Argentina comprende desde el norte hasta el noreste, habitando también el centro y sur de Brasil, el departamento de Santa Cruz y en el departamento del Beni en Bolivia, gran parte del Paraguay y actualmente también se encuentra en partes de Perú y Sur de Colombia, También se localizan en en sur y sureste de México, Guatemala y otras partes de Centroamérica.
Si bien el hábitat natural de estos monos es el bosque, en Argentina se da un negocio ilegal de compra-venta de esta especie. Los cazadores ingresan a sus espacios, matan a la madre y capturan a la cría para comercializarla como mascota.
Es por eso que personas como Alejandra Juarez, rescatista de grandes simios y otros animales, tomó la decisión de fundar el Proyecto Carayá, un santuario para albergar y rehabilitar a esta especie y enseñarle a vivir como monos otra vez. Constituye el primer y único centro de primates del país, y está ubicado en la provincia de Córdoba. Está conformado por ella en el rol de directora, tres coordinadores, dos biólogas y dos veterinarios.
En diálogo con Malen Pilsel, voluntaria y coordinadora del predio, comentó que “En particular, el mono carayá cuenta con la problemática de que no sobrevive fácilmente al cautiverio. Es una de las especies de más difícil mantenimiento a nivel mundial”, siendo Alejandra la precursora en estudiar a esta especie y poder tenerlos en libertad en el santuario.
“Cuando los ‘monos vuelven a ser monos’ y aprendieron a vivir con otros monos, son liberados en el Santuario donde viven en comunidad con otros monos”, cuentan en la página oficial del Proyecto, resaltando que, hasta el momento, lograron llegar a tercera generación de monos nacidos allí.
Sobre la especie, Malen cuenta con entusiasmo lo que más le llama la atención de su estructura social, su cultura y su personalidad. Resalta que “Comparándolos con el ser humano es increíble notar similitudes culturales, como se relacionan y sus comportamientos, por ejemplo el linaje que mantienen las familias, respetan su cultura social a un nivel asombroso”.
Como los padres humanos, los monos Carayá protegen su entorno y saben con quién vincularse y vincular a sus crías y con quien no, además de que reconocen según la estación del año dónde puede haber más alimento para su familia. Sin embargo, los voluntarios están allí para facilitarles algunas tareas, ya que es una especie que viene con costumbres arraigadas a la raza humana. “Las tareas voluntarias consisten desde limpieza de sectores especiales como la zona de internación, zona nursery, recintos, preparar la alimentación diaria de los primates y repartirla tanto a los grupos en libertad, como a los grupos en rehabilitación o los de la nursery”.
Aunque es un recinto dedicado a rehabilitar a los monos, el Santuario no es exclusivamente de ellos. El lugar también dedica sus días y sus recursos a cuidar de otras especies como perros, pumas y animales de granja, incluso a una cerdita muy especial llamada Camila. También, reciben visitantes a los que se les brinda visita guiada con el objetivo de concientizar sobre las especies.
“Poder lograr ver el avance de cada animal es nuestra motivación. Cada uno de ellos es particular, desde los perros, los pumas, los monos, etc. Se los trata a cada uno en particular ya que tienen personalidades muy diferentes. Salvarlos es la mayor satisfacción que podemos tener”, concluye Malen.
Sin dudas, los Santuarios representan la mayor concentración de protección y herramientas para proteger a las especies en peligro, no sólo desde el profesionalismo y el compromiso, si no también desde la pasión y el amor.