Identificar anomalías en las conductas psicológicas durante la etapa de desarrollo puede tener un tratamiento que asegure una adultez plena y saludable.
Una mente sana es parte importante de los seres humanos, tanto como lo es cualquier órgano y sistema. Durante la etapa de desarrollo, pueden haber factores externos que afecten la psicología, que muchas veces cuesta identificar y, por ende, carecen de diagnóstico. Las secuelas se replican en la adultez, tornándose más dificultoso un tratamiento que apañe los padecimientos.
Según la Organización Mundial de la Salud, la niñez y adolescencia son etapas clave para generar y mantener hábitos que fortalezcan el control de las emociones, además de contar con un entorno que favorezca estas prácticas.
En cuanto a la detección para poder generar un tratamiento temprano, la OMS indica que es fundamental prestar atención al desempeño social e intelectual del niño o adolescente, identificar conductas dañinas ya sean para sí mismos o contra terceros, e incentivarlos a enfrentar situaciones difíciles proporcionando herramientas para conocer sus emociones.
“Adoptar pautas de sueño saludables; hacer ejercicio con regularidad; desarrollar habilidades para mantener relaciones interpersonales, hacer frente a situaciones difíciles y resolver problemas; aprender a gestionar las emociones”, son algunos de los consejos que brinda esta organización para que se incorporen durante esta etapa crucial en la formación humana.
Además, hacen hincapié en la difusión de estas intervenciones a través de diversas plataformas para llegar a más usuarios. “La OMS trabaja para desarrollar estrategias, programas y herramientas dirigidos a ayudar a los gobiernos a dar respuesta a las necesidades de salud de los adolescentes”, incorporando nuevos métodos en el contexto de pandemia que estamos atravesando.
