Pablo Avelluto: “Somos herederos de la lectura”

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POR SEBASTIÁN SAAVEDRA

Pablo Avelluto es un periodista y editor, fue Ministro de Cultura de la Nación y también se desempeñó como coordinador General del Sistema de Medios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires.

Apasionado por lo que hace, ha trabajador y colaborado en medios radiales y gráficos, y las más reconocidas editoriales.

En un mano a mano con Optimism en el Día del Libro, Pablo nos cuenta sobre la cultura en la Argentina, el valor de la lectura, y las nuevas tecnologías.

– ¿Qué valor tiene hoy en día el libro?
Somos todos herederos de la cultura del libro. Nos formamos con ellos, los almacenamos en nuestras casas y en nuestras bibliotecas, los prestamos, los regalamos, los leemos a nuestros hijos, nos expresamos y nos expresan.

– Con toda la tecnología actual, ¿cómo crees que influye en esto la cultura de la lectura?
La tecnología permitió que el liderazgo indiscutido por siglos del libro ya no sea ejercido en soledad. Los dispositivos tecnológicos no nos vuelven menos lectores, nos ofrecen acceso a infinitas fuentes de información, el libro entre ellas. Pero para poder utilizarlas y sacar provecho de ellas hay que leer y también escribir. Tal vez más de lo que lo hemos hecho hasta ahora.

– En tu recorrido has editado muchos libros, ¿cuáles consideras que pueden ubicarse entre los mejores?
Para un editor un buen libro puede ser muchas cosas. Un texto que no te suelta, un libro que vende muchos ejemplares, el descubrimiento de un nuevo escritor, el rescate de alguna obra olvidada. Es difícil establecer qué significa “mejor”. Pero aún así, elegiría “La sociedad de la nieve”, de Pablo Vierci, junto a “Operación Primicia” de Ceferino Reato. No podría dejar afuera “El día que maté a mi padre”, de Jorge Sigal. Los tres tienen en común que son de no ficción. Sin embargo, se leen como novelas.

– ¿Cómo ves el vínculo de las nuevas generaciones con la lectura ?
Los jóvenes leen a través de sus smartphones, muchos también libros de papel. En los últimos años asistimos a un boom de la literatura para adolescentes y pre adolescentes. Existen varias generaciones de lectores que nacieron con Harry Potter. Es fundamental, de todos modos, el apoyo desde el hogar, y si no es desde la familia, desde la escuela. Los docentes tienen la enorme responsabilidad de construir un lector o de destruirlo para siempre. Y eso, no es un tema menor.

– Y llega la Feria del Libro…
Conozco la Feria del Libro de Buenos Aires desde todos los lugares posibles. La visité como lector, participé como expositor y me tocó inaugurarla como funcionario. Mi mejor experiencia fue como lector. Se trata de una gigantesca maquinaria promocional que tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Es un imán para que mucha gente se acerque a los libros, sin dudas, es lo más positivo. En los últimos años antes de la pandemia padecí su excesiva partidización, pero no deja por ello de ser un ámbito característico de una sociedad culta como la porteña.

– En algún momento te definiste cómo políticamente incorrecto y contrario a cualquier fanatismo. ¿Crees que ese es el camino para crecer dentro del diálogo y consenso?
No soporto la censura que ejerce la corrección política sobre la libertad de pensamiento, y tampoco la de su primo hermano, el fanatismo. Las ideas requieren libertad, muchas veces ir en contra de lo generalmente aceptado, desafiar la autocomplacencia, avanzar por encima de lo previsible. En cuanto al diálogo, es una herramienta fundamental del sistema democrático, por eso los populismos lo detestan. El consenso es otro tema: es fácil lograr consensos sobre los grandes temas, el problema está en los consensos para producir transformaciones reales. Muchas veces sucede que promover el consenso puede ser promover para que todo siga como está y que nada cambie. El consenso, como el diálogo, son herramientas, no son fines en sí mismos. Los fines y los medios son los que requieren esos 2 ítems. El problema es que la Argentina está fracturada en los fines y en los medios para lograrlos, pero cuando estemos de acuerdo, o no haya más remedio que estar de acuerdo, los diálogos y consensos llegarán más rápido que tarde.

– Lo invito a dejarnos una reflexión final.
Una frase que me acompaña desde hace muchos años, que alguien le atribuyó a Jacques Lacan pero que no sé a ciencia cierta quién la formuló: “La ética de un intelectual consiste en pensar en contra de uno mismo”. Quien la haya dicho, tiene razón. Trato de practicarlo. No es fácil.

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