Hace pocos días mi amigo Mario Panagopoulos me sorprendió con una foto que compartió en Facebook. Una escena hermosa y sumamente expresiva que daba cuenta de su saludo con el Papa Francisco. Lejos de ser formal, la imagen testimoniaba un encuentro feliz y alegre.
Con esa foto recordaba el viaje que con 40 dirigentes de las colectividades que conviven en nuestro país más algunos refugiados de Siria hicimos en el año 2019 al Vaticano, en una audiencia en la cual se mostró al mundo el ejemplo que es nuestra sociedad y la Argentina de convivencia y pluralismo.
Fue un evento jamás realizado con anterioridad, tan inédito como potente e inolvidable.
Aquel viaje fue una clara acción de trabajo conjunto inspirado en los valores de inclusión y respeto a la diversidad. Dejamos en manos del Papa una copia del Compromiso Compartido Contra la Discriminación y Por la Paz y el Pluralismo elaborado y firmado por todas las colectividades argentinas y el Gobierno Nacional.
La foto de mi amigo Mario me llevó a reflexionar en este Día de Discriminación Cero que el mundo celebra por iniciativa de Naciones Unidas desde el año 2014.
La batalla contra la discriminación no está ganada, el prejuicio y el odio conviven con nosotros. Se discrimina por ideología, por xenofobia, por religión, discapacidades, aspecto físico.
El mundo está en vilo hoy por la locura fanática de quien desconoce de igualdad, de libertad, de respeto a los derechos humanos.
El mundo tiembla bajo el grito de odio, muerte y destrucción inspirado en un falso sentimiento de supremacía y un profundo desconocimiento de la identidad del prójimo y sus derechos.
Hoy que estamos urgidos todos nuevamente a pensar en la paz. A trabajar por ella.
Debemos mirarnos y reconocernos iguales con nuestras diferencias, celebrarlas, reconocer la riqueza que ellas brindan, las ganancias que nos proporcionan.
Estamos obligados a educar en perspectiva de derechos humanos pues la ignorancia es la madre del prejuicio.
No tenemos opción ante los discursos de odio. Debemos optar por la vida y la libertad y no la habrá sin asumir que los fanatismos primero nos dividen, y luego nos destruyen como sociedad.
Aquel día en el Vaticano, en el Auditorio Paulo Sexto, Francisco nos saludó casi con un grito: ¡Se juntaron todos! ¡Lo lograron!
Y sí, de eso se trata, de estar todos juntos siempre. Así se construyen las grandes cosas, así aparecen las oportunidades.
Este tiempo nuestro nos trae un nuevo desafío para ser mejores en un mundo con Discriminación Cero.
Pensemos en ello.
Por Claudio Avruj
Director de Optimism
