POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Además de ser una excelente profesional, Natalia Ciancaglini es también una profesora que enseña desde el corazón. En la pandemia tuvo que reinventarse y terminó encontrando en las redes sociales una manera de mantenerse conectada con los alumnos. Lejos de aprovechar la pandemia para hacer la plancha, te invitamos a conocer un poco más de la profe que en el encierro motivó a sus alumnos a estudiar inglés.
-Te hiciste viral usando las redes para algo que no es lo que generalmente se viraliza, ¿nos contás cómo surgió la idea de utilizarlas para acercarte más a tus alumnos?
Todo lo que hago es con la intención de inspirar a alguien para que sienta la vocación de enseñar. Siento que es por ahí. Esta idea puntualmente surgió en el año 2020 con el COVID, en el momento que estábamos en pleno aislamiento. Soy profesora de la Universidad de Ciencias Agrarias (UNcuyo), y tengo muchos alumnos en las cuatro carreras que doy clases (inglés técnico en enología, bromatología, recursos naturales, y agronomía) además de cursos de extensión; el hecho de no estar en vínculo constante con ellos me afectaba, era difícil. Vi que muchos profes en el mundo estaban haciendo videos, y yo que soy bastante caradura, me animé. Los hice explicando cosas para ver cómo lo tomaban y la recepción fue muy linda, se engancharon, se divirtieron, y para mí fue una vía de escape a lo que estaba pasando. Fue una buena oportunidad de darles ánimo y mensajes esperanzadores.
-¿De qué manera creés que contribuyó la neurociencia en todo esto?
Según la neurociencia está científicamente comprobado que las emociones son el pegamento de la memoria, y cuando uno crea situaciones agradables, placenteras, el cerebro difícilmente las borra. Es por eso que recordamos con facilidad momentos, personas o situaciones, que nos hicieron sentir bien y felices.
Hice un post grado que me sirvió para reforzar, comprender como el alumno capta una segunda lengua, y reforzar la importancia del humor y ambientes propicios de aprendizaje. El alumnado se tiene que sentir respetado, valorado, y se tiene que divertir, esos son los pilares de mis clases. Muchos chicos y chicas tienen pánico o situaciones feas con el inglés por sentirse rechazados al no hablarlo bien. Cuando rompés esa barrera, te das cuenta que podés divertirte de los errores, y que son nuestros aliados.
-¿Cada día es más difícil adaptarse a los chicos para hacer docencia?
Siempre he sido “tecno teacher”. Las tecnologías vinieron para quedarse, y hubo que adaptarse. Por suerte antes de la pandemia había hecho unos cursos de computación, programación para mejorar la enseñanza, toda información que apliqué después. La tecnología es parte de los chicos, las investigaciones, el aprendizaje mediante juegos, y no siempre caer en la evaluación escrita de papel.
-¿Cómo preparás el material, tenés alguna próxima idea al respecto?
Es contínuo. Los videos surgen de dudas en clases o temas que veo que cometen muchos errores. Voy sacando ideas de lo que leo día a día, tal vez algo me inspira y hacemos un video de vocabulario o gramática. Trato de hacer hincapié en enseñar expresiones idiomáticas o frases cotidianas, que son cosas que no ves en los institutos, pero sino las enseñas no las pueden comprender.
-¿Querés dejarnos alguna reflexión?
Es fundamental que el docente se conecte con el día a día del alumno, y comience a enseñar un poco más del corazón. Hay que hacer sentir querido al chico, muchos creen que no pueden y hay que aceptar sus procesos, motivarlos, y aceptar que cometa errores. El aprendizaje es más sano con buenas comunicaciones, por otro lado hay que romper el estigma que si uno es divertido en el aula, no es profesional; yo me considero sumamente profesional en cuanto a contenido, evaluaciones, planificación, y sin embargo considero que el humor, diversión y distensión en la clase, con una meta, está perfectamente dada. Hay nuevas formas de enseñar, y con las que el alumno se siente más cómodo.