Nani creció en un ambiente muy distinto al que la rodea hoy. Su amor por los animales la llevó por diferentes caminos: enfrentó a su papá, dejó de comer carne, también de consumir todo producto de origen animal, y posteriormente comenzó a rescatar. En parte, su corazón sentía que dentro suyo había algo que necesitaba reconstruir, sobre todo con las aves, y así fue como inició todo.
Si bien su objetivo es siempre que vuelvan a su vida salvaje, la chica de 31 años convive hoy con 37 de ellas y que cuentan con todo tipo de condiciones: discapacitadas, con problemas en sus alas, ciegas, que fueron criadas en cautiverio y las que ya -por algún motivo- no pueden ser liberadas.
Enfrentó sus temores del pasado, un padre que hacía sacrificios de animales para rituales cuando ella era una nena, y reconstruyó una nueva vida para justamente eso: dar vida. Hoy está esperando a su primera hija, quien sin ninguna duda se llamará Paloma, e intenta quitar los prejuicios que muchas personas tienen con respecto a las aves -como las palomas- que a diario vemos en las calles.
Convivir con aves
“Comencé hace más de cinco años. Antes rescataba perros y gatos, pero arranqué con las palomas cuando encontré una en la calle, básicamente”, contó entre risas. “Todos me decían que transmitían enfermedades y empecé a averiguar y a darme cuenta que hay un prejuicio terrible con ellas”, dijo Nani en diálogo con TN.
Hoy su vida gira en gran parte en torno a ellas. “Mi rutina se basa en atenderlas, darles la medicación a quienes las necesitan, darles de comer y quizás acudir a algún alerta, contestar mensajes y aconsejar”, explicó.
A pesar de su panza que ya transita la etapa final de la gestación, se mueve de un lado al otro llevando a sus rescatados de Lanús a Devoto para que tengan la atención necesaria. “Precisan un veterinario que se maneje solo con aves y este doctor es uno de los pocos que hay cuando se trata de una urgencia y necesito salir corriendo”, detalló.
En tal sentido, contó que mucho de su dinero lo gasta en la atención que les brinda, pero también recibe ayuda de otras personas que se acercan hasta ella o quienes en algún momento le pidieron colaboración con algún ave.
A lo largo de esos años, lleva en su cuaderno de rescates búhos, halcones, gavilanes, palomas, gallos, gallinas, colibríes, benteveos y tantos otros tipos de aves que llegaron en estados deplorables a sus manos. Muchas fueron liberadas, pero otras tantas, 37 para ser precisos, aún viven con ella.
“Mi casa está tomada por aves”, sostuvo divertida. “Cada una está en un sector distinto. Tengo voladeros donde están las que practican vuelo para luego ser libertadas. Hay jaulones para las discapacitadas, esas que no ven o tuvieron una fractura mal soldada y no pueden volver a volar o alguna a la que le falta una pata”, destacó.
En otro de los espacios también hay un jaulón para las rapaces, mientras que gallos, gallinas y pollitos circulan en su habitación e incluso duermen a un costado de su casa.
“La gallina que tengo en mi cuarto la rescate de un ritual umbanda. La destruyeron y todavía tiene consecuencias de eso”, explicó. Además de ello, a su casa van a comer más de 100 palomas que en su momento rescató y que posteriormente liberó, pero que saben con claridad que ahí hay comida.
Rescate de palomas y la humanización
Con relación al trato que le da a sus rescatados, Nani hizo una diferencia: “Generar un vínculo con un ave que vas a liberar no sirve, yo prefiero no tratarlas mucho más que para atenderlas porque son salvajes, no las puedo obligar a que estén en contacto conmigo. Inclusive muchas ya llegaron a mi de grandes, en mal estado, y no me quieren ni ver. No las puedo liberar, pero respeto su distancia”, aclaró.
Sus rescates, su día a día, sus experiencias y el sufrimiento con el que llegan las aves que auxilia los comparte en sus redes sociales, @rescatando.anh, en donde cuenta con más de 27 mil seguidores. “Me contacta mucha gente y trato de acompañar y asesorar, estoy presente”, señaló y sumó: “Es importante que las personas se involucren más porque no es tan complicado como un perro, un ave no es molesta. La cuidás hasta que se cura y después simplemente la soltás”.
“Siempre intento que la gente entienda y se involucre porque al principio uno desde el desconocimiento cree que las palomas son sucias o tienen enfermedades y nadie las quiere adoptar. Piden loros, catitas, todo lo que sea hablador llama mucho la atención, pero no las palomas”, contó.
En tal sentido, habló de una experiencia que la dejó asombrada. “Hace poco me contactó un chico que me sigue hace tiempo, pero que nunca rescató. Un día de lluvia vio que un señor tenia un montón de palomas adentro de una caja y me preguntó si era maltrato animal. La verdad es que hay muchos que los cazan para venderlas a ritos umbanda así que le dije que esté atento y me dijo que lo vio con la gotita y creía que les estaba pegando el pico. Llamó a la Policía y fueron. Cuando las revisaron estaban bien, pero al rato el chico me vuelve a escribir y me cuenta algo terrible: el señor tenía pedido de captura por varios casos de violación. Si bien terminó detenido porque alguien vio que tenía palomas en una caja, la gente que maltrata animales por algo lo hace, hay un trasfondo, y a eso apuntamos cuando pedimos que se involucren. Si maltratan un animal pueden también hacerlo con las personas”, detalló.
El embarazo y las palomas
Nani está embarazada, a poco de dar a luz y recibir a Paloma. “Ella va a nacer rescatando”, sostuvo e hizo una aclaración en torno a la salud de ambas. “Siempre dije que mientras estemos bien las dos voy a seguir, no me puedo tirar a la cama a ver como las aves sufren. La lucha que yo tengo es para los animales y si en algún momento eso me empieza a perjudicar, pararé, sé ponerme límites”, indicó.
Sin embargo, contó que desde que se enteró de que su beba estaba en camino, sufrió muchos comentarios negativos y prejuicios. “Me decían que la bebé se iba a contagiar de algo, pero si en todos estos años nunca me pasó nada, ¿por qué me va a suceder ahora? Ella va a crecer con otra mentalidad. Con una paloma en la mano, aprendiendo las partes de la gallina con la gallina. Voy a tratar de darle otros principios”, destacó y sumó. “Mi hija hoy está perfecta de salud”, señaló.
La infancia y los rituales
Su amor por los animales nació por una necesidad. Cuando Nani era chica conoció y fue testigo de rituales umbandas que su papá hacía en su propia casa.“No lo oculto, me llevó mucho tiempo trabajarlo, muchos años con mucho miedo, crecí viendo como él sacrificaba animales. Los umbandas te lo van a negar, pero la mayoría hace sacrificios, tanto por cosas buenas como malas”, señaló.
“Cuando mi mamá lo conoció él no estaba metido en el umbandismo, pero empezó cuando yo tenía un mes y fue de lleno. Se levantaba a la madrugada a buscar tierra al cementerio, yo crecí con todo esto. Mi mamá creía que en algún momento iba a cambiar, pero no pudo y terminó cagando la familia”, lamentó.
Ante esto, detalló: “Me daba miedo levantarme a la madrugada a hacer pis porque el piso estaba lleno de velones, papas, pochoclos, velas, santos, a veces me hacía pis encima porque me daba miedo pasar por ahí y cuando fui creciendo me daba mucho asco de que él llegara salpicado de sangre porque, además, era carnicero”.
“Traté de evitarlo muchas veces, de preguntarle por qué hacía eso y él me lo negaba. Me terminé sintiendo responsable de esas vidas que no pude salvar en todo el tiempo que conviví con él y terminé rescatando porque sentía que les debía la vida, lo viví desde adentro y no pude hacer nada”, confesó.
Es por ello que la joven no tiene relación desde hace más de diez años con su padre. “Los traumas que esto me generó me hicieron terminar con patologías psiquiátricas. Tengo TPL (trastorno límite de la personalidad) y TAG (trastorno de ansiedad generalizada) y estoy en tratamiento por escenas dramáticas que tuve que pasar de chica. Hay un trasfondo más grande que me llevó mucho tiempo sanar, pero hoy encontré una salvación rescatando a las aves y dándole importancia a la salud mental”,concluyó Nani.
FUENTE TN