Es peluquero y barbero con su propio museo viviente. Atendió a Diego Maradona
POR ALEXANDRA BARRETO
Sus herramientas son el peine, buenas tijeras y una navaja siempre afilada; así listo, disponible, está Miguel Barnes afuera de su local llamado La Época, situado en Neuquén 759 en el barrio de Caballito. Atiende por citas programadas y sólo a caballeros. Brinda el servicio tradicional de corte de cabello y afeitadas a navaja.
Pasó por algunos rubros antes de cumplir su sueño que realizó hace más de 20 años. Vendió suelas de zapatos y fue comerciante de frutas y verduras en el negocio de sus padres. A los 32 años descubrió que su vocación no era ser vendedor, su mayor alegría era ser peluquero, a tal punto que cuando fue creciendo el negocio recibió una propuesta de un cheque en blanco para comprar el local con todos los objetos del museo pero se negó rotundamente. No existía cifra que pudiese arrebatarle años de dedicación a su carrera y a su santuario: Su salón, el cual fue declarado interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Miguel se instruyó para poder ejercer su labor, estudió en la Escuela Sudamericana situada en el barrio de Coghlan.
El Conde de Caballito se tomó muchos años para poder plasmar lo que quería en La Época, la cual nació en donde funcionó la verdulería de su familia, una casona familiar en la calle Guayaquil 877.
“Quería ser peluquero de los de antes, que cortaban el pelo y barba en salones sólo para hombres, esos que habían desaparecido cuando aparecieron las peluquerías unisex”, detalló.
VER Y CREER
En su bunker se aprecian más de 15.000 objetos muy importantes: Sillones de madera con esterillas de ratán de la India de 1899, cada uno dispone de salivera y un teléfono antiguo a mano. Para los chicos, también hay un sillón infantil, una caja registradora con compartimentos secretos de1905. Arañas de cristales, muñecas, colonias de perfumes con esencias que prepara. No hay rincón que no tenga valor sentimental y hasta la capa que usa en invierno para cortar el cabello es de España (1901).
Un calefón y un matafuego de cobre, una pileta para preparar la crema de afeitar, un toallero antiguo, frascos de colonia Atkison, brillantina, Fulgural, el perfume de Carlos Gardel, jabones Manuelita o Gomina Brancato. También una cabina telefónica de ENTEL de 1919, y un piano francés de 1907.
Uno de sus tesoros más preciados es una ‘bacía’ de fines del siglo XVIII que le costó años de encontrar. La bacía es la que Don Quijote lució en la cabeza a modo de casco, una palangana en el que ponía agua jabonosa con una hendidura para apoyar el cuello.
Para visitar el Museo se contacta a través de las redes sociales y la entrada tiene un costo de 200 pesos.
LLEGÓ LA POPULARIDAD
Su primer cliente fue un panadero del barrio, a quien Miguel recuerda con mucho cariño, pero posteriormente se corrió la voz y la peluquería fue teniendo cada vez más clientes. El éxito llegó a oídos de muchos medios de comunicación del mundo entero: National Geographic consideró al salón como el único museo viviente en el continente; el New York Times le dio el sitial entre las diez mejores barberías del mundo; y la BBC de Londres, en cuarto lugar.
“Hace veintisiete años me decían que estaba loco porque quería arreglar barbas y afeitar, la locura fue contagiosa porque está lleno de barberías. Incluso, me llaman barberos del exterior para que los asesore en la apertura de sus locales. Por eso me gusta transmitirles a los jóvenes y los niños, que se puede y que se animen a soñar fuerte lo que quieran ser el día de mañana”, le dijo a Optimism.
METROSEXUALES EN AUGE
Decidió que la peluquería no daría servicio para mujeres, aunque recalcó que muchas se lo han pedido, Miguel reconoció que no lo hace por machismo, si no porque defiende un principio importante para él. “El objetivo principal del proyecto que tenía era justamente que el hombre recupere el lugar que había perdido en la peluquería. Acá vienen de todas las edades, porque los cortes modernos que ahora usan los chicos se hacían antiguamente. Podemos hablar de lo que era antes, hubo un intermedio entre el hombre de hoy y el de hace muchos años atrás, porque los metrosexuales eran los de la época de los 30, 40, y 60. Antiguamente era mal visto el hombre con pelusa e iban a las barberías a afeitarse dos veces al día, usaban cuellos almidonados, metrosexuales eran los de antes”.
Aunque la lista de famosos que han pasado por La Época es interminable, entre sus asiduos clientes, se encontraba Diego Armando Maradona, quien iba para que le afeitara la barba. “No tenía problema que dijera que era cliente”, reconoció
La dicha y satisfacción que refleja es inmensa, todo lo que logró, sus sueños y aspiraciones. Es abanderado de que hay que hacer las cosas con amor. “Me siento feliz de todo lo que hago, cuando abrí el museo me dije que si el día de mañana me iría bien, sería fantástico pero si me hubiese ido mal, no me importaría. No hay que hacer por nada obligación, el dinero es una consecuencia”.