La historia de Paloma López Fabián, una joven que enseña a maquillarse a través de su cuenta de Instagram diecinueve años después de sufrir amputaciones en sus brazos y piernas.
Paloma López Fabián no entiende de obstáculos para hacer lo que verdaderamente le gusta. Ella sufrió amputaciones en sus brazos y piernas cuando tenía dos años y medio como consecuencia de una enfermedad, y ahora diecinueve años después enseña a maquillarse a través de su cuenta de Instagram, además de estudiar trabajo social y surfear. “Cuando doy una entrevista lo hago porque me parece que está bueno mostrar que hay personas que somos diferentes, y eso está buenísimo porque si todas las personas fuéramos iguales el mundo sería un embole“, dice Paloma.
El gusto por el maquillaje
La joven cuenta que el gusto por maquillarse la acompañó desde muy pequeña. “Recuerdo maquillar a mis abuelos jugando, por ejemplo. Pero cuando fui más grande empecé a darme cuenta de que la gente me miraba mucho en la calle, hoy en día también sucede“, señala. “Entonces empecé a maquillarme como una forma de mostrar que yo estaba bien y tratar de evitar esa mirada de lástima, o sea, si me querés mirar, mírame por mi maquillaje, no por lo que no tengo. Hoy me maquillo para empoderarme, tal vez al principio lo hacía por la mirada del otro, pero ahora lo hago para mí”, asegura. “Yo no ´superé´ lo que me pasó, aprendí a convivir con eso. Hay días que estoy mal y hay días que estoy perfecta, pero no es que esté todo bien. Es un laburo que se hace todo el tiempo”
En 2019 Paloma, que hoy tiene 21 años, abrió una cuenta en Instagram donde mostraba cómo se maquillaba; al principio no tuvo muchos seguidores pero al comienzo de la pandemia la descubrió la maquilladora profesional Lucía Numer, la recomendó y a partir de ahí la historia cambió. “Ella me acompañó a mejorar el Instagram, recomendó mis historias y a partir de entonces se produjo un estallido; comenzaron a llamarme para hacer notas, las marcas comenzaron a mandarme sus productos, y así comenzó a crecer la cuenta“, cuenta.
En paralelo a lo que sucedía en las redes, la joven terminó la carrera de maquilladora social e hizo numerosas clases con maquilladores reconocidos como Gervasio Larrivey y Sebastián Correa. “Me siento conforme con el nivel que alcancé, se nota mucho la diferencia de cuando comencé pero no me la creo, pienso que siempre se puede mejorar“, afirma.
Surfear
“Con mi familia siempre veraneamos en Punta del Diablo, Uruguay, y yo siempre miraba a los surfistas. Mi papá notó que me gustaba y consultó en la escuela de surf si me podían sumar y se coparon“, recuerda. “Me ayudan a entrar al mar pero después yo manejo la tabla, surfeo sentada, me encanta“, describe y cuenta que sus padres la llevaron a natación desde los seis años para fortalecer sus músculos aunque este deporte hoy la aburre a diferencia del surf en el que -asegura- “cada ola es diferente“.
Alegre e inteligente, Paloma prefiere no ser presentada como un ejemplo de “superación” personal. “Yo no ´superé´ lo que me pasó; aprendí a convivir con eso, hay días que estoy mal y hay días que estoy perfecta, pero no es que esté todo bien, es un laburo que se hace todo el tiempo“, señala.
Dentro de los obstáculos para poder desarrollar sus actividades diarias, Paloma menciona los problemas de infraestructura. “Las calles están rotas, no hay rampas y los colectivos y los edificios no tienen acceso para sillas de ruedas, entonces las ciudades están pensadas sólo para un cuerpo y no se piensa que hay cuerpos diferentes”, describe. “Tampoco hay cuerpos diferentes en publicidades; las personas con discapacidad no aparecemos y cuando aparecemos se nos ve como sapo de otro pozo“, afirma.
Su enfermedad
Cuando tenía dos años y medio Paloma contrajo una infección por un meningococo, una de las bacterias que puede causar meningitis (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal) y otras formas de enfermedades como la que le provocó a ella: meningococemia, una infección del torrente sanguíneo. A los siete años tuvo una recaída con internación y a los once tuvo la última, pero más leve; ahí determinaron que tenía una enfermedad autoinmune por la que toma actualmente medicación.