POR SEBASTIÁN SAAVEDRA
Cada 27 de enero se rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto y se ratifica el compromiso de luchar contra el antisemitismo. En este día se conmemora la liberación en 1945 por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau. Esa fecha fue oficialmente proclamada en noviembre de 2005 bajo el nombre de “Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto”.
El genocidio perpetrado por los nazis afectó no solamente a los países donde se cometieron estos crímenes, sino que tuvo una fuerte repercusión en todo el mundo. Hoy en día los estados miembros de la ONU comparten la responsabilidad colectiva de abordar los traumas remanentes, mantener medidas que permitan una conmemoración eficaz, cuidar de los lugares históricos y promover la educación, la documentación y la investigación.
Lidia Assorati se encarga de llevar sobrevivientes a escuelas no judías junto con la fundación Adenauer para que esta historia nunca pueda ser exterminada.
-¿Cuál es la importancia de recordar el Día del Holocausto ?
Es muy importante que se pueda recordar esta fecha. Conocí un sobreviviente que estaba ese día que llegaron los rusos: él era joven en ese momento, tenía 17 años y hacía ocho meses que estaba. Se salvó porque cuando llegaron pesaba 30 kilos, incluso siendo una persona alta y de caja grande, así que imagínense cómo lo tenían. Los rusos lo salvaron dándole un cuadrado de azúcar cada dos horas, y al paso de unos días le dieron algo de comida. Es importante que estas historias aberrantes se recuerden para no pasar al olvido.
-¿Por qué comenzaste a trabajar con los sobrevivientes?
Se dio de casualidad. Tuve la fortuna de vivir en Milán y en Roma. En esta última ciudad conocí a una argentina que me invitó a participar de encuentros hebráico-cristianos donde hablaba Lea Sistieri, mi gran maestra y a quien le debo lo que aprendí, lo que hice, lo que hago, y lo que seguiré haciendo. Ella hablaba muy bien castellano porque se tuvo que exiliar cuando los alemanes entraron en Italia e hicieron el camino que hizo la mayoría: irse en tren a Portugal, y de ahí en barco a Sudamérica. Me prestó libros que estaban agotados a la venta y los fotocopié. Ella tuvo una idea superadora que era juntar los hebráicos (judíos) con cristianos, encuentros a los cuales asistí durante tres años religiosamente todos los lunes. Era interesante porque se hablaba y se abordaban temas en común desde los dos puntos de vista.
-Y después…
Cuando volví a Argentina decidí ponerme a trabajar en algo para que los cristianos puedan conocer la historia desde que los hebreos entraron en Italia. Por eso, cuando vine conecté y armé dos charlas. En una vino el monseñor Casaretto y el rabino Levin, quienes hablaron de esperanza desde ambos puntos de vista. Allí también estaba una sobreviviente. Eso lo fui repitiendo con el tiempo hasta el día de hoy donde junto con la fundación, llevamos sobrevivientes a distintos colegios y lugares.
-¿Qué se puede rescatar de los testimonios de los sobrevivientes?
Son todas enseñanzas, aprendizajes e historias de algo que no queremos volver a repetir. Es importante que sus historias puedan ser amplificadas para mantenerse vigentes. Este año más de 700 chicos pudieron escuchar la historia de sobrevivientes.
-Algo que quieras agregar.
Me gustaría poder mostrarle a ustedes, y a la gente, la carta de fin de año que recibí de uno de los colegios donde los sobrevivientes para que puedan ver la injerencia que tiene la participación de ellos tanto en los chicos, como en las autoridades de la escuela.