Fernando Champomier tiene 36 años y le diagnosticaron esclerosis a los 18. En una charla, desdramatiza la enfermedad y desde Instagram aconseja a otros. ¡Conocé su historia!
Fueguino y nacido en Río Grande, Fernando Champomier tuvo la primera señal de la enfermedad a los 15 años, cuando en medio de un picado de fútbol empezó a ver doble, triple y no sabía dónde estaba parado. “Me duró un rato y se fue, pero seguí jugando”, dijo en una entrevista. Era el primer anuncio mientras hacía una de las cosas que más ama: el deporte. “Pasó el tiempo, casi dos años, hasta que en plena competencia, andando en bicicleta, me sacudió un golpe de electricidad y dejé de sentir las piernas, me quedé sin nafta“, agrega.
La familia, más que preocupada: “En Río Grande el médico que me atendió creía que podía ser esclerosis múltiple, pero no podía entender que alguien como yo, con la actividad física que tenía, lo padeciera. Me acuerdo que quería caminar para un lado y no podía, no me salía. Yo insistía y no había caso, mi cabeza ordenaba una cosa y mi cuerpo respondía con otra. Desesperante“, recuerda. En su momento, Fernando se trasladó a Capital con la idea de encontrar un diagnóstico y de realizar el profesorado de Educación Física. “Me acuerdo que a la médica que me revisó y vio los resultados de la resonancia se le caían las lágrimas, me abrazaba supongo que por la impotencia“.
El living de la casa de Fernando caracteriza sus hábitos. Bicicletas, medallas y copas que describen su espíritu competitivo. Además, un pizarrón que sirve de ayuda memoria para las actividades de cada día. “Ya no concibo vivir sin la esclerosis, no sabría cómo, me acompaña desde hace una vida, por suerte me acompaña y no me obstaculiza. Es una enfermedad invisible, vos no vas a ver nada raro en mí, mirame -desafía simpático-, pero hay cuestiones cognitivas que pueden acentuarse, como la memoria. Si yo no anoto, me olvido“.
Así, desde hace tiempo, Fernando comenzó a tomarse la esclerosis de otra manera. Por pedido de su madre, comenzó a hacer vivos sobre su enfermedad en su cuenta de Instagram, concitando la atención de muchas personas que la padecen. Con carisma y personalidad, se transformó en un guía para los recién diagnosticados. “Están presos del miedo, creen que se les viene el mundo abajo. Primero decidi hablar de la enfermedad porque mi mamá me pidió que cuente mi buena experiencia -hace el gesto de las comillas-, y después para dejar de demonizar a la esclerosis múltiple, que es vista como la parca, como una enfermedad que te deja en silla de ruedas. Y si tenés un buen tratamiento y el adecuado neurólogo, la vida continúa con cierta normalidad. Yo tuve la suerte atenderme en el Hospital Británico y que me atiende un médico joven y de mente abierta, el doctor Javier Halfon”.
LOS SÍNTOMAS DE LA EM
Los más frecuentes, son la pérdida de visión, debilitamiento en las manos y piernas, espasticidad y trastornos de equilibrio. Además, puede provocar olvidos, desatenciones, fallas cognitivas que no son sinónimo de demencia. En la actualidad, su diagnóstico no debería llevar más de un mes y no hay que causar miedo ni confundirla con Esclerosis Lateral Amiotrófica. Ambas empiezan con síntomas parecidos, pero en la EM el defecto aparece y luego mejora; la ELA, en cambio, agrega progresivamente más dificultades, le contó Liliana Patrucco, médica neuróloga, a Clarín.