María tiene deterioro cognitivo y su única hija vive en España. Salió de su casa del centro porteño y fue encontrada cerca de la vivienda que ocupó hace 5 décadas en Lanús. Una amiga se enteró e hizo la denuncia. Gracias a la intervención de las policías de la Ciudad y de Lanús, del SAME, los vecinos que la encontraron y un aviso al 911, la mujer regresó a su hogar sana y salva después de sufrir un principio de hipotermia
Fue una cadena de solidaridad, de ayuda y de empatía entre un grupo de personas que tuvieron como único objetivo ayudar a una mujer que bien pudo haber sido su mamá o abuela. No se sabe con exactitud cuántas horas María estuvo perdida, pero fue puesta a salvo antes de que se hiciera la denuncia por su paradero.
Ella tiene 92 años y el deterioro cognitivo propio de la edad hace que no siempre tenga lucidez; no siempre puede caminar o expresarse. Nadie supo qué pasó, ni cómo, pero durante la mañana del 25 de mayo, dejó su departamento en plena ciudad de Buenos Aires y se perdió. Apareció cerca de la casa de Lanús donde alguna vez vivió. Cuando ya la habían encontrado solo atinó a decir que había viajado en colectivo.
“Si así fue, significa que hubo personas que entendieron su necesidad de llegar hasta ese lugar, le prestaron la SUBE, la acompañaron a tomar el colectivo o, se confunde, y en realidad no viajó así… Entonces la llevaron hasta allá en auto; como fuere, la ayudaron”, asume Cecilia Medici, una de las mujeres que salió a su búsqueda y que da a conocer esta historia porque “se formó una cadena humana que ayudó a una mujer de 92 años, cuando muchas veces los viejos parecen invisibles, y esto es de destacar”.
Del otro lado del continente, María Cristina García Recimil, la hija de María y mejor amiga de Cecilia, siguió el minuto a minuto de la situación y desde España se ocupó de cuanto pudo. “Viviendo en el exterior se nota más la conexión que hay en estos momentos tan vertiginosos y tan duros, y que existe todavía en Argentina, donde a las personas se las mira como a personas. Ese es un valor de la sociedad que me alegra muchísimo que se siga conservando”, reconoce y pide reservar los detalles de la vida de su madre y destacar esa cadena de amor que se tejió en torno a ella.
Agradecida, sigue: “Somos nosotros quienes, muchas veces, nos encargamos de denostar la cadena de solidaridad, pero hoy a 10 mil kilómetros cuento aquí lo que pasó con mi mamá y creen que estoy hablando de una película”.
Cecilia también destaca el accionar de los funcionarios y, sobre todo, de esos desconocidos solidarios: “Creo que vieron en ella a su mamá, a su abuela. Un policía me pidió un Uber desde su propia aplicación, una policía hasta me buscó un cargador para mi celular y otro le ofreció a María su campera porque la vio con frío”.
La búsqueda de María
Cecilia y María Cristina se conocen desde hace más de 30 años. Por el mismo tiempo conoce a María, se tienen gran cariño y compartieron momentos de los buenos y de los otros, como en todas las buenas amistades. Desde que Cristina vive en Madrid, Cecilia está más cerca de María, que además cuenta en casa con una cuidadora (con horario flexible).
“Cerca de las 12:45, del miércoles 25 de mayo, la cuidadora llegó a la casa de María y no la encontró. Desesperada, llamó a Cristina para avisarle que su madre había desaparecido, pero como estaba en el metro de Madrid, no entró la llamada, así que le dejó un mensaje que recién ella pudo escuchar pasada las 13:30. Apenas lo escucha, le pide que hiciera urgente la denuncia y me llama para avisarme lo que estaba pasando. Salí corriendo”, revive el momento Cecilia.
Como vive en Ituzaingó, debió tomar el tren Sarmiento y combinarlo con un colectivo para llegar a la casa de María y encontrarse allí con la cuidadora. “En el tren me acerco a un bombero voluntario, lo felicito por todo lo que hace, y le cuento la situación. Me dice: ‘No salga a buscar a la calle, hace mucho frío. Vaya a la policía’, entonces fui a la Comisaría 1-A, de calle Tucumán al 1500, que corresponde al domicilio. Ahí me encontré con otra amiga de Cristina, también anoticiada de la desaparición de María”. Allí comenzó a tejerse la parte más visible de la cadena solidaria, zona CABA.
Al llegar se enteró que cerca de las 11:00 apareció en Lanús una mujer con las características de María. “Salí tan apurada que no me fijé que tenía muy poca carga en la batería del celular y poco dinero encima. En la comisaría pedí ayuda con el celular porque pensé que el día sería largo. Allí comenzó mi sorpresa: el Oficial Mayor Víctor Gabriel Pereyra (39) buscó un cargador para prestarme y me contó que había disturbios entre los barrabravas de Racing y Cali, y que el servicio del tren estaba cortado. Ya era de tarde. Muy amablemente, se fijó en Google cómo podía llegar en colectivo hasta la Comisaría 4ta y me dijo que era mucho tiempo de viaje. En el mientras tanto, Cristina sabía todo lo que estaba pasando y me dijo que fuera hasta allí en Uber, que pagaba el viaje, pero yo no uso esas aplicaciones”.
“Pereyra nos prestó su aplicación, pidió el Uber y además nos dio $1.500 porque las dos salimos con lo puesto, casi. Cuando nos contaron que María fue encontrada con hipotermia, también pensé en cómo hacer si por eso había que internarla… En ese cuadro, este hombre tuvo ese maravilloso gesto que excedió lo policial. Le pedí un CBU para devolverle el dinero y me dijo: ‘Primero lo importante. La busca, vea que esté bien y la lleva a su casa, y después le paso mi número de cuenta’”.
Emocionado por el reconocimiento, Pereyra recuerda ese momento. “Nos pusimos en el lugar de la señora que estaba desesperada y pensamos en la mujer que buscaban, que necesitaba reencontrarse con sus conocidas para estar tranquila. Cuando una persona está pasando por alguna situación de este tipo lo que tenemos que hacer es ayudar y facilitar las cosas”, asegura su rol en la fuerza.
Mientras el diálogo por el Uber sucedía, la Oficial Mayor Natalia Delgado coordinó con la policía de Lanús para que le enviaran la foto de María al momento de ser encontrada y así confirmar que era ella y a la vez, pedir a su hija en España otra imagen para cotejarla, antes de que las mujeres emprendieran camino.
“Realizamos el procedimiento para estos casos de manera estratégica y también acompañamos a la denunciante que estaba pasando mal momento. Que hoy se nos reconozca por esto significa que mi jefe de servicio y yo estamos haciendo las cosas bien”, agradece Delgado.
El encuentro con María en Lanús
“Cuando llegó el Uber, el oficial Pereyra salió y habló con el chofer para explicarle la situación. O sea, me dio un espaldarazo increíble”, destaca Cecilia, que al llegar a la dependencia de Lanús fue recibida por la Oficial Escobar que mantuvo una larga conversación telefónica con la hija de María para darle los detalles de lo que habían investigado.
Allí se tejió la cadena solidaria de la zona Sur de la provincia de Buenos Aires. Cecilia destaca el accionar de cada persona que participó de la búsqueda de María cuando aún nadie había preguntado por ella. “La Sargento Mariana Lizondo, del comando patrullas Lanús, me atendió de civil porque estaba dejando su turno y aún así se quedó e incluso me buscó un cargador para mi celular; el Oficial Zerpa me tomó la declaración y pusieron a disposición a los oficiales Robledo y Moure para llevarme al hogar al que habían trasladado a María para que la asistieran. Allí me contaron que al encontrarla, cerca de las 11:00, el personal del SAME le había tomado la temperatura corporal y dedujeron que había estado unos 20 minutos pasando frío, en situación de calle”.
Fue una denuncia al 911 la que avisó que una mujer mayor y aparentemente desorientada estaba sola en la calle. “Esto significa que algún vecino la vio y, no sé si alguien más la ayudó allí, pero hubo personas que se solidarizaron con ella al verla sola y quizás perdida. Lo llamativo es que María apareció cerca de la que alguna vez fue su casa y nadie sabe cómo llegó hasta ahí porque hacía 50 años se mudó con su familia a CABA”, destaca Cecilia.
Tras ese aviso al 911 y luego de que el SAME la examinara, la propia policía de Lanús activó la red de búsqueda a través de una comunicación entre los vecinos de Escalada. También intervino la comunidad virtual “Amigas” que pronto hizo un flyer que viralizaron en las redes sociales y en los estados de WhatsApp con la foto de María y el aviso: “Estaba en la calle Ministro Brin y Andrade. Está perdida. Dice llamarse María. Si sos familiar o vecino, por favor comunicate” y deja un número de teléfono que se puso a disposición para dar con sus allegados. La imagen se difundió con total velocidad y logró que los vecinos de Lanús se conectaran con sus conocidos de la Ciudad para difundirlo.
Mientras ese flyer giraba en el éter, los efectivos de la comisaría de Lanús trasladaron a María al Hogar Ercilla, lugar que el Municipio gestiona para personas en situación de calle. Allí le dieron algo caliente para tomar y comer. En ese sitio contaron con la ayuda de Mónica Romano, personal de Asistencia Crítica del Municipio de Lanús.
En el momento en que Cecilia y la otra amiga de Cristina llegaron a la Comisaría 1-A supieron que María estaba en ese hogar. Al llegar a la dependencia de Lanús les ofrecieron llevarlas hasta allí y llegaron en el patrullero para buscarla. Estaba tomando un té caliente con dos vainillas. “¡Ya no quiero comer más! ¡Vamos a casa!”, le pidió a Cecilia y luego de realizar todos los trámites necesarios, se fueron cerca de las 22:00.
“El oficial Robledo, que antes la había trasladado al hogar, notó que María tenía frío y, con el amor de un hijo, se sacó su campera y se la puso. Al llegar de regreso a la comisaría no se la quería sacar, pero le puse mi tapado. Lo que hizo este chico y el oficial Pereyra nunca lo voy a olvidar”, reconoce.
Antes de dejar su turno, la oficial Delgado preguntó cómo seguía todo y se fue tranquila por saber que las mujeres estaban juntas. “Este no fue un caso ajeno, siempre solemos ayudar a la gente de la misma manera porque en estos 19 años que llevo como policía aprendí que la gente recurre a nosotros porque tiene un problema y nosotros tener que ser la solución que buscan. A veces, como en este caso, no es tan necesaria la parte judicial sino las palabras y por ahí, también, es necesario gastar el propio dinero aunque esta vez nos agarró junto a fin de mes, le buscamos la vuelta. Era una señora que podría ser nuestra madre, una mujer mayor perdida en un día muy frío, sabiendo que a veces las comisarías no tienen las condiciones como para que la gente mayor. Teníamos que ayudarla”, reconoce Pereyra.