El 11 de marzo Kirán y Mariela se vieron por primera vez: “Después de muchos años de búsqueda y espera, llegó a mi vida a través de una subrogación de vientre”, cuenta Mariela Holcman. Ella es psicóloga y dirige el Equipo Adip, un centro educativo terapéutico de apoyo a la integración escolar. Desde los dos años se maneja en silla de ruedas eléctrica y hace dos meses se convirtió en mamá. “Nací con una discapacidad neuromuscular. La silla es parte de mi vida, realizo una vida como la de cualquier otra persona, teniendo en cuenta todos los dispositivos de apoyo que necesito para funcionar”, explica.
Su búsqueda para convertirse en madre comenzó hace más de diez años. Se inscribió en el Registro Único de Aspirantes con Fines adoptivos (RUAGA), estuvo en lista de espera, pero nunca la llamaron: “Tenía un deseo muy grande de formar una familia por eso nunca bajé los brazos”.
“Jamás dudé en seguir adelante. Sabía que iba a poder conseguirlo de alguna forma. Me enfrenté con muchos ‘no, no vas a poder’, ‘no se puede’. A través de la adopción nunca obtuve una respuesta favorable entonces, intenté por medio de tratamientos en el exterior, pero no prosperó. Finalmente, se dio muy cerca mío a través de una subrogación de vientre acá en Buenos Aires”.
La llegada de Kirán
Mariela quiere dar a conocer su historia para derribar los prejuicios y la falta de información sobre las mujeres con discapacidad y la maternidad: ”Por mi problemática de base neuromuscular considerábamos un riesgo médico poder llevar un embarazo durante nueve meses, para mí y también para mi bebé, por eso decidimos que fuera a través de un vientre solidario”, explica.
Como el deseo estaba y hay muchas formas de convertirse en madre, Mariela se asesoró legalmente para conseguirlo a través de la subrogación: “Cada persona es diferente y por eso hay que ver cada caso en particular. Está en la decisión personal y la recomendación médica. Yo decidí hacerlo así para resguardar al bebé y también a mí”.
Con respecto al camino de la adopción, reconoce que fue muy tedioso. “Fue muy difícil porque conocí personas que estaban sumamente desinformadas en relación a lo que es el deseo de ser madre teniendo una discapacidad motriz. Nunca tuvieron en cuenta que cuento con una red asistencial y el apoyo de mi familia”.
Fueron muchos los prejuicios a los que les tuvo que hacerles frente Mariela. En su mayoría, de parte de los profesionales que le tomaban las entrevistas, la evaluaban, y nunca le dieron una respuesta favorable.
La subrogación
Antes de comenzar a tramitar la subrogación de vientre, se asesoró legalmente para estar segura de que podía hacerlo en Buenos Aires: “Conocí a un hermoso médico en el área de fertilización asistida y tuve la suerte de contar con la ayuda de una gestante maravillosa, a la que acompañé desde el minuto en el que se hizo la transferencia. Puedo decir que viví prácticamente todo el proceso como si Kirán hubiera estado en mi panza”.
El bebé nació por medio de una cesárea programada: “Ni bien llegó a este mundo, lo tuve en mis brazos. En ese instante, nos conectamos como si nos hubiéramos conocido de toda la vida”. Sobre su hijo, el amor y la dedicación que le da a Kirán, Mariela afirma: “No se puede explicar con palabras lo que se siente, después de tantas frustraciones y pérdidas tenerlo en mis brazos fue increíble”.
El apoyo de especialistas
Durante todo el proceso de embarazo, se asesoró con un equipo interdisciplinario que trabajó para contribuir a la dinámica cotidiana familiar: “Conseguí contactarme con una terapista ocupacional y con una puericultora que conocían acerca de la temática discapacidad y maternidad. María Fernanda Iroumé y Violeta Vázquez son dos maravillosas personas que me ayudaron para que hoy sea posible que lo tenga en mis brazos, que pueda darle de comer o salir a pasear”.
Entre algunas otras cuestiones, las profesionales idearon un almohadón que tiene una contención especial, que se ajusta a la silla de ruedas. “De esta manera, yo lo puedo tener a upa y alimentarlo. Además, tengo un fular que se hizo a medida para que lo pueda alzar y adaptamos el cochecito con un dispositivo que se acopla a la silla y lo puedo llevar yo misma de paseo”.
Profesional y mamá
Para Mariela, su historia debería ser una más, la de una mujer con discapacidad, madre y profesional: “La fortaleza, las ganas y la motivación son aspectos fundamental en la vida teniendo o no una discapacidad. Por suerte, yo tuve el apoyo de mi familia y siempre tuve en claro qué era lo que quería”.
No hubo obstáculos que la detuvieran porque ella simplemente seguía el camino que había trazado para cumplir sus objetivos. “De esta manera, pude realizarme profesionalmente, tener mi centro, ayudar a contener a niños y familias dentro del área de la discapacidad y la integración familiar”.
“Mi hijo sí puede”
Durante los nueve meses de la gestación de Kirán, Mariela decidió escribir el libro: Mi hijo sí puede en el que habla sobre su rol profesional relacionado con su historia personal. “La mirda que tengo sobre el abordaje de la integración escolar de niños con discapacidad, cómo trabajamos en el colegio, cómo capacitamos a las seños, a maestras integradoras, a acompañantes terapéuticas para el bien del niño”.
Si bien cree que falta mucho para derribar los prejuicios que tiene la sociedad en general respecto a las capacidades de las personas con discapacidad, la psicóloga admite que en estos últimos diez años hubo un cambio importante en relación a la discapacidad y la inclusión educativa. “En nuestra institución siempre decimos que es importante capacitar porque muchas veces pecamos por desconocimiento. La información es un eslabón fundamental en todo este proceso”.
El mensaje de la también psicopedagoga es claro: “Es cierto que la vida es difícil, pero no hay dudas de que la vida también es bella, y siempre es posible inventar nuevas maneras de enfrentar la adversidad, superar los desafíos y cumplir nuestros sueños”. Para contactarse con Equipo Adip pueden hacerlo al mail:equipoadip@gmail.com o al teléfono 4393-9837.
FUENTE: TN