La historia de superación de Orlando Domínguez

Historias para contar Slider costado

La vida de Orlando “Petaco” Domínguez cambió cuando le faltaban días para cumplir 20 años. En un partido de rugby jugando para su club, Universitario de Salta, recibió un tackle y al caer hacia atrás se fracturó dos vértebras. Quedó parapléjico. A partir de esa tarde del 8 de agosto de 1983 pasó por largos calvarios, internaciones y pensamientos que lo ahogaban aún más. En diciembre pudo ser operado en el Servicio Nacional de Rehabilitación en Buenos Aires. Salió de un paro cardiorrespiratorio y luego lograron quitarle un hueso de la cadera para adosarlo a dos barras de hierro que le sostienen la columna. En todo este tiempo, manejarse en una silla de ruedas no fue impedimento. Nunca se rindió. Se recibió de ingeniero químico, tuvo una hija, María Luján, próxima a cumplir 15 años, y desde enero es el nuevo presidente de Universitario de Salta, uno de los clubes emblemáticos de la provincia del norte argentino.

“Me costó tiempo volver al club por dos razones: me gustaba jugar partidos y no verlos, y la otra porque al verme en una silla de ruedas, las madres o los padres podían tener miedo de llevar a sus hijos a jugar”, cuenta Domínguez, quien formó una comisión directiva que también integran tres mujeres.

El primer objetivo de Domínguez está cerca de concretarse. El 1º de mayo, Universitario de Salta inaugurará su primer quincho de jugadores, que llevará el nombre de un maestro del club: Perico Carabajal. “Es importante que los chicos conozcan la historia del club, de quiénes fueron los que los precedieron, cuáles fueron nuestros campeonatos, así que allí irán a parar todas las fotos, cuadros, camisetas y copas que hasta ahora están entre telarañas”, confía Domínguez, quien es docente de ingeniería química en la Universidad Nacional de Salta (UNAS). “Estoy de lunes a viernes ocho horas en la Universidad, que queda a unas cuadras del club. Mi trabajo de docente me da tiempo para preparar las clases y corregir los trabajos. En cambio, mi tarea como presidente me exige todo ya. Si te piden pelotas para alguna división infantil lo tenés que resolver en el momento, no podés esperar hasta la semana siguiente”.

A Domínguez lo criaron sus tías –sus padres se ausentaron cuando él era muy chico- y viene de un origen humilde. “Mi mayor frustración cuando me lesioné fue que no iba a poder devolverles todo lo que me dieron ellas, pero pude cumplir el sueño de estudiar y recibirme”, acota. “Nuestro club también está ubicado en un barrio pobre de Salta. Nuestro objetivo es que los chicos vengan al club y se formen como buenas personas antes que como buenos jugadores. La consigna es que ninguno se tenga que ir por no poder pagar la cuota”. En Universitario de Salta buscan todo tipo de apoyo económico en pos de costear ese objetivo.

“Creo que las cuatro franquicias del SAR que tienen jugadores firmados en nuestro clubes deberían darnos algo de dinero. Porque además hay un efecto de contagio no deseado: los chicos quieren ser como los que juegan en las franquicias, quieren ganar plata jugando al rugby, lo que no me parece mal, pero nosotros perdimos con otros que se fueron a Europa, doce jugadores del plantel superior. El año pasado jugamos el Regional A y ahora descendimos. Esto pasa en Salta y también en Tucumán”, resalta Domínguez.

El presidente de Universitario de Salta forma parte de la FUAR, a la que le está profundamente agradecido. “Es un lugar de contención maravilloso. Cuando yo tuve el accidente, la pasé todo el tiempo solo. Acá nos ayudamos continuamente a través de un grupo de whatsapp y además recibimos un dinero que nos sirve para acondicionar nuestros hogares”. En la UNSA, Domínguez creó la Comisión de inclusión para personas discapacitadas (CIPED). Con el rugby en el corazón.

FUENTE LA NACION

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