El 19 de enero fue un antes y un después en la vida de Lucila Collado y su novio Ivan Nichi. Esa mañana, ambos se despertaron muy temprano en el refugio San Martín de Bariloche, en el Lago Jakob, para aprovechar el clima y hacer un trekking en Laguna de los Tempanos. Después de la caminata, se tomaron unos minutos para almorzar, refrescarse y emprender el regreso de la ciudad.
Era una jornada soleada y muy calurosa. En el camino de vuelta, se cruzaron con muchas personas que estaban haciendo la subida al refugio San Martín. Para esa altura del día, nada hacía suponer que las condiciones climáticas empeorarían. Sin embargo, de repente empezó a llover, cayeron unas piedras y luego paró. Ambos continuaron con su marcha.
En ese mismo sendero, se cruzaron con Juan Cordeiro, un turista que estaba haciendo el mismo trayecto y se unió a la pareja. Todo transcurría con total normalidad hasta que Iván decidió cruzar el arroyo que baja del Bella Vista y escuchó un estruendo ensordecedor. Le advirtió a Lucila para que se frenara, pero la naturaleza fue más rápida.about:blank
Un alud de tierra, piedras y árboles arrastró a joven más de 250 metros hasta el arroyo Casa de Piedra. Milagrosamente, salió viva. Como consecuencia de las heridas que sufrió, los especialistas médicos debieron amputarle parte de su pierna izquierda.
A casi 8 meses del hecho, Lucila e Iván visitaron la redacción de 0221.com.ar para contar cómo ocurrieron los hechos. Cómo está la joven actualmente y desmentir las informaciones que circularon tras el accidente: “No teníamos forma de enterarnos que había un alerta meteorológico. Si hubiésemos sabido, nos quedábamos en el refugio”.
-¿Cómo estás llevando adelante la recuperación?
-Estoy súper bien, hace dos meses que tengo la prótesis y estoy yendo a un centro de rehabilitación llamado ERI dos veces por semana acá en La Plata. Una vez por semana estoy yendo a Capital Federal a una kinesióloga especialista en amputados. Ahí empecé a ir hace tres o cuatro meses, antes de tener la prótesis. Fue el momento en que yo empecé a necesitar tomar contacto con otros amputados porque no conocía a ninguno. Es como que eso te abre como otro mundo, donde hay mucha empatía y eso está bueno. Fue algo muy enriquecedor para mí y la verdad que me ayudó un montón. Creo que vengo rebien, por eso estoy caminando sin bastones. Hace dos semanas aprendí a correr, así que estoy entrenando eso. Carrera y salto.
-¿Y en cuanto a tu trabajo?
-Yo estoy trabajando desde siempre; casi que no dejé de trabajar. Estoy en una empresa en la cual hago tareas administrativas y estuve trabajando desde que estaba internada en el Hospital Ramón Carrillo en Bariloche. Solo paré cuando estuve en terapia. No es que me sentía un poco mejor pero cuando tenía un poco de ganas, empecé a trabajar, aunque sea una hora por día. Hacer una sola tarea y cosas así. Además, para distraerme un poco, porque la verdad que estuve mucho tiempo internada.
-¿Cómo empezó el día que estaban en el refugio San Martín?
-Nosotros, el día anterior al accidente (miércoles), habíamos realizado el ascenso al refugio. Estuvimos ahí todo el día y nos quedamos a dormir. Al día siguiente nos levantamos, hicimos otro trekking en un lugar que se llama Laguna de los Tempanos. Después comimos un sanguchito y emprendimos la bajada. Me acuerdo que llevábamos mucho tramo, en el que nos encontramos con mucha gente bajando. Eran un montón porque no había lugar en el refugio, estaba todo reservado.
Ese día no estaba lloviendo ni nada. Estaba lindo el día cuando empezamos a bajar. Después empezó a llover. En ese momento dijimos: “¡Qué alivio!”. Porque la verdad que hacía mucho calor y era una manera de tener aire fresco. Después empezaron a caer piedras chiquitas, nos pusimos debajo de un árbol a esperar que pase un poco y ahí nos encontramos con Juan, que andaba solo y se sumó a nosotros. Cesó la lluvia, seguimos caminando y otra vez hubo piedras. Paramos otra vez y después seguimos. Estaba lloviendo, pero seguíamos por el sendero limitado, por donde venía toda la gente. No nos desviamos en ningún momento, veníamos por el lugar donde teníamos que ir.
Mi novio iba delante, yo en el medio y Juan atrás. De repente, ese sendero está acompañado por un lago, muchas veces vos vas caminando con el lago a tu costado. Por eso, muchas veces es como que cruzas como “hilitos de agua” y piedritas. Estábamos pasando un hilito de agua que ni te mojabas los pies. Primero pasó Iván y vio que venía algo o escuchó algo…
-En ese momento cambió todo…
-Iván: Vos mirabas para la izquierda todo el cauce seco, pero para la derecha tenías una pared de montaña, como que venía en curva. De la nada, escuché un estruendo que provenía justo de la parte donde no podía ver. De repente veo piedra, árboles y agua.
-Lucila: El me grita: “No cruces, mirá”. Yo no crucé, solamente miré, pero cuando miré ya lo tenía todo eso encima. Nadie podía esperar que pasara algo así porque pasó esta vez. Es decir que no había pasado y hasta ahora no volvió a pasar. Es un fenómeno muy atípico. Esto es algo que se armó arriba de la montaña y empezó a bajar. Literalmente era agua que arrastró todo: árboles completos, piedras enormes y todo lo que te puedas imaginar. Cada vez que lo cuento, pienso en esas películas donde hay maremotos, en donde el agua empieza a arrastrar todo. Lo que yo vi fue así, pero con mucho barro, piedras, todo. Justó pise y vino. Como que estaba en el lugar y momento indicado para que esto pase.
-Y eso que tu novio alcanzó a gritar, fue menos de un segundo literalmente.
–Fue nada. Y Juan me quiso agarrar. Nuestras manos estuvieron a menos de diez centímetros, pero no pudo. Igual, pensándolo hoy, mejor que no me pudo agarrar porque no iba a tener más fuerza que la naturaleza y nos íbamos a morir los dos.
-¿Juan fue quien pudo comunicarse con los rescatistas?
-Iván: Él se comunicó, agarró señal y pudo conectarse con el camping donde estuvo durmiendo los dos días anteriores. Después de dos intentos logró dar el aviso de rescate y pidió que manden a alguien. Para ese momento, yo la había ido a buscar a ella… la había encontrado viva. Le había hecho señas a Juan para que busque ayuda porque todavía estaba viva.
-¿Cómo fueron esos minutos?
-Iván: Fueron horas…
-Lucila: Sí, fueron horas. Estuvimos esperando como una hora y media el rescate. Pero todo ese trayecto que me arrastró con todo eso y que él me vino a buscar, capaz que no pasó tanto tiempo. Habrán sido 10 minutos. Pareció mucho más tiempo. Eso venía con tanta fuerza que en un momento me sepultó. Las piedras eran tan grandes que me aplastaron las piernas. Y ahí es cuando yo puedo liberarme de esas piedras y siento el desgarro. Entonces ahí logró salir afuera y ver otra vez el cielo. Me miro la pierna (la izquierda) y enseguida dije: “Algo pasó acá”. Me miro la pierna de nuevo y era un desastre. Igual tenía que seguir. Sabía que podía seguir. Tuve que nadar con una pierna mientras me estaba desangrando con la otra. Era nadar, agarrarme de una piedra y empezar a llamar, a llamar, a llamar…
Me había quedado a un costado del sendero, era un lugar donde nadie me iba a ver. Era muy difícil que me escucharán, salvo que, realmente, me estuvieran buscando. Entonces el agua me empezó a tapar y tuve que nadar otra vez hasta agarrarme de una planta. Ahí es como que ya no podía moverme más. Cuando lo estaba llamando a él, el agua ya me estaba tapando por acá –señala su mentón-. Ya no tenía más fuerza, lo había dado todo.
El agua, como venía tan fuerte con las piedras, había socavado la tierra. Entonces yo me agarré de un árbol, para subirme a la tierra, pero no podía porque había raíces. Y no estaba la tierra firme. Medio que me enredé en las raíces… Pero llegó Iván, me acomodó en la tierra y nos pusimos a esperar el rescate.
-¿Cuánto tardaron los rescatistas? ¿Cómo entraron ahí?
–Primero llegaron un montón de rescatistas. La verdad unos genios. Venían con perros, palas…había una médica, paramédico y un psicólogo. El primero que llegó fue el psicólogo que me empezó a hablar y a hablar. Siempre estuve consciente, pero él me decía qué era lo que estaba pasando. También me ayudaba a respirar. Porque, como estaba con hipotérmia, me dio unas técnicas de respiración para que levantar la temperatura corporal.
Después llegaron los otros rescatistas y vino la médica. Me vieron la pierna, la entablillaron y me pasaron morfina en el lugar. Eso fue muy importante porque me estaba muriendo del dolor. Después me subieron a una camilla, cuando llegó el helicóptero, de ahí me llevaron a la ambulancia y de ahí al hospital.
-¿Te acordás cómo fue todo el operativo para llevarte al hospital?
–En la ambulancia lo primero que hicieron fue tratar de que respire porque estaba en un estado muy crítico. Enseguida el cirujano me dijo que no se podía hacer nada con la pierna y que la iban a tener que amputar. Me pusieron anestesia y cuando me desperté a los dos días, tomé conciencia que estaba en el hospital y pensé: “Bueno, no fue un sueño”. En un momento pensé que era un sueño, pero no fue así. Recuerdo haberme tocado la pierna y fue un alivio porque pensé que me habían amputado más arriba. La verdad es que estaba muy lastimada, tenía un tajo muy grande. Iván me hizo un torniquete arriba de ese tajo y fue muy importante para poder salvar mi vida. Siempre pensaba en esa parte de la pierna.
Los médicos se la jugaron y me pudieron amputar por debajo de la rodilla para que pueda tener una mejor calidad de vida. Desde el primer momento, ya empecé a pensar en que se iba a solucionar, que iba a tener mi prótesis, que iba a volver a caminar y a tener mi vida normal.
-Se dijeron muchas cosas ese día, como que ustedes no hicieron caso a la advertencia del SMN.
-Lucila: Nosotros arrancamos el trekking, como dos horas antes de ese aviso. Nosotros ya no teníamos señal en el celular, son 12 kilómetros ese trekking. Creo que arrancamos como a las 8 de la mañana.
-Iván: El aviso que dio Parques Nacionales fue como a las 10 u 11 de la mañana. Si no nos avisan desde el refugio, no te enteras…
-Lucila: Además si la alerta hubiera sida tan grave, hubieran cerrado los senderos. Era increíble la cantidad de gente que estaba subiendo con lluvia. Si hubiésemos salido el 18 de enero a hacer el treking y veíamos lluvia nos hubiésemos quedado, no íbamos a ponernos en riesgo nosotros mismos. Aparte era para pasarla mal, podríamos haberlo hecho otro día, era nuestro tercer día de vacaciones. No podíamos enterarnos del alerta, aparte en el refugio no nos avisaron nada. El refugio sí se puede comunicar con la gente de abajo porque usan otro sistema de comunicación. Nosotros habíamos chequeado el clima. Es más, el psicólogo me fue a visitar al hospital después de que salí de terapia y hablamos de esto, que había trascendido mucho que éramos unos irresponsables y que habíamos hecho el trekking sabiendo que había una alerta meteorológica. Él me dijo: “No hicieron nada que nosotros no hubiésemos hecho”. Salió eso en una noticia y se replicó en todos lados. También dijeron que estábamos empezando el trekking y en realidad estábamos volviendo. Nos quedaban dos kilómetros para llegar.
-¿Volvieron a verlo a Juan?
-Lucila: Iván sigue en contacto con él. Seguro que pronto nos volvamos a ver. Dice que es como que el también quedó afectado por lo que pasó.
-Iván: Vio algo muy feo…
-Lucila: De hecho, él tiene una imagen de lo sucedido muy distinta a la que yo tengo. Porque él tiene la imagen de verme cómo todo eso me llevaba y yo tengo la imagen de estar viviéndolo y ver la manera de salir de ahí.
-¿Cómo encaraste este proceso de tu recuperación? ¿Estás con psicólogos también?
–Estuve en Bariloche como 25 días, durante toda mi estadía estuve con una psicóloga de allá y después, cuando empecé a ir a rehabilitación, acá en La Plata voy a la psicóloga. Hago todo en el entorno del centro de rehabilitación. Es para acompañar el proceso de la prótesis en realidad porque es como que acepté todo desde el principio. Tuve que tomar una decisión de vida o muerte, sin importar las consecuencias. Yo ya había visto mi pierna.
Entonces es como que ya lo había aceptado. Después todo fue mucho más fácil porque todos los días me despertaba diciendo: “Buenos, a ver qué voy a hacer hoy o qué voy a aprender hoy”. Por ejemplo, hace 15 días fuimos a Capital a rehabilitación, íbamos hablando en el auto sobre eso mismo. De repente aprendía a trotar, entonces que lo voy viendo así. Ese entusiasmo de estar todo el tiempo a aprender algo nuevo
-Tuviste desde el inicio una actitud muy positiva.
–Sí, eso fue así desde el principio, cuando no tenía la prótesis, cuando estaba con muletas y cuando iba a rehabilitación igual para fortalecer la pierna. Y cinco meses después llegó la prótesis. Por suerte se dio todo bien. El primer molde me lo probé luego de que se salió la última cascarita que tenía. Tuve múltiples traumatismos, esta pierna no es solamente la amputación, tengo todo lastimado. La otra pierna también. Y tuve golpes en todo el cuerpo. Tenía muchas lastimaduras, entonces la última cascarita se cayó ese día y es cuando podés empezar con las pruebas porque si no está sana la piel no te podés equiparar. Le agarré la mano rapidísimo.
-Y ahora estás a haciendo deporte.
–Sí, ya aprendí a caminar, trotar y saltar. Sí se me presenta cosas como subir una escalera lo puedo hacer. Todavía no estoy lo canchera que voy a estar…
-¿Cuánto ayuda hacer la rehabilitación en entorno?
–Está bueno porque el primer día que fui a conocer el centro de rehabilitación para amputados había un chico que tiene una amputación bajo de rodilla como tengo yo. Tenía la falsa idea de que con esta prótesis no iba a poder correr ni saltar y ese chico, ese mismo día, mostró que podía correr y saltar. Eso para mí fue muy valioso. El hecho de que él pueda lograr esas cosas, significa que yo también lo puedo hacer. A veces te encontrás con personas amputadas que tienen miedo de caminar por la calle sola. Ósea, están las dos caras. Acá estoy con personas jóvenes que lo que quieren es volver a tener su vida. Por ahí podés descubrir otro tipo de actividad física para hacer que antes por ahí no lo había pensado. Para mí fue valioso, conocer otros amputados.
Por ahí tenés un problema y lo podés compartir. Capaz que a alguno ya le pasó y te entiende. Como, por ejemplo, qué me molesta de la prótesis y ya a otro le pasó, entonces te dice un tip para solucionarlo o si te sale una ampolla, si te raspaste o te lastimaste.
-¿Leíste mucho durante todo este tiempo?
–Sí, la verdad que leí un montón. Hubo un tiempo donde buscaba, buscaba y buscaba porque la verdad que no hay tanta información sobre amputados. Entonces es como que tenés que rastrear mucha información. También conversé con personas amputadas. Hay una chica de La Plata que se comunicó conmigo y cuando tengo alguna duda le pregunto y hablamos. Hay cosas que solamente la podés compartir con otras personas que están en tu misma situación. Por ejemplo, la semana pasada actualicé el registro de conducir para poder manejar con discapacidad. Yo quería arrancar a hacerlo para tener el registro en orden, pero surgían todo tipo de dudas como: qué categoría tengo que tener. Pasan esas cosas. Yo tengo una discapacidad que voy a tener siempre y que en este momento la compenso con la prótesis, por ahí hay cosas que todavía no están tan claras.
-Te escucho hablar y tu historia, es una historia de superación.
-Lucila: Creo que, en realidad, la clave es cómo te lo tomás. Cuando yo me desperté en el hospital y estaba amputada, porque ya me lo habían dicho, ahí tenía que pensar en mi vida como amputada. Como que en ningún momento me lamenté por qué me pasó esto a mí. Es como que ya pasó y tengo que salir adelante. Luché mucho por vivir en ese contexto y la fuerza que tuve que hacer para salir del barro. La fuerza que tuve que tener para no dormirme mientras esperaba el rescate y llegar consciente al hospital. Fue tanto lo que puse, que lo mínimo que podía hacer por mí misma era tratar de recuperarme y salir adelante. Me podrían haber pasado un montón de cosas y creo que me pasó lo más leve. Me podría haber golpeado con una piedra en la nuca y capaz me moría ahogada. Me podría haber quebrado más partes del cuerpo. Tuve una fisura en la pelvis derecha y por eso no pude caminar por dos meses. Hace cinco meses que estoy en pie. Tres en muletas.
-Iván: De hecho, todavía tiene piedritas que van apareciendo…cuando tocas el muslo las sentís.
-Lucila: Me siguen saliendo piedras. Tengo una piedra como encapsulada acá -se toca el muslo izquierdo- y tengo mini piedritas y tierritas que siguen saliendo. Fue todo muy sucio, ósea, porque toda esa agua se hizo como lodo y yo estaba repleta de tierra. De hecho, yo tuve la primera cirugía y después dos más que eran toilette (articular) que era porque tenía infección por la suciedad. Todo en Bariloche se hizo. Ellos recomendaban que no venga hasta estar estable porque yo tenía fiebre, encontraron el foco de la infección, que era la idea quirúrgica. Entraba a toilette y sacaban piedras, limpiaban y bueno. Como que el cuerpo las absorbe y después las tiene que expulsar.
Fueron dos veces, pero es como un empezar de nuevo porque me tenían que abrir. En una de esas intervenciones tuvieron que cortar un poco más de hueso, porque la infección había llegado hasta ahí. Tuvieron que coser otra vez. Los antibióticos empiezan otra vez. Entonces era como que no me podía ir nunca del hospital, cuando llegué a La Plata. Hacía siete días de la última toilette y si en tres días más todo se estabilizaba empezaba a tomar remedios por boca y ya podía irme casa.
Estuve cuatro días y no volvió la infección. Me hicieron todos los estudios y pude irme a casa. Estuve mucho tiempo más sin poder caminar por esa fisura en la pelvis. Fue más de lo normal porque yo tenía que sostenerme esta pierna, entonces en vez de un mes, estuve dos.
-Es increíble todo lo que pasaste.
-Lucila: Por más de que te lo describa, es imposible que lo imagines. Uno siempre lo puede contar, pero no es lo mismo.
Iván: Es como la película “Lo Imposible”. La encontré a 200 metros del sendero en medio de la nada. Era imposible que alguien la encuentre si yo no seguía su grito.
Lucila: Y que me escuchaste…
Iván: Fue ese hilito de voz que escuché y fui.
Lucila: Llegó justo porque el agua ya me estaba tapando y aparte hizo el torniquete. Eso dio unos minutos más para que lleguen los rescatistas, que lo acomodaron con unos materiales que tienen para hacerlo más grande. Mientras estábamos ahí esperando yo sabía que iba a sobrevivir. Había pasado por tanto en esos 15 minutos en donde dije “Ya está”.
-Y Juan que agarró señal.
–Todo estaba dado para que pudiera vivir. Imaginate que lo único que no me golpeé fue la cabeza. Después me golpeé todo, todo, todo… Cuando me desperté, todo mi cuerpo estaba inflamando, no podía cerrar las manos. La verdad que fue tremendo.
-¿Ahora estás con dolores?-
–Eso se me pasó estando en Bariloche. Esos moretones que tenía fueron sanando. Todo lo que eran las piernas, tengo las cicatrices y lastimaduras, obviamente, pero eso no me duele nada. El dolor que tengo todavía es el neuropático que es el dolor por la amputación. Es algo normal. Todos los nervios que van al pie siguen estando, pero no está el pie, entonces, es como que entran en cortocircuito. Muchos pacientes tienen ese dolor de “miembro fantasma”. Me pasó al principio eso de sentir dolor en la planta del pie o en el tobillo. Pero eso todavía lo tengo. Estoy con un especialista en dolor y estoy tomando muchos analgésicos todavía. Estaba muy enfocada en lo físico y al estar con todo este coctel de analgésicos puedo hacer mi vida y entrenar. Sino, todo sería muy doloroso. Voy bien. En algún momento me los van a sacar.
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