Antonio Ferreira sale casa por casa ofreciendo sus servicios, es afilador. Perdió una pierna en un accidente de tránsito. Vendió limones cuando se instaló en General Alvear, se rearmó la bicicleta y vive de su trabajo. “Yo no iba a andar pidiendo, me gano la vida con lo que se hacer”, afirmó.
Antonio Ferreira tiene 42 años y desde hace poco más de dos décadas vive de un oficio que está casi desaparecido: afilador. Antonio perdió una pierna en un accidente de tránsito pero a fuerza de voluntad, sus ganas de trabajar y continuar con su vida pudieron más que cualquier dificultad física, se rearmó la bicicleta sale casa por casa en General Alvear ofreciendo sus servicios.
Padre de tres hijos y uno más que viene en camino, Antonio tiene los objetivos muy claros, progresar solo a costa de esfuerzo y trabajo y llevar un plato de comida a la casa.
“Yo no iba a andar pidiendo, me repuse y me gano la vida haciendo lo que se hacer. Desde el 2000 que soy afilador y con esto le doy de comer a mi familia”, contó Antonio sin dejar por un segundo de hacer girar la piedra montada en la bicicleta con la que afiló los cuchillos
Las vueltas de la vida
Antonio es de Merlo, Buenos Aires, y aprendió de unos amigos el oficio. Con la bicicleta y la piedra de afilar se hizo paso en la vida hasta que en 2017 tuvo un accidente de tránsito que lo dejó lisiado. Antonio iba en moto y un automóvil en contramano le arrancó la pierna derecha. Durante seis meses batalló en un hospital pero al final los médicos nada pudieron hacer para salvarle la pierna.
“Después que hice recuperación comencé a vender empanadas en la esquina de mi casa. Estuve un tiempo bajoneado pero me recuperé, empecé a rearmar la bicicleta y volví a salir a hacer lo mío. Yo no sirvo para pedir en la calle, me gusta trabajar y ganarme la vida con lo que se hacer”, dijo. “Además estoy mejor físicamente porque hago ejercicio, trabajo, me siento bien”, agregó con énfasis.
Pero el destino le tendría deparado a Antonio otro capítulo inesperado más para sumar a su vida. Tras el accidente conoció a Eliana, su segunda pareja, y formó una nueva familia. La situación se tornó más que complicada para continuar en Buenos Aires hasta que Daniel, el suegro, los fue a buscar y se los trajo a vivir a General Alvear, en el sur de Mendoza.
“Le debo mucho a mi suegro, él nos trajo acá y nos dio un lugar. Es una nueva vida la que tengo y estoy agradecido. Hace unos 45 días que estamos acá”, afirmó.
Vendió limones para volver a afilar
En los primeros días en Alvear y sin la bicicleta para salir a trabajar, Eliana le encontró una alternativa a su pareja y Antonio no la desaprovechó.
Valiéndose del limonero en el fondo del patio “salí a vender limones en una esquina, en la del semáforo en Ingeniero Lange”, comentó y luego añadió “traer la bici de Buenos Aires era muy caro, con los limones fui juntando unos pesos y me armé una bicicleta nueva y salgo a trabajar todos los días”.
No hay fin de semana o feriado
Antonio Ferreira sale a recorrer las calles de Alvear sin importar el mal tiempo, si es fin de semana o feriado. Ameno en el trato al igual que cortes, ofrece sus servicios casa por casa.
Hay un precio por unidad y también descuento por cantidad pero además, Antonio, no tiene inconvenientes en ofrecerse a pasar en otro momento o recibir en su casa (Independencia 378) a los interesados en afilar un cuchillo.