Mariela Santamaría es la primera mujer del país que comandó un avión Hércules. Además, fue la única que realizó vuelos entre las bases argentinas en la Antártida.
Te contamos la historia de Mariela Santamaría, una mujer que hoy tiene casi 40 años, pero fue protagonista de un hito inolvidable. Se trata de una de las cinco pilotos militares con las que cuenta el país. Ella trabajó duro en sus sueños, y los hizo realidad. En 2016, se convirtió en la primera mujer del país que comandó un avión Hércules. Además, fue la única que realizó vuelos entre las bases argentinas en la Antártida.
Mariela terminó su escuela secundaria en 2001, y decidió comenzar una carrera interminable y admirable. Fue cuando se abrieron en el país las vacantes para mujeres en la escuela militar que decidió seguir un proyecto a puro pulmón. Primero, pasó cuatro años en la escuela militar de Córdoba y dos años más para aprender a volar. “Decidí que quería ser piloto, pero mi familia no me podía pagar las horas de vuelo. Así fue como terminé haciendo la carrera militar sin tener ni la más mínima idea de cómo era el régimen”. Con ese poder de decisión y con convicción formó parte de la segunda promoción de mujeres aviadoras de la Fuerza Aérea.
Cuando llegó a la Base Aérea de El Palomar, en 2013, pudo por fin subirse a un Lockheed C-130 Hércules como piloto. El avión tiene 30 metros de largo y puede llegar a pesar 70 mil kilos con carga completa. Su conducción siempre estuvo relegada a hombres. Sin embargo, ella logró dominar la super nave, que es conocida por su labor en la Guerra de Malvinas y sus misiones de rescate.
La capitana Santamaría es la única mujer que eligió especializarse en Hércules. “Me decidí por ese avión por su tarea humanitaria. En las operaciones generalmente se trata de llevar comida a quienes la necesitan o de ayudar en alguna catástrofe”, explicó a los medios, al poco tiempo de haberse convertido en la protagonista de un hecho histórico.
El camino fue largo para hacer la carrera militar. Sus padres se dedican a otros rubros: su mamá es diseñadora de indumentaria y su papá tiene una rectificadora de autos. Pero, a pesar de no tener referentes familiares en torno a la aviación, su vida se transformó completamente cuando identificó que quería vivir alta, en el cielo. Sobre esto, recuerda: “Siempre me gustaron los aviones. De chica iba una vez al año a las jornadas a puertas abiertas en la Base de Morón. Veía los despegues y quedaba fascinada”.
Mariela realiza vuelos periódicos hacia diferentes puntos del país desde la base de El Palomar, siempre con el Hércules. La misión, generalmente, se hace en el día y es para llevar provisiones y pasajeros. Aunque también viajó a otros países, como Chile y Estados Unidos. “La gente se sorprende cuando digo que soy piloto. Sin embargo, para mí es algo natural”.
Pero, antes de subirse a un Hércules, debió aprender a comandar un avión de transporte más pequeño llamado Twin Otter. Con esos pequeños pasos que la llevarían a ser hoy lo que es, se convirtió en la primera mujer en pilotear vuelos internos dentro de la Antártida. A lo largo de su trayectoria realizó campañas extensas y llegó a conectar Marambio con Esperanza y Carlini, las otras dos bases argentinas.
Mariela está orgullosa de su trayectoria y cuenta que cada vez que se sube al avión vive una experiencia única. Para ella, en el cielo todo es increíble, desde el paisaje que le regalan los vuelos hasta la responsabilidad de manejar el único medio de comunicación entre tres asentamientos. Su rol y el de su tripulación es fundamental, ya que se dedican a transportar comida, pasajeros y correo.