Afines de septiembre, se hizo viral en redes sociales un video que mostraba a un joven tocando el acordeón arriba de un colectivo urbano de la ciudad de Córdoba. Se trataba del músico Tomás Álvarez de 25 años que, con el guiño del colectivero Gabriel Vitali, comenzó a dar “mini conciertos” arriba del bondi.
Ambos se conocieron en el Conservatorio Superior de Música Félix Tomás Garzón. Gabriel, apodado “el Tata”, estudia allí piano desde hace dos años, mientras que Tomás se dedica a aprender acordeón desde hace un año y medio. Pero, no fue allí que comenzó la historia de amistad y compañerismo.
“Nos cruzábamos en el Conservatorio, pero no nos dábamos mucha bola. Hasta que un día me habló un chico porque le faltaba un acordeonista para su banda y ¡oh sorpresa!, ahí estaba Gabriel. Ahí nos empezamos a juntar un poco más”, relata Tomás en diálogo con Vía Córdoba.
EL COMPAÑERISMO POR SOBRE TODAS LAS COSAS
Tomás se sumó a la banda de cuarteto en agosto de este año con su acordeón. Allí lo esperaba Gabriel a cargo del teclado, quien además es chófer de colectivo desde hace ocho años, pero desde hace dos que encontró en la música su “cable a tierra”. Esta pasión que los une los llevó a hacer algo increíble arriba del bondi.
“Un día, yendo al Conservatorio, justo me tocó viajar con él y yo iba con el acordeón. Me dijo que me quede a tocar un par de temas y ahí empezó todo. Todo esto es gracias a él”, recuerda Tomás. De esta forma, cada tanto se sube al colectivo de “el Tata” para acompañarlo en toda su jornada con el acordeón. “Los pasajeros se ponen contentos, lo aplauden y Tomi interactúa con la gente. Él era muy tímido, pero ahora se soltó”, comenta Gabriel.
LA PASIÓN MÁS ALLÁ DE LAS DIFICULTADES
Tomás se dedica a hacer changas vinculadas a la música. Hace arreglos musicales para diversas bandas de cuartero y algún que otro trabajo. Esta situación complicada se suma a su dificultad visual.
Según cuenta, nació sietemesino con un desprendimiento de córnea. Esto le causó que perdiera por completo la visión de su ojo izquierdo y que necesitara un monocular para ver con el derecho. En este sentido, Gabriel sostiene: “Es muy bueno que la gente lo ayude. A mí me alegra un montón que alguien con esta dificultad tenga una posibilidad de demostrar lo que hace”.
Por su parte, Gabriel trata de combinar lo mejor posible el trabajo y el estudio, con todos los sacrificios que eso implica. “La música siempre fue mi hobbie, mi cable a tierra. Gracias a Dios tengo un trabajo que me gusta mucho y lo cuido. Hago un esfuerzo enorme, porque a la mañana voy al Conservatorio y a la tarde trabajo”, explica.
“Yo soy músico, un empleado de la música. Mi sueño es tener un trabajo fijo y vivir de esto. La música es complicada. Es arte y a veces el arte no tiene precio. Es todo un tema, pero a mí me encanta mucho”, reflexiona Tomás. En la misma línea, Gabriel cierra: “Siempre apuesto a las cosas con alegría y él se lo ve muy contento. Hacemos arreglos musicales juntos, yo con el teclado y él con el acordeón. Es muy importante lo que estoy compartiendo con Tomi”.
FUENTE VIA PAIS