Dicen que para el amor no existe momento ni lugar, pero esta pareja surgió a partir de un particular encuentro y le dio un giro de rosca a la típica historia romántica. Ellos son Pitty y Carla y se conocieron en 2012 en San Juan. Después de 11 años, se casaron y celebraron su amor honrando el deporte que los unió por primera vez: el ciclismo.
Ambos contaron que todo comenzó en el año 2012 cuando Pitty Astiasaran, ciclista marplatense de 24 años apasionado por el deporte fue a correr a San Juan con un nuevo equipo a comienzos de la temporada en noviembre. Allí, conoció a quien se convertiría en su futuro cuñado. El hermano de Carla era su auxiliar en una carrera, y un día, la joven de 17 años fue a ayudarlo y a llevarle un par de cosas.
Casi que involuntariamente, surgió el flechazo. Pitty se sintió muy atraído por ella y aún no sabe quién fue, pero por arte de magia, una persona le dejó el teléfono de Carla en la mochila. Desde entonces comenzaron a hablar y se volvieron inseparables.
Carla lo acompañaba y alentaba en todas las carreras, y ese deporte que los unió una vez se convirtió en su estilo de vida como pareja. Después de 2 años, en el 2014, nació su primera hija Ludmila, y en 2015, Máximo.
Hoy en día, Carla es esteticista y diseñadora de uñas o “nail artist”; mientras que Pitty siempre se dedicó al ciclismo y ahora trabaja en un gimnasio. “Tenemos muchos proyectos juntos, y siempre con respecto a la bici. Viajamos y llevamos las bicicletas como si fueran parte de la maleta”, expresó el marplatense que hoy vive en Caucete.
El año pasado, Pitty le propuso casamiento a Carla después de la famosa carrera Giro del Sol en San Juan. Sin dudarlo, Carla dio el sí y comenzaron a preparar la boda. Meses y meses de planificación para poder crear el casamiento de sus sueños, pero sabían que algo muy importante en sus vidas no podía faltar.
Los novios querían que la boda estuviera relacionada, en algún punto, con el ciclismo. Entonces, decidieron utilizar ruedas y bicis para hacer distintos tipos de decoración y así ambientar el espacio de la fiesta.
Pero eso no fue lo único. Faltaba algo más impactante y memorable que sellara ese amor incondicional que se tienen. Entonces, se les ocurrió una peculiar pero maravillosa idea: salir de la Iglesia en bicicleta y pedalear hasta el salón en donde fue el civil.
Él, de traje y corbata, y ella, de tacos y vestido blanco. Los novios entraron al salón en bicicleta en donde todos sus familiares los estaban esperando. “Ese detalle, el de las bicis, no podía faltar” afirmó el novio a Vía País que celebró este año sus dos amores: su familia y el deporte.
FUENTE VIA PAIS