Es oriunda de Entre Ríos y cuando su padre le regaló un karting le cambió la vida. La historia.
Francesca tiene 8 años y un horizonte que excede largamente la frontera de Jubileo, el pueblito entrerriano de ochocientos habitantes que la vio nacer y descubrir bien temprano su aptitud para las pistas. A los siete, su papá le regaló un karting, le pareció una sorpresa distinta para sumar aventuras en familia. Lo que no imaginó es que su hija ya no querría bajarse de ahí.
Fran va rápido: 95 kilómetros por hora llegó a alcanzar el bólido que ya paseó por todos los kartódromos de la provincia, cosechando trofeos mientras su mamá transpira pañuelitos con los puños apretados en cada competición.
”El karting arranca con la categoría escuela, que va de los 5 a los 12 años. Los chicos empiezan a correr con licencia deportiva del ACA, los más chiquitos lo hacen en modo exhibición y a partir de los siete ya arrancan a competir carreras con velocidad”, explica Martin Palavecino, ex piloto y preparador deportivo del equipo MP Racing del que Francesca forma parte.
La vemos venir con su metro veinticinco, cola de caballo tirante, raya al medio, lentes oscuros y su traje de pilotita azul, emparchado de sponsors que la acompañan. Puñito de por medio dice: “Empecé re tranquila, me gustaba así, despacito, hasta que le agarré la mano y apreté el acelerador a fondo”. Basta sentir la ráfaga del karting yendo a máxima velocidad en la recta y el rugido del motor para dimensionar el riesgo que implica este deporte.
En mayo, Francesca sufrió un accidente durante una carrera en Villaguay. “De repente un nenito me choca de atrás en un costado intentando pasarme, hizo un trompo y me pasó por arriba. No me rompí los dedos porque tuve suerte, pero el volante quedó todo roto, lo tuvimos que cambiar”, cuenta.
Mientras escucha el relato de su hija, su mamá asiente con la cabeza y describe cuánto les costó dejarla volver a las pistas luego de aquel susto.
FUENTE: TN