Es profesor de la UBA, recorre la ciudad y fotografía las mejores fachadas de Buenos Aires

Historias para contar Slider costado

El encanto del paisaje urbano sedujo a Pablo Fernández, profesor del Taller de Redacción de Comunicación Social. Celular en mano, recorre las calles porteñas en busca de un tesoro de cemento. Su admiración por Virginio Colombo y las anécdotas de un aficionado del arte

Buenos Aires enamora, no hay dudas. Sus calles y sus construcciones que combinan en una misma cuadra distintos estilos arquitectónicos hipnotizan a cuanto turista llega a descubrirla: desde el neogótico, neoclásico, ecléctico hasta el Art Decó y Art Nouveau.

Con esos mismos ojos la mira Pablo Gabriel Fernández, que se autodefine como “sibarita, obsesivo. Graduado y docente de Sociales de la UBA. Aficionado a la fotografía urbana”. Así lo cuenta en su perfil de Instagram que, como otros, nació para uso personal, pero que fue cambiando hasta que encontró allí su verdadero espacio de expresión.

Celular en mano, el profesor de la carrera de Comunicación Social fotografía las esquinas porteñas más emblemáticas y también aquellas que no se conocen tanto. Su cuenta @pablofe70 es hoy una de las más visitadas por los amantes de la arquitectura de la Ciudad de Buenos Aires.

"El edificio, con arcos y otros sellos de la influencia italiana de las primeras décadas del siglo XX, fue atribuido al ingeniero Luis Stremiz. Uno de los preferidos de los turistas para las selfies en la visita al Mercado de San Telmo, que está a metros, y el resto del Casco Histórico porteño", cuenta (@pablofe70)

 “Desde chico que me gusta la fotografía y comencé a hacer fotos como hobby. El tema de las fachadas se presentó un poco por casualidad mientras caminaba. Noté que mirarlas era también una manera de ejercitar la mirada porque hay que mirar para arriba”, dice el profesor de 51 años que desde hace tres años se dedica a explorar los barrios.

El amor por las fachadas de Buenos Aires

Pablo es porteño, comunicador, periodista y trabajó en la Administración Pública muy cerca de fotógrafos y diseñadores gráficos. “Esto fue lo que ayudó a orientar mi mirada. Así empecé a sacar fotografías, por hobby nada más, y comencé a postearlas en álbumes en Facebook y vi que eso gustaba”, recuerda.

Para él, tomar una imagen y contar que es lo se ve es un desafío diario. “Es una actividad de distracción porque todos los días me propuse subir una foto, pero aún no recorrí toda la ciudad. Hay otras cuentas que sigo y que han sido más equitativas con los barrios. Por suerte, para quienes nos gusta la arquitectura de Buenos Aires, ya hay mucho contenido en las redes”, reconoce el trabajo de sus colegas en el hobby.

Uno de sus favoritos en la construcción urbana es Virginio Colombo, un arquitecto ítalo-argentino considerados como uno de los mayores exponentes del Art Nouveau en Buenos Aires. Murió a los 43 años en su estudio de la calle Moreno 2091, luego de dispararse en la cabeza. En ese espacio realizó cerca de 50 obras.

El tiene una producción bastante prolífica en la ciudad de Buenos Aires y cuando la conocés empezás a conectar con él y su trabajo, que es extraordinario”, cuenta y detalla que su genialidad, hoy es parte del abandono, parte fue demolida y otra fue conservada y restaurada, como la Casa Grimoldi (Avenida Corrientes 2548/60, 1918), la Vivienda unifamiliar para la Familia Gigena-Seeber (Tucumán 1961), o la Casa de San Luis (Azcuénaga 1083).

"Este edifico de tres plantas con torres, almenas y troneras, se eleva como un antiguo fuerte en el cruce de tres calles Hipólito Yrigoyen, Esparza y Sánchez de Loria, justo en el límite entre Balvanera y Almagro", detalla @pablofe70)

Cada vez que se cruza con una construcción del modernista ecléctico, las reconoce y disfruta. “La miro y digo: ‘¡Esto es de Colombo!’, es incomparable. Por suerte, a dos cuadras de mi casa hay dos propiedades que son de él. Está la firma en las paredes, de su pulso, y en el estilo.

Lamentando las grandes distancias con quien admira, agrega: “No soy arquitecto, entonces toco de oído. Como periodista, busco información de cada lugar o buena fuentes para contar detalles en cada publicación”.

Como buen estudioso del tema, está atenta a cuánta publicación especializada o periodística se publica. “Me rindo ante los que realmente saben”, asegura. “Exploro, busco y sigo cuentas similares o que hablan de las construcciones de la Ciudad. Quizás veo que publican una foto que técnicamente a mí no me gusta, pero sé que saben y que la información está buena; entonces en base a eso voy y hago mi registro. Siempre es cuestión de mirar para arriba y así encontrar muchas cosas que están esperando ser vistas”.

Una de las joyas halladas en Palermo: Thames al 1200 (@pablofe70)

Por una cuestión de practicidad, no sale a la calle con una cámara de fotos y porque muchas veces las esquinas o paisajes urbanos lo encuentran mientras camina. “Sigue siendo más práctico usar el celular, más allá de que ya me lo han querido robar un par de veces”, se queja.

 “A veces encuentro lugares en internet y quiero verlo personalmente. Suelo investigar o leer mucho sobre lugares con historia que parecen escondidos en la ciudad u otros como el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, Palacio de Aguas Corrientes, un lugar emblemático, que tiene hasta un horario de recorrido para conocerlo por adentro”, dice con emoción.

Entre tantos sitios aún por conocer, espera su oportunidad para recorrer la Confitería del Molino, otro emblema del Art Nouveau en la Argentina que fue terminado en 1916 para la celebración del Centenario de la Independencia y que estuvo cerrado desde 1997 hasta enero de 2021 tras una invaluable puesta en valor.

Pablo Fernández, el docente y aficionado a la fotografía y arquitectura

Pese a lo grato que parece tomar imágenes los frentes, también le trajeron alguno inconvenientes, reconoce. “Hay dueños que ven el frente de su casa y no les gusta. Me piden que saque la foto y lo hago”, asegura. “Las imágenes nunca las tomo en la misma vereda del lugar para evitar que, en el caso de las viviendas, se vean detalles del interior. Todas las fotos las tomo desde la calle o desde la vereda de enfrente. Tampoco dejo que se vea la altura exacta aunque muchas veces la gente quiera saber dónde es para ir y verlo”, aclara.

 “Todavía me siento bastante novato en cuanto a reconocer cada lugar, cada construcción, pero cuando no sé pregunto. La Ciudad también nos da la posibilidad de siempre seguir aprendiendo su historia y la de quienes la construyeron. Podemos buscar información constantemente porque está todo ahí”, finaliza.

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